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'Caja de resistencia' recupera el legado creativo de Ruiz Vergara, cuyo único film, 'Rocío', fue censurado en 1984

Los directores Concha Barquero Artés y Alejandro Alvarado Jódar, tras un trabajo de investigación de años, fabulan con la filmografía inconclusa del director andaluz. 

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Un fotograma de la película 'Caja de Resistencia'. — Cedida

sevilla, Actualizado:

La potencia, las posibilidades de las obras inconclusas, de los mundos que no fueron, de los deseos creativos que quedaron esbozados en un apunte, solo desarrollados en la imaginación, todo eso que habitualmente desaparece como lágrimas en la lluvia, ha dejado en el caso del cineasta andaluz Fernando Ruiz Vergara —autor de una única película, Rocío, censurada por el Tribunal Supremo en 1984—, un legado de semillas que han germinado.

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Al final de un largo proceso creativo, de más de una década, ha aparecido una memoria recobrada, unas piezas que encajan y de todos aquellos esfuerzos arrumbados, ha surgido una nueva propuesta: Caja de Resistencia, una película que se estrena en la próxima Seminci de Valladolid. Es una obra radical, que va a la raíz, desanda los pasos perdidos y bucea en lo que pudo ser y no fue: los proyectos de películas nunca rematados por Ruiz Vergara.

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De ellos, los codirectores Concha Barquero Artés y Alejandro Alvarado Jódar extrajeron su esencia y, a través de ellos —seleccionaron cuatro—, presentan ahora una película propia, exigente, de múltiples texturas, que pretende ser también una propuesta de reflexión sobre temas que no están resueltos, como los muertos en las cunetas, los cadáveres aún sepultados de la represión franquista.

Concha Barquero.

Así, esta película interpela al individuo y, por ende, a la sociedad, también. Cuando se trata de Ruiz Vergara es inevitable pensar en lo colectivo: nada como prohibir cualquier cosa, un fragmento de una película, para que se sepa lo que decía ese fragmento.

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La película Rocío, la única que el cineasta Ruiz Vergara pudo rematar fue mutilada por orden del Tribunal Supremo a mediados de los años 80. ¿La razón? Porque en ella se señala, con su nombre y apellidos, a uno de los presuntos autores de los crímenes fascistas en Almonte (Huelva) tras el golpe militar de 1936.

En la película "aflora una inoportuna e infeliz recordación de episodios sucedidos después del 18 de julio de 1936, en los que se escarnece a uno de los bandos contendientes, olvidando que en las guerras civiles, como lucha fraticida que son, dejan una estela o rastro sangriento (...) que es indispensable inhumar y olvidar si se quiere que las generaciones posteriores convivan de forma pacífica". Así justificó el juez la eliminación del testimonio del vecino de Almonte Pedro Gómez Clavijo cuando explica la participación de José María Reales

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La película, pues, continúa mutilada en España. "Hay algo [en este proyecto] de Justicia en un sentido amplio pero también de justicia personal, de lo que le debemos al otro a quien has conocido y que piensas que ha sido generoso", asegura Barquero, en una entrevista mantenida junto con Alvarado, por videollamada con Público.

"La película tiene algo de militante. Dentro de las capas de la cebolla de Caja de Resistencia creo que también está ahí esa militancia de poner en el diálogo público esta cuestión: Cuando vamos fuera a un festival o a una universidad y contamos que hay una película que tiene tres cortes y dos minutos que no se pueden proyectar en el Estado español, pues la gente no da crédito", afirman los autores.

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Hallar a Fernando

Ruiz Vergara falleció en 2011, nunca más completó una película —"fue muy traumático, se montó mucho follón y no quise saber nada más. No volví a hacer una película más. Me tuve que inventar mi vida, como he hecho siempre", dijo a Público al respecto en mayo de 2010—, y dejó numerosos guiones y esbozos para películas que no fue capaz de llevar a cabo, películas que "sólo existieron en su imaginación y en su deseo y que hablan de fuerzas creativas y de disidencia", se recoge en el dossier de prensa de la película. 

Alejandro Alvarado.

"Mediante testimonios y restos de varia índole (filmaciones, documentos, cartas...) Concha y Alejandro, y fruto de un trabajo de investigación de años, fabulan en Caja de resistencia con esta filmografía inconclusa y la traen al presente", se agrega.

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Barquero cuenta a Público que su llegada "a Fernando" se produce "por una investigación académica". "Estábamos haciendo el doctorado. Fue Alejandro quien sigue desarrollando esa investigación. Iba sobre películas documentales que fueron censuradas o tuvieron algún tipo de censura judicial o algún tipo de obstáculo también administrativo para su distribución en el período de la transición y naturalmente estaba Rocío. Esta investigación se inició con el caso de Rocío. Y por ahí empezó la cosa, entonces empezamos a buscar información", afirma Barquero.

Los codirectores citan al historiador Francisco Espinosa, al también cineasta José Luis Tirado, y al antropólogo Ángel del Río también, como algunas referencias en este tema.

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"Con este sustrato, buscamos más información y nos plantamos allí en Portugal. Él vivía, podemos decir, que exiliado en una pequeña aldea portuguesa. Conocimos a ese hombre, que tenía toda su historia sobre sus hombros. Y se produjo un encuentro muy revelador", rememora Barquero.

La vida de Fernando Ruiz Vergara está colmada de Portugal. Allí fue donde dio los primeros pasos: "Al cine llega de manera autodidacta, aprendiendo de las cooperativas cinematográficas en la ebullición cultural y política de la Lisboa de la Revolución de los Claveles", recuerdan los autores de Caja de Resistencia, una película ibérica.

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El proceso creativo

"Fernando es una persona que te atrapa rápidamente. Y él inmediatamente nos vinculó a ver si podíamos hacer alguna cosa juntos. Fue un año muy intenso con él, de llamadas de teléfono, de correo, un pase de Rocío que se hizo en Barcelona… Estuvimos juntos. Un año después ya falleció", agrega Alvarado.

Así, el trayecto hacia Caja de Resistencia aparece bajo una luz natural, en un proceso que arranca junto a Ruiz Vergara y que culmina sin él. "Vemos —afirma Alvarado— la película como una conexión entre generaciones de andaluces. Rocío era una obra paradigmática del documental andaluz y no había casi investigaciones sobre ella".

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"Luego, con el paso del tiempo, naturalmente el proyecto va evolucionando y empiezas ya a verlo desde otros lugares y a ser capaz de reconocerlo, pero en el principio tenía mucho impulso de tripas también", agrega Barquero.

¿Cómo es entrar en una obra ajena, en la mente creativa de otra persona y a partir de ahí construir una sensibilidad propia? "Nos parecía interesante ese concepto de cine latente", afirma Alvarado. "Es decir —explica— ¿Cuándo son las películas? ¿Son películas cuando ya están terminadas o son películas cuando están en un boceto o en un guión o incluso se han filmado imágenes, pero no se ha terminado la producción y no se ha montado por algo? A partir de esa pregunta, que nos parecía interesante y que también desvela las dificultades que implica hacer una película, [iniciamos] la investigación".

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"La verdad es que hemos pasado muchísimo tiempo trabajando en la película. La investigación alimenta lo creativo. Nuestro planteamiento nunca ha sido dar una respuesta o reinterpretar u ofrecer una versión que sirviera para cerrar aquellas propuestas de Fernando que no se llevaron a cabo, sino simplemente proponer una vía más. Es decir entender esta idea de la transmisión. Nosotros somos una pieza en esa cadena", reflexiona Barquero.

Antes de acometer Caja de Resistencia, los directores ya presentaron en 2021 el cortometraje Descartes, con material desechado por Ruiz Vergara de su película Rocío.

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"Rocío es muchas películas a la vez. Tiene ese carácter ensayístico, en el que trabajaba mucho lo sensorial de las imágenes y después también, la denuncia directa de la represión de Almonte. También trataba los temas más metafóricos, más poéticos, de lo que es una imagen y el simbolismo que tiene. Nos parecía que eso era lo que creíamos que tenemos que hacer a través del espíritu de Fernando", analiza Alvarado.

Empezar y terminar

"Lo que tenemos claro —afirma Alvarado— es que la película debía empezar con Rocío y tenía que terminar otra vez con la historia que todavía no está desenterrada de Rocío. Era fundamental seguir denunciando que en una democracia aparentemente que ya tiene unos años, el tema de la memoria histórica no está resuelto. Y los desaparecidos y asesinados de Almonte siguen sin tener respuesta".

Para Barqués, "la censura sin duda alguna es muy sintomática de dónde vivimos". "Pero, por otra parte, Rocío también es una película muy hecha desde la intuición, desde el trabajo colectivo por parte de un tío que la dirigió, que era Fernando, que no había estudiado cine formalmente. Es un tipo que no pudo acceder a estudiar cine porque no venía de un origen que en aquel entonces estudiar cine".

"En la cultura hubo apoyos, pero se fueron diluyendo pero a medida que la democracia iba avanzando y como en el ensayo este de Teresa M. Vilarós, El mono del desencanto, la movida fue devorando la cuestión política. Había que divertirse, había que pasar página del pasado y claro, las consecuencias de eso afectaron a Rocío inmediatamente.

"La cuestión digamos de clase —prosigue Barquero— está también de fondo, ¿Quién hace cine? ¿Cómo lo hace? ¿Cómo lo puede defender? ¿Qué presencia pública puede tener para defenderlo? ¿Para defender su trabajo, para atender su postura?"

"El origen de Fernando también es importante para leer las claves de la película, de lo que sucedió la película. Era un tema en ese momento más tabú de lo que incluso sigue siendo hoy. Tabú u olvidado, no sé. Pero qué capacidad en realidad tenía Fernando, que era un chico que no había estudiado cine, que lo había aprendido a golpe de militancia en Portugal y que luego había intentado organizar su vida. 'Yo me invento la vida, el reto es inventarse la vida', decía", analiza Barquero.

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