Cecilia, la cantautora que sacó de las cunetas a los muertos de la guerra civil y fue juzgada y censurada por el franquismo
Sufrió la censura y tuvo que retitular 'Un millón de muertos', pero la autora de 'Mi querida España' compuso otras dos canciones antibelicistas y sobre la contienda fratricida provocada por el golpe de Franco.
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madrid,
Un millón de muertos porque, además de las víctimas en el frente y en la retaguardia, la guerra civil y el franquismo truncaron las vidas y las ilusiones de muchos otros españoles, por no hablar de los fallecidos a causa del hambre, la enfermedad y el encierro.
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Ahora vivo a costa de un millón de muertos. / Un millón de tumbas, un millón de espectros. / Ahora vivo a costa de un millón de cuerpos. / Un millón de sombras, un millón de sueños, se lamentaba Cecilia en una canción que sufrió el tijeretazo de la censura una vez grabada, lo que obligó a la compañía discográfica CBS a cambiarle el título y a advertir a las emisoras de que había sido calificada como "no radiable".
Evangelina Sobredo Galanes (Madrid, 1948 - Colinas de Trasmonte, 1976) no tuvo ningún reparo en rebautizarla porque, como venía a decir ella, "un millón de sueños es lo mismo que un millón de muertos, porque los asesinos acaban con todo, hasta con los deseos".
Es más, quizás esos sueños armonizaban mejor con su estilo que aquellos muertos. O sea, unas "letras críticas —pero sutiles y elegantes— y con un mensaje arrollador, porque escribe con más inteligencia que fuerza", explica Eduardo Bravo. "Una postura muy revolucionaria, aunque sus formas amables y bonitas parecen diluir el mensaje, cuando en realidad es muy contundente y casi subversivo", añade el autor del libro Cecilia 2. La historia del disco que no pudo ser (Lengua de Trapo).
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Suficiente para sacudir "los pilares de la sociedad franquista" y ser castigada por tamaña afrenta. Aunque el título original del disco, Me quedaré soltera, y la fotografía de portada, en la que posaba simulando un embarazo, fueron rechazados por su propia discográfica, el franquismo se encargó de prohibir la difusión de Mi querida España en la radio y la televisión.
Sin embargo, como ya habían fabricado el álbum —finalmente titulado Cecilia 2— y destruir todos los ejemplares supondría un grave perjuicio, tanto económico como logístico, la canción conservó la letra original, aunque no pudiese ser escuchada en los medios de comunicación. Al menos, fue la cara B del sencillo Canción de amor, aunque el viacrucis del tema no terminaría ahí: en noviembre de 1973 fue juzgada por su contenido.
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"La guerra a la que aludo en mi canción no es la guerra civil española, sino la guerra de los Seis Días que yo misma viví durante mi estancia en Ammán", declaró en el Juzgado de Orden Público. Era, lógicamente, mentira, aunque sí había vivido en Jordania y otros países extranjeros, pues su padre era militar y diplomático, una experiencia que le brindó una educación libre de caspa. Criada en un ambiente burgués y cosmopolita, pese a gozar de una infancia y juventud privilegiadas, Cecilia fue sensible, empática y solidaria, rebelándose en sus composiciones contra las sogas y amarras del franquismo.
"Podría haberse obcecado y reconocer que la canción hablaba sobre la guerra civil, pero fue consciente de que si le plantas cara a una dictadura no luchas con las mismas armas. Hay que saber cuándo puedes ser una heroína y cuándo debes combatirla con artimañas. Su solución [argumentar ante el juez que se refería al conflicto bélico de 1967 entre Israel y la coalición integrada por Egipto, Siria, Irak y Jordania] fue mejor que el enfrentamiento, porque el disco siguió vendiéndose tras su edición", razona el periodista Eduardo Bravo, quien la define como "pragmática y muy inteligente".
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Eso no le ahorró disgustos, tanto por las modificaciones que sufrió el título y la portada, como por el fracaso comercial de Cecilia 2, desdeñado también por la crítica. Al menos, se salió con la suya y la composición engrosaría la banda sonora de la lucha por la memoria histórica, pues los espectros de la guerra civil española eran sus muertos, pero también las almas en pena que vagaban a lo largo y ancho de una dictadura que había cercenado sus sueños.
La canción era menos explícita que Una guerra, cara B del sencillo Tú y yo, editado poco antes de fallecer en un accidente de tráfico el 2 de agosto de 1976: Una guerra pasó por esta tierra como una maldición, / dejando atrás su olor a muerte y destrucción. También grabó otro tema crítico con el militarismo, Soldadito de plomo, que finalmente no fue incluida en el disco Cecilia 2, ni tampoco pudo ver publicado en vida. Soldadito de plomo / no es el colmo / que tengas que luchar / por un general de madera, reza una letra antibelicista abierta a interpretaciones y lecturas, como sucede en buena parte de su obra.
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Por ejemplo, "Un millón de sueños conecta con la historia de la represión y violencia que atraviesa las vidas de la gente bajo la dictadura en la esfera pública, pero también en la esfera privada, al reflejar cómo esa represión se filtra en la vida familiar y en la intimidad: en los sueños, el lenguaje, los afectos y los deseos", reflexiona en el libro Ana Fernández-Cebrián, profesora de la Universidad de Columbia.
También entrevistada por Eduardo Bravo, la cantante Lídia Pujol, quien versionó sus canciones en Conversando con Cecilia (Satélite K), reconoce su interés por "esa suavidad con la que te pega un tortazo", una "voz profética, amable, una voz del buen decir, del no acusar". Ya comentaba Luis Gómez-Escolar, compositor y pareja de Evangelina, que su primer disco "tiene algo de guante de boxeo", como el que se calza la cantante en la portada. "Era la primera vez que una mujer asumía ese look de te voy a dar un puñetazo", añade el músico, pese a que la sutileza de la cantante causaba más daño al franquismo que un gancho en el mentón del régimen.
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Trasquilada por la censura, quizás pierda pegada Mi querida España, pues "esta España mía, esta España nuestra" tiene menos punch que "esta España viva, esta España muerta", aunque en sus actuaciones no dudaba en cantar la versión original, que incluía los versos prohibidos "esta España nueva, esta España vieja" y "esta España en dudas, esta España ciega". Lo hizo, por ejemplo, en la primera edición del festival Musical Mallorca, celebrado siete meses antes de la muerte de Francisco Franco.
En cambio, funciona igual de bien —e incluso cobra un nuevo sentido— Un millón de sueños, cuyo título original había tomado prestado de la novela de José María Gironella Un millón de muertos, segunda entrega de su tetralogía sobre la guerra civil. "Es una persona idealista, pero también muy pragmática. Evangelina se da cuenta de que vive en una sociedad donde, si va de cara, va a tener problemas. Sabe cuándo exigir y cuándo ceder", razona Eduardo Bravo.
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"Por eso, obligada por los censores, acepta cambiarlo, porque la letra permanece igual. Incluso cree que sueños es más demoledor que muertos, porque también han matado el sueño de los vivos. En definitiva, ella entiende hasta dónde puede oponerse, aunque luego se desencante, como sucedió con el título y la portada", matiza el autor de Cecilia 2. La historia del disco que no pudo ser. El álbum, además, tuvo una deficiente promoción y los sencillos, Andar y Canción de amor, no eran de su agrado.
Paradójicamente, Tomás Muñoz, el director de CBS, incluyó Un millón de sueños en la cara B del segundo single, pues era su favorita, pese a que los censores "no querían nada que oliera a guerra civil y, en cuanto veían cualquier cosa que pudiera recordarlo, se mosqueaban", según el compositor Luis Gómez-Escolar, quien define a Muñoz como "un tipo muy interesante, inquieto, rabioso y antisistema" que quiso compensar de ese modo a Cecilia. Además, impulsó una versión en inglés, A Million Dreams, para su distribución en el mercado estadounidense, donde creía que la artista podía triunfar.
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En realidad, sentía una "admiración tremenda" por ella, subraya José Madrid, autor de la biografía Equilibrista (Ocho y Medio). "Decía que Cecilia tenía la misma herida que él, la herida de España". No es baladí insistir en el aprecio que sentía el capo de la disquera hacia la cantante, a pesar de que el disco fuese maltratado. "Aunque era un hombre que tenía mucho dinero, un piso en Park Avenue, otro en Río de Janeiro, Tomás Muñoz se definía como comunista. Decía que Franco era un cabrón, pero se adaptaba a las reglas y era pragmático. A pesar de ello, compartía ese lado rebelde de Cecilia y la respetaba muchísimo", recuerda José Madrid en el libro de Eduardo Bravo.
El autor de Cecilia 2. La historia del disco que no pudo ser, quien incluye otras muchas voces para describir la gestación de un álbum maldito que hoy goza de la consideración y el respeto que siempre mereció, también perfila al responsable de CBS como un hombre "de izquierdas y antifranquista, pero consciente de que tenía la misión de hacer despegar una multinacional durante la dictadura". Aunque le cortó las alas a Cecilia, facilitó el vuelo de Un millón de sueños, "una canción tan problemática que fue declarada no radiable".