MADRID
La madre trabaja, el padre, también, los hijos están de vacaciones. Solución, les envías a un campamento de verano o, si son un poco mayores, les das permiso para que pasen unos días en el bosque o en la cabaña que tiene en el monte el tío de uno de sus amigos. El plan parece bueno, pero ¡cuidado! a lo mejor, es letal. ¡Hay tantas leyendas negras de campistas que han muerto a machetazos, despedazados, atravesados por una lanza, ahogados, poseídos por los espíritus! Si fueran mis hijos, hay algunos campamentos de verano a los que jamás les enviaría.
Han pasado casi cuatro décadas y la leyenda de Camp Crystal Lake continúa. Jason Voorhees fue un niño desgraciado. Sus compañeros le martirizaban, humillaban y torturaban de mil maneras distintas, riéndose de su desventurada hidrocefalia. Un verano, en el campamento, el chavalín se ahogó. Sus monitores, poseídos por un irreprimible ardor sexual, estaban justo en ese momento echando un polvo. Pamela Sue Voorhees, la madre del chico, enloqueció de pena y empezó a cargarse de la peor manera posible a todos los que tuvieran algo que ver con aquel lugar. Cuando el campamento se reabrió en 1979, llegó la masacre.
Desde entonces y tras la muerte de la madre demente a manos de la joven Alice, que le cortó la cabeza con un machete, dicen que Jason Voorhees venga su muerte con brutales asesinatos. Viernes 13, título fundacional del slasher –junto con Halloween, del maestro Carpenter- inauguró una ola de vacaciones sangrientas que sigue rugiendo. Sean S. Cunningahm fue el director de aquella película, un título de enorme éxito y el que más secuelas ha generado en el subgénero.
Litros y litros de sangre
Los hachazos en la cabeza, las decapitaciones con serrucho, las cuchilladas atroces desparramaban sangre por todas partes, pero no se acercaron ni de lejos al récord de cuerpos devorados y despedazados por las insaciables pirañas en ríos, lagos y piscinas en primavera y verano. Joe Dante inauguró la saga en 1978 con Piraña, con guion nada menos que de John Sayles. No es el único ilustre que ha participado en esta saga. En 1981, James Cameron firmó la primera secuela, Piraña II: los vampiros del mar, y en 2010 Alexander Aja le puso el toque festivo con Piraña 3D. Adolescentes descerebrados, desnudos gratuitos, litros y litros de sangre y pirañas asesinas comiéndose a una velocidad de vértigo a todo el mundo, entre otros, al querido Richard Dreyfuss.
Si empiezas a pensar que enviar a tus hijos a pescar al lago o a pasar el día a un parque acuático es una muy mala idea, tal vez deberías reconsiderar lo de animarles a una escapada al bosque a una cabaña abandonada. Algunos han encontrado allí a los muertos. Sam Raimi, un imprescindible del cine de bajo presupuesto, ya lo advirtió en 1981 en Posesión infernal, una película que se financió él mismo y en la que una pandilla repetía un ritual macabro que se encuentran en el sótano y que les iba a fastidiar el fin de semana. Otro bosque, otra cabaña, otro sótano y más muerte se encontraron los chicos de La cabaña en el bosque, la inteligente, divertida y terrorífica ópera prima de Drew Goddard que ha revolucionado el cine de terror.
Un virus caníbal
La cabaña de la que alertó Eli Roth también en su debut, Cabin Fever (2002), tampoco es nada recomendable para las vacaciones de tus hijos, aunque ya sean universitarios. Un virus caníbal les podría infectar, les irritaría más de la cuenta y les transformaría en unos paranoicos desquiciados, peligrosísimos insolidarios.
Por cierto, si tus hijos son un poco gamberros y suelen hacer diabluras, ocúpate de convencerles de que no la tomen con el vigilante del campamento. Y si no recuerda lo que pasó en Camp Blackfoot, cuando aquellos chicos quisieron gastar una broma y la cosa terminó con Cropsy convertido en una antorcha humana. Y lo peor vino después. El hombre, sediento de venganza, volvió al campamento, rebautizado como Stonewater. Completamente deformado, lo que ya daba mucho miedo, no se separaba de sus enormes tijeras de podar. La quema (Tony Maylam, 1981).
Almacenados en el granero
En Arawak matan a los campistas uno a uno. Ahogados, picados por abejas hasta el final, rebanados con cuchillos de caza, cortados en pedazos con un hacha, violados con alisadores de pelo, con el cuello atravesado por una flecha o decapitados. A nadie le extraña que lo llamen Campamento sangriento (Robert Hiltzik, 1983). Al final de las vacaciones, los cuerpos de los chicos podrían encontrarse almacenados en el granero de Marz, el loco que vive en el bosque que rodea el campamento de verano (Madman, de Joe Giannone, 1981).
Asegúrate de que lo peor que podría ocurrirles a tus hijos mientras tú estás trabajando y ellos pasan las vacaciones en un campamento de verano es que se hagan mayores. Se van siendo niños y cuando vuelven han vivido una experiencia que les ha transformado. En el campamento Ivahoe, Sam Shakusky, que tenía doce años, huyó con la pequeña Suzy Bishop hacia la preciosa cala de Moonrise Kingdom (Wes Anderson, 2012), donde bailaron, se besaron y quisieron casarse.
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