'Chance' o de cómo Hugh Laurie puede con todo
El británico es el gran reclamo de la serie que esta noche estrena Calle 13. Hugh Laurie se mete en la piel de un neuropsiquiatra forense que no atraviesa su mejor momento personal y que nada tiene que ver con House o el pérfido Richard Roper de ‘El infiltrado’ con el que triunfó en los pasados Globos de Oro.
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madrid, Actualizado:
Hugh Laurie vuelve a colgar la placa de doctor en su puerta en Chance, un thriller de diez capítulos que hoy estrena Calle 13 (a partir de las 22:00 horas en episodio doble). Interpreta a un neuropsiquiatra que pierde la perspectiva y la objetividad por ayudar a una guapa paciente, Jaclyn (Gretchen Mon).
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Así es el doctor Eldon Chance, un tipo de vida nada fácil que se la complica aún más al meterse de lleno en el terreno pantanoso de la relación enfermiza de su paciente con un marido policía (Raymon Blackstone) con tendencia a usar la violencia.
El piloto, mostrado por Calle 13 a los medios, presenta a una serie de personajes que atraviesan horas bajas en una realidad que se mueve entre grises y negros. El protagonista, el doctor Chance, es un hombre de mediana edad en pleno proceso de divorcio amistoso que le está comiendo económicamente. Con una hija adolescente con la que lidiar y un trabajo altamente deprimente –aunque no trata a pacientes sí analiza casos de lo más traumáticos y oscuros–, no es de extrañar que acabe cayendo en una espiral de búsqueda de la justicia en primera persona y con malas compañías.
Alexandra Cunnigham y Kem Nunn, creadores de Chance, toman como punto de partida la novela de este último para desarrollar un thriller psicológico en el que todos parecen ocultar algo. Secretos, mentiras, errores del pasado y hasta personalidades múltiples. El primer episodio es solo la puerta de entrada a una serie que tiene en Hugh Laurie su mejor baza. El de Chance parece, a priori, el personaje más empático y más ‘normal’ de todos los presentados. Un buen hombre, con su tristeza intrínseca y sus errores del pasado que ya se apuntan en la primera toma de contacto.
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A su alrededor, el propietario de una tienda de antigüedades adicto a los chanchullos que tiene a un ex soldado como matón, una paciente perturbada y maltratada y un marido posesivo y violento. Personajes enrevesados que pivotan todos ellos alrededor de un Hugh Laurie que actúa como reclamo con su primer protagonista tras el final de House. Sobre él se sustenta una serie que apuesta por el shock y el impacto visual de algunas escenas para captar la atención del espectador.
El arranque el piloto es una llamada de atención a quien lo ve. Sangre, violencia y un poco de casquería, todo sea dicho, para entrar en situación. Es su forma de hacer ver al espectador, de hacerle partícipe, del mundo de traumas y tristeza en el que vive inmerso Eldon Chance. Una manera muy visual de comprender porque este neuropsiquiatra es como es y mostrar con lo que lidia cada día en su trabajo.
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Sí, Laurie vuelve a interpretar a un médico, pero Chance no se parece en nada a House. No solo porque no compartan especialidad –uno era internista y el otro neuropsiquiatra–, sino porque su carácter no puede ser más opuesto. Y el tono de las series, más distinto. El doctor de ahora es mucho más cercano, más afable y con menos ego que sabe más de empatía de lo que nunca llegó a entender su anterior personaje. De hecho, ese es su principal problema. Ha visto tanto que llega un momento en el que no puede más. Ahí es donde reside la oscuridad de la trama y de su mundo.
Con un ritmo que se mantiene, un actor con el talento de Laurie al servicio de la historia y un cuadro de secundarios complejos y perturbados, solo sus creadores saben hacia dónde conducirán la trama y hasta dónde llegará el enredo. De ellos depende no perderse entre tanto trauma, violencia y juego de personalidades. Por suerte tienen a Laurie conduciendo el barco. De momento, Chance ha sido renovada ya por una segunda temporada y en España se podrá ver desde hoy, a razón de dos episodios por semana, cada jueves en Calle 13.