"Una canción no vale para arreglar los problemas"
Músico ácrata. Con motivo de la publicación de su nuevo disco ‘Toser y cantar’, Wyoming charla con él sobre su manera de hacer canciones
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Dicen que las entrevistas y las biografías no son buenas si el autor es admirador del protagonista. Bueno, pues vamos allá con este intento fallido, porque soy uno de los miles de extraños sujetos que admiran a Javier Krahe y considero un privilegio infinito que me considere amigo suyo.
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"Hoy en día más de la mitad de las canciones son en inglés y no me entero de lo que dicen"
En De mil amores se lleva a cabo un pormenorizado estudio de las canciones de Javier, clasificadas según los temas que tratan: aventureras, críticas, de amor desdichado. A través de él, si hacemos caso al autor, que parte de una premisa que enunciara Belmonte: "Se torea como se es", conoceremos al cantante en profundidad. Al preguntarle si daba por bueno el estudio de Miguel Tomás-Valiente, porque Javier es preciso hasta lo microscópico, afirma que salvo un par de errores, acepta de buen grado todo lo que se dice en él y aún descubre cosas en las que no había reparado, como la estructura teatral de alguna de sus canciones.
Es imposible encontrar en nuestro universo musical alguien tan meticuloso con el lenguaje como Krahe, un don que le viene de la infancia cuando, a pesar de no ser un alumno aventajado, era el que mejor dominaba la palabra y el encargado de leer en público. Su idioma es la ironía. La reivindica como la herramienta que le permite abordar determinados temas: "Es imposible tratar la muerte de otra manera". Pero también como un mecanismo para ocultar los sentimientos: "Decía Brassens que mostrar los sentimientos era como enseñar el culo, y yo me he inspirado en él no sólo en las canciones, sino en su forma de ver las cosas".
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"Leo poesía y leo novelas muy buenas, pero no me sale escribirlas a mí"
"Ahora mis canciones tienen más vuelo", contesta cuando le digo que en cada nuevo disco parece más inspirado y que, a diferencia de otros artistas, los primeros van quedando eclipsados por su obra posterior. "Miguel [el autor del libro], que conoce casi todo lo mío, me llamó y me dijo que este es mi mejor disco", me comenta orgulloso. Es de suponer que Javier, como todos los que se exponen al público, hace canciones para que le quieran. No se siente cómodo cuando le hablan de su poesía, o de un posible paso al terreno de la novela. "No, no, no. Yo leo poesía y leo cosas buenísimas. Y noto que no me sale escribirlas a mí. Sin embargo, escucho canciones y las veo, desde el punto de vista de las letras, superables. Y entonces me atrevo. Además, escribir canciones es una terapia, te hace pensar en tantas cosas... te hace sentir justificada tu existencia y eso es algo que me llena de satisfacción. Pero cuando pienso en una novela me parece una montaña. Si dedicara más tiempo a escribir, lo emplearía en hacer más canciones. Ahí he encontrado un territorio que me satisface enormemente".