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Carta a Ana María Matute, premio Cervantes

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Querida Ana María: considero que eres una de las personas que hoy por hoy más se merecen este premio. No solo por la calidad y originalidad de tu obra, que es un hecho indudable y consensuado, sino por algo que cabe ser especialmente reseñable: tu condición de pionera de la literatura. Hay que tener en cuenta que fuiste de las primeras mujeres que abrieron camino en esta arriesgada aventura de escribir profesionalmente, justo en unos tiempos en los que el mundo literario y editorial era propiedad de los hombres, y a las mujeres nos consideraban solo como aptas para el matrimonio. Margaret Atwood, que es una escritora canadiense que tiene tu misma edad, cuenta que de joven cuando decidió ir a la universidad, el profesor le preguntó si estaba segura de querer estudiar o si en realidad no preferiría casarse. Al parecer, "la educación universitaria para las mujeres, cuando existía, se justificaba en el hecho de que las convertía en esposas más inteligentes y madres mejor informadas". Horrorizada, huyó del mundo académico y decidió hacerse escritora profesional, con todos los problemas que conllevaba.

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Hoy en día las cosas han cambiado, por supuesto, pero no quiero dejar de testimoniar aquí, y celebrar con honores, a las mujeres que como esta canadiense, o como tú, Ana María, no os arredrasteis y abristeis con vuestro esfuerzo, dejándoos la piel, esa brecha cada vez más grande por la que hemos podido pasar con más holgura las nuevas generaciones de mujeres escritoras. Tenemos que haceros un monumento y no olvidar nunca lo difícil que fue -y sigue siendo- la lucha, sobre todo, para mantener lo logrado y no acabar de nuevo, un buen día, atrapadas en las viejas trampas de la sociedad. Porque no hay que perder nunca de vista aquello que decía Cantinflas de que "la vida da unas vueltas muy giratorias". Un abrazo, y mi más sentido agradecimiento y enhorabuena.

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