"Hemos construido una sociedad en la que los ordenadores tienen más trabajo que las personas"
La india Anupama Kundoo es un referente en una corriente de la arquitectura antigua pero de moda en el actual contexto de crisis que trata de ser sostenible, de bajo coste y comprometida con la sociedad y con el medio ambiente
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MADRID.- Auroville nació como una utopía hace más de cuatro décadas. Experimentalmente diseñada en el sur de la India en plena época hippy por el arquitecto Roger Anger con la meta de ser “una ciudad universal, donde hombres y mujeres de todos los países sean capaces de vivir en paz y en armonía”. Una fantasía de ciudad de la felicidad, sostenible y respetuosa con la Madre Tierra. Un puente entre el pasado y el futuro que Anupama Kundoo (Pune, 1967) ha ayudado a tejer desde hace casi dos décadas con sus propias manos, literalmente, y con una receta de cocina ancestral.
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Está claro que parece alguien con un perfil muy adecuado a este contexto económico y social, aunque sus ideas proceden de tiempos mucho más antiguos. Ella, sin embargo, no se da tanto protagonismo. No porta una aureola imaginaria de quien se sabe importante en lo suyo. “Es algo que ya se hacía muchísimos años atrás. Sólo que ahora está de moda”, explica apoyada en uno de los brazos del holgado sofá en el que se recuesta, con motivo del VI Congreso de Mentes Brillantes organizado por El Ser Creativo. Cuando comenzó, hace un cuarto de siglo, el problema medioambiental y el de la falta de recursos ya existían, sólo que pocos estaban concienciados con ello. “Entonces ya sabíamos que iba a producirse una enorme crisis medioambiental por la manera en que construimos edificios y ciudades”.
Ése es uno de sus mantras. Dar un nuevo uso a objetos olvidados, que ya nadie quiere. Ruedas de bicicleta, botellas o aparatos. Todo forma parte de su plan de austeridad de materiales. Una lista interminable que abarca hasta los libros. “Muchos de los que se producen acaban destruidos. Cuando era niña, significaban progreso y respeto”. Construyó en Barcelona estructuras de árboles con libros, como una metáfora perfecta del mundo en el que vivimos: “Cortamos árboles para fabricarlos y ahora no los queremos”.
Se halla centrada ahora en tratar de producir ferrocemento de manera artesanal, siguiendo así su ideal de construir ligada a la naturaleza y de muy bajo coste. Una tradición en constante evolución que no considera que haya que denostar únicamente por su condición de antigua. “Si la vida, o algunas cosas, no son mejores que antes, entonces tenemos que mirar atrás, para comprobar si lo que hacemos ahora es progreso o degeneración”. Una visión que mucho tiene que ver con las nuevas tecnologías. Entiende que hemos ido progresivamente de la mano de ellas hasta un punto en que casi tenemos completa dependencia. “Su desarrollo no debería hacer que nosotros dejáramos de pensar. Mucha gente cree que las máquinas harán todo por ellos y se ha vuelto pasiva; ha dejado de pensar, sólo ve la televisión. Las nuevas tecnologías hacen que estemos como drogados y tenemos que despertar. El futuro será mejor si actuamos como seres humanos”.
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