'Almas en pena en Inisherin', una comedia de una infinita tristeza
Colin Farrell y Brendan Gleeson protagonizan la nueva película de Martin McDonagh, una de las más prometedoras apuestas de los Oscar, con nueve nominaciones.
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madrid,
Por los caminos de piedra de la isla de Inisherin, en la bahía de Galway, vaga una banshee aullando de dolor por la muerte que vendrá. Por la mañana, Pádraic Súilleabháin, un hombre bueno, un poco simple, camina por esos mismos senderos hacia la casa de Colm Doherty, un hombre desesperado. Cada día, desde siempre, ha hecho este recorrido para recoger a su amigo y tomar una pinta, a las dos de la tarde, en el único pub de la isla. Esta mañana, Colm no abre su puerta. Y ahí empieza todo.
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Una amistad interrumpida brusca e inexplicablemente que derivará en una pena infinita y en un caos de ira y confusión, así es Almas en pena en Inisherin, la nueva película de Martin McDonagh, la del reencuentro felicísimo de Brendan Gleeson y Colin Farrell desde Escondidos en Brujas (2008), y una de las más prometedoras apuestas de los Oscar. Nominada en nueve categorías – película, dirección, guion original, actor protagonista (Colin Farrell), actor de reparto (Brendan Gleeson y Barry Keoghan), actriz de reparto (Kerry Condon), banda sonora y montaje–, esta película es puro cine.
Es una comedia y una tragedia, una historia que contiene en cada risa un gemido, un cuento anclado en las leyendas irlandesas, en los personajes de Shakespeare, en la humanidad del cine de John Ford, en la esencia del western. Es un relato de amistad y de rechazo, de dolor, violencia, angustia, un viaje por los rincones de cierto orgullo masculino, de los sentimientos heridos, de la convivencia y el deseo de trascender, una reflexión finalmente sobre el sentido de la vida y la forma de vivirla.
"Ya no me caes bien"
Pádraic ha llamado a la puerta, Colm no le ha abierto. Pádraic –conmovedor Colin Farrell–, bebe una pinta en el pub mientras muestra su confusión a Pat, al otro lado de la barra. "Estaba sentado haciendo nada" / "¿Habéis reñido?" Las primeras risas y la naciente turbación. No han discutido, no ha habido desencuentro de ningún tipo. Y aparece Colm –imponente, como siempre, Brendan Gleeson–: "No hiciste nada, simplemente, ya no me caes bien". En los primeros cinco, seis minutos de la película la suerte ya está echada para Inisherin y para todos sus vecinos.
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"Esa es la historia: dos amigos que dejan de serlo y sus consecuencias y cómo esas consecuencias acaban afectando a todo el pueblo. Hay discordia y locura, pérdida y sufrimiento, y también algunas risas", escribe Colin Farrell en las notas de producción de la película, donde añade: "El dolor engendra dolor. La ira engendra ira. La violencia engendra violencia. Los seres humanos hacemos cosas terribles. Pádraic está destrozado y actúa, hace cosas que nunca hubiera hecho. Por las razones que sean, Colm está viviendo un estado de agitación y dolor, una tristeza, una ira o un miedo que lo lleva a cometer actos despreciables".
El valor del tiempo
Pero Colm sí tiene sus razones. El tiempo, la ambición artística, la muerte que se acerca. Convencido irracionalmente de que le quedan doce años de vida, quiere dedicar ese tiempo a componer música y dejar un legado. Y en esos planes, Pádraic es un estorbo, con él solo pierde ese tiempo precioso, cree. "¿Te dedicas totalmente a tu vida de artista y haces caso omiso de los amigos, los amantes o la familia? ¿El trabajo es lo más importante? ¿No importan los cadáveres que dejes por el camino?" se pregunta el cineasta Martin McDonagh en la película.
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"Es un debate cuya solución no puedo ofrecer ni yo ni la película –dice en las notas de producción–. No creo que tengas que ser una persona que se autoflagela, oscura u odiosa para dedicarte a cualquier tipo de arte, incluso un arte oscuro. Pero creo que la película explora ese interesante enigma".
Las malas decisiones
Incógnitas vitales que flotan en el ambiente cada vez más enrarecido de Inisherin, desde donde sus habitantes escuchan y a veces ven las explosiones en la costa de enfrente. Es la Guerra Civil irlandesa, hermanos contra hermanos, el gobierno provisional que defiende el Tratado anglo–irlandés y el Ejército Republicano Irlandés (IRA). "Ese es el contexto de la película –explica Brendan Gleeson–. Si analizamos e intentamos entender cómo las cosas pueden desquiciare, puede que sepamos enfrentarnos a ellas y no tomar ese camino. Espero que la película recuerde a la gente que tomar decisiones malas o dañinas tiene un efecto duradero".
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Una secuela en Pádraic y en Colm, por supuesto, pero también en Siobhán Súilleabháin, la hermana del primero, una mujer que esconde su dolor y su soledad en los libros, inteligente, decidida y que quiera a su hermano; en Dominic Kearney, el único tipo un poco más simple que Pádraic, un pobre chaval, una víctima, pero también el único vecino de Inisherin que suelta esas verdades incómodas de las que los demás huyen. Devastación en sus vidas y en las del jefe de policía y el cura, las fuerzas vivas del lugar, y en la de Mrs. McCormick, reflejo del espíritu femenino, de la banshee que aúlla augurando la muerte por los senderos de la isla.
"La belleza que los rodea es incuestionable. Pero los ha aislado y sólo se miran a sí mismos. Hay algo podrido en este pueblo", sentencia Gleeson, el hombre desesperado de esta historia, el que destroza al hombre bueno, cargado de pronto de una ira con la que no sabe lidiar, y que ha sepultado su felicidad, tan fácil antes al lado de su amigo con una pinta y con sus animales, acariciando a su burra enana Jenny.