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MADRID.- “Voy a contar una historia real y, como todas las historias reales, contiene alguna mentira”. Son las primeras palabras de un narrador (seguramente inspirado en Jesús Guimerá) que cuenta cómo Paesa -un espía al servicio del Gobierno español, traficante de armas, involucrado hasta las cejas en la guerra contra ETA y participante en negocios sucios varios- ayudó al ex director de la Guardia Civil Luis Roldán a fugarse con su botín engordado con fondos reservados y cómo después le tendió una trampa para que le apresaran. En ‘El hombre de las mil caras’, nueva película de Alberto Rodríguez, Paesa le juró a Roldán que le guardaría su dinero. Todavía no se sabe dónde está ese dinero que robó Roldán.
Eduard Fernández, poderoso en el papel de Francisco Paesa, es, sin duda, la gran baza de la película. Tanta es la sobriedad y personalidad que imprime al personaje que le convierte en un agente de inteligencia serio, lo que choca bastante con la imagen de chapuzas y buscavidas que hasta hoy tienen muchos de Paesa. Carlos Santos es Luis Roldán y José Coronado, el narrador de la historia. Un relato que pertenece a un territorio poco transitado en el cine español, pero que comienza a abrirse puertas, seguramente, porque como dice el propio cineasta. “Ya estamos preparados para recibir películas sobre nuestras propias basuras”.
¿Qué conocía de la historia de Paesa cuando comenzó a trabajar en el proyecto?
Tenía algunos recuerdos. Estaba en mi último año en la Universidad y me acordaba de lo mismo que la mayoría, de que Roldán se fugó con mucho dinero y de que lo detuvieron en Laos. De Paesa no tenía ni idea, ni me sonaba el nombre.
¿Eso ayudaba o lo contrario a contar una historia con tantos recovecos?
Pues creo que ayudaba porque aproveché, como siempre, mis propios prejuicios para hacerme preguntas, ¿qué hay de interesante en esta idea? ¿y en la contraria? Aprovechamos muchísimo las preguntas que nos surgían que eran bastantes. La intención era hacer una película entretenida y muy abierta a todo el público.
¿Por qué eligió el episodio de Paesa con Roldán concretamente?
Paesa es una figura muy peculiar y muy enigmática. Hemos tenido un proceso muy largo de escritura y reescritura de guion. Pretendíamos contar al principio todos los años de actividad de Paesa desde Guinea Ecuatorial hasta el 2010, en que apareció aquel magnate ruso buscándole para matarle. Era imposible hacerlo en una película. Es un personaje capaz de mantenerse en cualquier situación. Eso le hacía interesante y brillante. Llegué a pensar que era un personaje excepcional, pero no deja de ser un timador, como cualquier espía.
Y ¿Roldán qué tenía de singular?
Bueno era singular por el cargo que tenía. Fue el primer civil que dirigió la Guardia Civil, con un curriculum falso y una formación falsa. Me fascinaba que todo lo que hacía era contradictorio. Además, estuvo a punto de ser Ministro de Interior.
Bueno, teniendo en cuenta el que tenemos ahora…
Ya. Es verdad. Ahora han saltado unos cuantos escándalos de antes. Cuando leí el libro me di cuenta de que era como una tramoya de cualquier noticia de hoy, veinte años posterior. Lo más triste de todo es que el problema sigue intacto. Son los mismos lobos con otra piel de cordero. Aunque ahora es una especie de universo que está por encima de los ciudadanos normales, el universo de la gente que se aprovecha del sistema y de la que nosotros no tenemos ni idea.
¿No querrá decir teníamos?
Pues sí, porque los españoles hemos hecho un máster en economía sumergida. Esta película, en realidad es más actual de los que parece.
Han investigado mucho, ¿puede decir que los hechos que narra en la película son los auténticos?
No. La realidad de esta película es que no deja de ser una ficción. Lo que se cuenta solo es una teoría de muchas. La conclusión a la que llegamos es que la verdad solo la conocen unos pocos. Así que esto es la ficción de una realidad. Después de hablar con periodistas, leer libros… cuanto más entrábamos, más ruido había en el caso. Es una forma de jugar en el cine que es interesante. Ya lo dice el narrador al principio de la película.
El narrador ¿está inspirado en varios personajes o es Jesús Guimerá?
Es un personaje necesario, porque alguien tenía que contar la historia. Son varias personas. Es un tipo que está en esta historia por la propia aventura, tiene como la necesidad de estar metido en el lío, es la llamada del jugador.
Con esta película se ha metido en un territorio poco transitado por el cine español, el de mostrar nuestra propia basura política…
Todo comenzó porque el tema nos llamaba la atención, pero es verdad que hemos entrado en un territorio que no se ha pisado muchas veces. Creo que ya estamos preparados para recibir este tipo de películas, para recibir películas sobre nuestras basuras.
En ‘La isla mínima’ de alguna manera hacía una crónica de la España de los primeros 80. Aquí hace lo mismo con los 90. ¿Es consciente de ello o ha sido coincidencia?
‘La isla mínima’ estaba ambientada en un territorio fuera del tiempo. Creo que es más el tortuoso momento de la Transición. Es el tiempo entre un régimen que está muriendo y otro que está naciendo. Esta es otra época, sí, y lamentablemente lo importante no son las siglas políticas, porque esto pasa en muchos partidos. Ni siquiera es exclusivo de España. Pero es más fruto de la casualidad que de otra cosa.
Eduard Fernández da una gravedad al personaje que no se corresponde con la imagen que tienen de él los españoles que vivieron aquella historia. ¿No le preocupa eso?
Lo último que recuerdo es que se publicó que Paesa había sido detenido en Sierra Leona con un cargamento de muebles antiguos. Se contó en diciembre, pero los hechos supuestamente ocurrieron en noviembre, lo que no deja de ser curioso. Ahora dicen que cada dos meses viene a Madrid… Es un personaje apasionante, muchos piensan que es un chapucero, pero yo veo algo de ‘la carta robada’ de Poe. Todo lo que hace es ¡tan evidente! que funciona.
¿Para usted es más brillante que chapucero?
Sí, para mí es alguien bastante más inteligente que grotesco. Mi opción es esa, Paesa se hace el chapucero como estrategia. Algo maravilloso debe tener para sobrevivir durante tanto tiempo.
Hay momentos para ambos personajes de revelación de su amor por sus esposas, ¿ha querido con ello humanizarles?
No. La película es más cínica de lo que parece. Lo que sí pretendíamos era que el espectador se identificara con ellos para luego preguntarse ¿pero, con quién me he identificado yo?
Ese truco a lo mejor explicaría lo de los casi 8 millones de votantes del PP ¿no?
Lo de esos 8 millones no hay quien lo explique. Aunque me cuesta verlo, tal vez es una buena explicación.
Con persecuciones, tramas de espionaje, hechos y personajes reales… al final lo que ha hecho es una película política ¿es así?
Sí, es una película política, lo es en el fondo de todo. La intención es llevar a la reflexión. Solo el poner en marcha la película ya plantea eso. Pero también es una película para que la gente lo pase bien y se entretenga.
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