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8M La huelga de costureras de Ford que puso en jaque la fabricación de coches en todo Reino Unido

En junio de 1968, unas 187 mujeres se plantaron ante la empresa de automóviles al pedir un aumento salarial. La historiografía considera este hito como el punto de partida de las reivindicaciones feministas.

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Imagen de archivo de las manifestaciones de las costureras de Ford en 1968.

madrid,

¿Cuál es la pieza más importante de un coche? La fábrica de Ford de Dagenham, al este de Londres, estuvo a punto de cerrar cuando el equipo de costureras se cansó de cobrar el 85% del suelo de un hombre. Los motores, la carrocería y los piñones de la caja de cambios estaban a punto, pero faltaba la tapicería y los asientos, lo que bastó para que todas las sucursales de Reino Unido se asomaran al precipicio. 

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El 7 de junio de 1968, unas 187 mujeres se plantaron ante sus patrones y pusieron en jaque los millonarios beneficios de una multinacional que se negaba a subirles el sueldo para equilibrarlo al de sus compañeros varones. Vista con perspectiva histórica, esta huelga es considerada como el punto de partida de los movimientos igualitarios feministas

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La protesta desbordó las expectativas de las trabajadoras, que vieron cómo se frenaba en seco la productividad de Ford en el condado y dejaba sin trabajo a muchos de sus ciudadanos. Esas presiones provocaron también que cedieran antes de alcanzar del todo sus pretensiones. Del 85% de los salarios pasaron a un 92% respecto al de los hombres. Un 7% que sentó precedente en Reino Unido. 

Durante dos semanas, la producción del equipo de costureras se frenó, y cuando no hubo más tapicerías para los asientos de los vehículos de Ford fue el momento en el que la industria cayó en la cuenta de que en un sistema de producción en cadena no hay trabajo menor. Las pérdidas, actualizadas a día de hoy, se estiman en 170 millones de euros.

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Ellas, relatan décadas después, no lo vivieron como una lucha de géneros. Querían que se reconocieran sus habilidades como costureras y que sus nóminas fueran acordes a lo que merecían. "No tenía que ver con igualdad de derechos. Pensábamos que nuestras habilidades merecían una mejora, pero la compañía no estaba de acuerdo", evocaba Sheila Douglass en The Guardian durante un aniversario de las movilizaciones. Douglass vivió en Dagenham el resto de su vida. 

Sin embargo, el contexto de los años sesenta, ese tipo de trabajos y salarios se consideraban complementarios al del hombre, el principal sustento económico familiar. Denominados pin money (algo así como dinero para gastos superfluos), el momento en el que quisieron que sus ingresos se equipararan al de sus maridos fue cuando empezó la crisis industrial. 

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Toda victoria pírrica tiene su adaptación al cine y en este caso, la lucha de estas costureras se tradujo en la película Pago Justo (título original Made in Dagenham), estrenada en 2010 y producida por la BBC. "Son derechos, no privilegios", recordaba la protagonista a su marido. 

El apoyo a las protestas

En testimonios posteriores, algunas de las huelguistas recuerdan cómo había trabajadores que les apoyaban pese a que había quienes menospreciaban la demanda salarial. Incluso había mujeres que acudían a sus manifestaciones para abuchearlas.

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Criticadas y desprestigiadas, fue la intervención de Barbara Castle, laborista y Secretaria de Estado de Empleo, la que decantó la batalla a su favor. Dos años después, esta Barbara Castle hizo posible la aprobación de La Ley de Igualdad de Pago de 1970 ‑EPA‑, que concede a cualquier individuo que trabaje en Reino Unido el derecho al mismo salario y beneficios, como otra persona del sexo opuesto esperaría recibir en el mismo o similar empleo. 

"Si [Castle] hubiera sido un hombre, no habríamos obtenido nada. Entendió nuestros problemas porque ella era una mujer. Fue beneficioso que ella fuera una mujer", sostienen las costureras.

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Las protestas por Londres con pancartas reivindicativas dejaron momentos extraños que las costureras recuerdan con humor. Durante el transcurso de una manifestación comenzaron a oír el claxon de los coches que pasaban cerca de la marcha. Su pancarta rezaba "We Want Sex Equality" [queremos igualdad salarial], pero la última palabra no se llegaba a ver y parecía que el mensaje decía "We Want Sex" [Queremos sexo]. 

"Me preguntaba por qué recibía tantos gritos de los camioneros que pasaban, luego me di cuenta de que faltaba la última palabra en la pancarta", recordaba Lil Grisley para la cadena británica BBC

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Escena de la película 'Pago Justo' que rememora aquella pancarta de las costureras en la que pedían igualdad salarial.

La huelga duró una quincena. El 20 de junio, 13 días después del toque de silbato, las costureras volvieron al trabajo. Con una subida considerable de sus sueldos, la normalidad volvió a la fábrica y las mujeres siguieron cobrando menos que los hombres por desempeñar trabajos de misma responsabilidad. Más de 50 años después, la brecha salarial en España entre hombres y mujeres es del 11,9%, según la Comisión Europea.

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