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La cultura pide más democracia a Álvarez-Cascos con el Niemeyer

Directores de centros de arte y asociaciones denuncian la instrumentalización política del centro Niemeyer de Avilés

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Las injerencias políticas que cerraron el Centro Niemeyer de Avilés han levantado viejos fantasmas. Cuando en el año 2007, con Carmen Calvo como ministra de Cultura, se puso en marcha el código de las Buenas Prácticas en Museos y Centros de Arte para regir el cambio de actitud en los responsables políticos frente a la gestión de las instituciones artísticas, se pretendía acabar con las intrusiones partidistas en la creación de los patronatos de los museos o el método para seleccionar a sus responsables. En pocas palabras, las Buenas Prácticas nacían para cortarle el dedo al político.

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Sin embargo, las tijeras de la ética no se utilizan con tanta maestría como las de los recortes presupuestarios. "Al cirujano no se le puede decir cómo operar. Otra cuestión es si merece la pena tener un hospital o no", reconoce Bartomeu Marí, director del MACBA, al hablar de la independencia y responsabilidad del director en la gestión cultural. Desde el Consejo de Críticos y Comisarios de Artes Visuales se piensa en la misma línea: "El documento de las Buenas Prácticas obliga a plantear la programación y la línea de acción de las actividades. En este caso habría que exigir menos dedo y más democracia", explica José Manuel Costa, vicepresidente y portavoz de dicha asociación.

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Un día antes de que se cumpliera el final del plazo de la cesión de los edificios, propiedad del Principado, diseñados por Oscar Niemeyer, y antes de explicar el proyecto artístico que quiere promover, Francisco Álvarez-Cascos, presidente del Principado de Asturias, declaraba que la gestión del centro la asumirá, sin concurso ni proceso de selección, la sociedad pública Recrea. La concesión a la empresa dependiente de su propio Gobierno (que también gestiona un museo jurásico, un parque de la prehistoria, una estación de esquí y algunos servicios del centro de arte Laboral) es un nuevo paso en la dirección contraria a los estatutos creados por el mundo de la cultura. Ayer, este periódico se puso en contacto con dicha empresa, que declinó hacer declaraciones.

"Los centros de arte en los que se ha aplicado el documento son los que menos escándalos levantan. Si Vallaure [consejero de Cultura y Deportes del Principado de Asturias] es un hombre preparado, debería entender que debe pasar por la democratización aprobada por un patronato. Es inadmisible que este sea ocupado por el poder político de turno. No vale el golpe de Estado institucional en el patronato", añade Costa. De hecho, el Principado rompió las negociaciones el pasado lunes, pese a tener cumplida sobre la mesa su exigencia de contar con la mayoría de representes en el patronato, para dirigir a su antojo los designios culturales del Niemeyer.

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Una vez más, el aparato político volvía a presionar sobre las instituciones artísticas públicas para instrumentalizarlas a su favor. ¿Por qué? "No hay nada que le guste más a un político que una foto. Les interesa la cultura por la plusvalía que da a su imagen. Pero es un error, porque un político rodeado de un buen equipo produce más plusvalía que las injerencias", cuenta Juan Antonio Álvarez Reyes, director del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) en Sevilla.

El patronato es el corazón de la independencia de la institución cultural. Si este órgano no está a salvo, el resto del organismo muere. "Los patronos son las autoridades que rigen y su misión es proteger a los profesionales de las injerencias externas. Son los protectores de esa misión", resuelve Bartomeu Marí. Tal y como lo dibuja el director del MACBA, no es un órgano desde el que se hace política.

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El código de buenas prácticas señala que un patronato debe incluir a representantes directos de la Administración, pero también a expertos y empresas que prestan apoyo efectivo al museo. La exigencia del Gobierno de Álvarez-Cascos era la de sumar un representante y quedar con cuatro, para garantizarse la mayoría.

"Las instituciones deben estar presentes en el patronato, porque son las que dan continuidad, siempre y cuando velen por el interés público y no por el interés de partido", explica Ángeles Albert, directora general de Bellas Artes del Ministerio de Cultura. Además, Albert explica que para poner en marcha un proyecto cultural hay que planificar antes los objetivos culturales que construir los edificios. "Este diseño previo debe aclarar para qué, para quiénes, cuáles son los objetivos, quiénes son los interlocutores, dónde se buscará la financiación, y crear mesas de debate para construir y definir objetivos", añade. Es decir, dos años de trabajo por delante. Habrá que esperar a saber si ese es el planteamiento del equipo de Álvarez-Cascos.

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Manuel Fontán, director de exposiciones y museos de la Fundación Juan March, resumía a este periódico hace unas semanas el crecimiento de la burbuja artística en este país en tres décadas: "Hemos pagado un peaje por el exceso de velocidad. Ha habido más esfuerzo para invertir en medios que para pensar en los fines. Hemos creado el órgano sin pensar en cuál era su función y se ha optado por que las cosas nacieran grandes. Pero lo que nace gigantesco se hace monstruoso y a veces se muere".

En ese sentido, Iñaki Martínez, director del MARCO de Vigo y presidente de la Asociación de directores de arte contemporáneo (ADACE), destaca el interés en España por inaugurar edificios con marca, sin tener en cuenta su continuidad, su proyecto y los gastos fijos: "Todos tenemos edificios estupendos, pero muy caros de mantener". "El mal político de este país ha sido el afán de inauguraciones. Han importado los edificios, no el proyecto, y esa carrera expansionista conduce a la inflación", resume Álvarez Reyes.

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El director del CAAC es de los pocos responsables elegidos con el código de Buenas Prácticas delante. Tal y como refleja la publicación Museos y Centros de Arte Contemporáneo en España, que acaba de publicar el Ministerio de Cultura realizado por Museology y Exit, hay en España 103 centros de arte, museos e instituciones públicas y privadas que se dedican a la conservación, exposición y producción del arte contemporáneo. De esas 103, sólo 19 actuaron bajo dichos criterios de transparencia.

"Lo que está pasando en el Niemeyer demuestra la debilidad en la que nos encontramos muchas instituciones culturales, con los vaivenes políticos", afirma Iñaki Martínez. "Pero no podemos olvidar que el proyecto cultural del Niemeyer, una vez más, partió de un edificio. Creo que su programación ha sido desconcertante, porque se ha dado más importancia al impacto mediático con grandes estrellas, que a actuaciones en el contexto. Ahora le toca al Gobierno del Principado de Asturias elegir en concurso al mejor proyecto de gestión del espacio y dotarlo de un presupuesto", añade Martínez.

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Tras la celebración del patronato del MARCO el miércoles pasado, Caixa Nova ha retirado su apoyo económico al museo (lo que supone una quinta parte del presupuesto) y en la misma reunión la Diputación de Pontevedra anunció que se comprometió a pagar la aportación económica que debe desde hace tres años, por un enfrentamiento político con el presidente del patronato y rival político.

"Lo más triste es que tanto el Niemeyer como el MARCO, como tantos otros, somos escenarios de los enfrentamientos políticos en los que parece que no importa el proyecto artístico, sino quién manda más en el patronato. Este país no ha madurado en la independencia del arte en su relación con la política", dice Iñaki Martínez, que apunta una leve mejora desde la elaboración del código.

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La crisis y cierre del Niemeyer ha reabierto una vieja herida por el papel de la política en la gestión cultural, ¿cuál es su papel? "Lo mejor que puede hacer la política con la cultura es alejarse lo máximo. La cultura debe crearse y gestionarse en libertad. No quiero decir que los gobiernos no tengan una política cultural, deben apoyarla y pedir responsabilidades", explica Bartomeu Marí. Sólo falta pedir responsabilidades a la política.

Vallaure abrirá mañana el centro

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¿Qué objetivos defenderá Foro Asturias en el nuevo Niemeyer?
Ninguno. Ayer, el consejero de Cultura y Deportes del Gobierno del Principado, Emilio Marcos Vallaure, durante la comparecencia ante el pleno de la Junta General del Principado, no especificó ninguna línea de actuación, ni estrategias.

¿Cuánto costará su nueva programación?
Nada. Cero. En su alocución Vallaure aclaró que "lo que está en juego no es un centro cultural, sino un modelo de gestión". Sin embargo, el Niemeyer está cerrado y el modelo de gestión del que habla Vallaure peca de serias contradicciones: anuncia que quiere un "centro abierto a toda la sociedad en el que puedan programar actividades entidades culturales sin que tengan coste para el erario público". Hasta el momento, al coste cero para el erario público se le llama "iniciativa privada". Véase las actuaciones de Caja Madrid, Juan March o Mapfre. Sin embargo, para Vallaure, precisamente, el peligro de la Fundación Niemeyer era que querían "privatizar" el centro cultural. Algo muy complicado con un patronato público, presidido por Cultura.

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¿Cómo se llamará?
Centro Cultural Internacional Avilés. Vallaure no renuncia al nombre de Niemeyer, en poder de la Fundación. Así figurará en el cartel que este fin de semana ya colgará del centro. Además, anunció que tendrá una programación estable cuando se resuelva un concurso público para seleccionar al responsable. Sin embargo, ya tiene el encargo, a dedo, la empresa pública Recrea, y aventuró una primera "exposición de calidad" para el primer trimestre de 2012. Vallaure no tiene dirección, pero sí programación. Independencia.

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