Las políticas de austeridad están 'sangrando' a España para intentar que recupere la salud, medicina que podría resultar fatal según el profesor Robert Skidelsky, que acaba de publicar en castellano 'la biografía definitiva del economista más influyente de nuestro tiempo': John Maynard Keynes.
'Keynes propondría dar vitaminas al paciente, no sangrarlo', asegura en una entrevista este profesor emérito de Economía Política en la Universidad británica de Warwick, que se encuentra en Madrid para promocionar una obra dirigida a quien quiera conocer el devenir de la civilización occidental del siglo XX a través del prisma 'de una persona excepcional'. 1.300 páginas que empezaron a edificarse hace más de 30 años, editadas ahora por RBA, y que analizan en profundidad la vida de uno de los principales economistas de la historia, poniendo en contexto títulos como Las consecuencias económicas de la paz y La teoría general del empleo, el interés y el dinero, considerado el tratado económico más importante del último siglo.
Skidelsky reniega de las polémicas declaraciones del profesor de Harvard Niall Ferguson, que ha tenido que pedir disculpas por defender que Keynes abogaba por un estado inversor sin pensar en el mañana ('a largo plazo todos muertos') porque era homosexual y, aunque estuvo casado con la bailarina rusa Lydia Lopokova, no tuvo hijos. 'Es un modo de desacreditar que puede calar entre ciertas audiencias, pero es basura', admite el veterano profesor, para quien la vida personal puede afectar a los valores de un economista, pero la validez de una teoría y su relevancia empírica son independientes de su progenitor. En todo caso, a su juicio Keynes —economista, mecenas y hombre público— tuvo una existencia 'coherente' con su visión de la economía como instrumento para mejorar la situación de la humanidad y la 'buena vida', tal y como la identificaban sus amigos del círculo de Bloomsbury.
Finalmente dejó como herencia el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo, diseñados tras la II Guerra Mundial para 'fortalecer los fundamentos de una economía libre' y que la gente 'recuperase las esperanzas' que él había hecho crecer. Para Skidelsky, que fue portavoz del Partido Conservador en la Cámara de los Lores entre 1992 y 2001, la obra de Keynes no se puede enmarcar en un ideario de izquierdas o derechas, y fue siempre un liberal. De hecho, 'reducir impuestos puede ser una alternativa a incrementar el gasto', según defiende.
Pero el historiador británico está seguro de que 'Keynes sería muy crítico con la austeridad' y abominaría de las 'erróneas' políticas impuestas por los 'acreedores' de la deuda de los países del sur de la zona euro, es decir, los bancos y el gobierno alemán. 'Supongo que se puede decir que o la eurozona se reforma y cambia su estructura o va a colapsar en un futuro próximo', augura Skidelsky, para quien la austeridad es como las viejas aplicaciones medicinales que trataban a los pacientes para sacarles la 'sangre podrida' y acababan por matarles. Y 'España está siendo sangrada en este momento', aunque lo que necesita son 'estímulos y vitaminas' para recuperarse. Para este británico, tener un 27 % de paro -como ocurre en España- es un 'desperdicio descomunal de recursos humanos' que infligirá daños durante dos o tres generaciones. 'En términos económicos keynesianos el Gobierno puede poner a toda esa gente a trabajar, no importa incluso lo que hagan', a la manera del 'New Deal' que inspiró el economista británico en los años treinta para dinamizar la economía estadounidense. Y una vez que los ingresos de esas personas ayuden a recuperarse a la economía a través del consumo 'la gente podrá emplearse en trabajos adecuados otra vez', resume.
En definitiva, para Skidelsky -que está en conversaciones para asesorar una posible serie de televisión sobre el economista- 'probablemente el mundo necesita un nuevo Keynes', cuyas teorías no han logrado -a su entender- ser mejoradas.
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