Vencer a la malaria sin bata blanca es posible
El Objetivo del Milenio de parar la infección transmitida por el mosquito Anopheles podría cumplirse
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FOTO: AINHOA IRIBERRI
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A pesar de llevar una especie de chaleco blanco por encima de su colorido vestido tradicional, Fatú no tiene formación sanitaria. De hecho, sólo acudió unos años a la escuela, lo que le permitió aprender a leer y escribir en francés y el wolof, las dos lenguas más habladas de Senegal. Pero Fatú salvó previsiblemente la vida de Ndeye Diop, una mujer de la aldea Nékhé Niane cuando, hace poco más de un año, le dijo en 15 minutos que padecía malaria y le ofreció el tratamiento necesario para acabar con sus síntomas.
Lejos de un consultorio médico, ni siquiera en una estancia cerrada, el diagnóstico se hizo en la plaza principal del pueblo natal de ambas mujeres que estrenaban así la implantación en su aldea del programa Cuidado de la Malaria a Domicilio (PECADOM) que, diseñado por el Programa Nacional de Lucha contra el Paludismo en Senegal (PNLP), ha conseguido reducir la mortalidad en casi 10 puntos en apenas cuatro años, aunque se calcula que casi 10.000 personas siguen muriendo de paludismo cada año. La malaria en Senegal es endémica y se recrudece durante la temporada de lluvias (de junio a octubre).
La mortalidad se ha reducido en Senegal 10 puntos en cuatro años
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El Fondo Global de la Lucha contra el Sida, la Malaria y la Tuberculosis es uno de los organismos internacionales que financia estos programas. Según el último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) —presentado el pasado 15 de diciembre—, los fondos destinados a la prevención del paludismo en Senegal han aumentado de los seis millones de dólares en 2001 a los 15 millones de dólares en 2006.
La malaria protagoniza el sexto Objetivo del Milenio —Detener y comenzar a reducir la propagación del VIH/SIDA y la incidencia del paludismo y otras enfermedades graves— las metas que fijó la ONU en 2000 para 2015. Y, según el último informe de la OMS, es realista pensar que este objetivo se puede conseguir, aunque Senegal no ha sido de los países que han sacado una puntuación más alta en el documento, como Zanzíbar y Santo Tomé y Príncipe.
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Pero los habitantes del pueblo de Nékhé Niane no tienen ni idea de lo que son los Objetivos del Milenio. Modou Ndiaye, un agricultor como todos los que trabajan en esta aldea de 285 habitantes sabe que el paludismo es una enfermedad infecciosa transmitida por un mosquito y que antes moría más gente. "Hace cuatro o cinco años que no veo fallecer a nadie en el pueblo", comenta.
El centro de salud más cercano está a 10 kilómetros
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La aldea pertenece a Mekhé, un pueblo de la provincia de Thies y tiene origen en una antigua oleada de inmigración de la ciudad de Tuba, al norte del país.
El centro de salud más cercano está a 10 kilómetros, que suelen hacer en carros o andando, ya que nadie tiene coche.
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Los habitantes de Nékhé Niane, sin embargo, no parecen estar mal. "Nos gusta vivir aquí porque podemos trabajar el campo y aprender el Corán", explica Abdou Niane, la persona que el jefe de la aldea ha designado para tratar a la delegación que visita el pueblo como ejemplo de la lucha contra la malaria.
"Si quieren, que lo pongan", contesta este hombre de 48 años a la pregunta de si preferiría poder acudir a un centro de salud más cercano, en vez de tener que tardar dos horas en carro. Para Abdou, lo más preocupante de la malaria es "la falta de productividad". "Si se controla, hay menos enfermos y el campo se trabaja mejor", resume.
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La enfermedad influye en una menor productividad
En un pueblo con tan pocos habitantes, no todos los días se hacen test para la malaria, pero la mujer entrenada para realizarlos se empeña en escenificar una prueba ficticia, con todo el pueblo de espectador. Fatú fue elegida por la asamblea del pueblo, pero tenía que cumplir con un requisito indispensable: saber leer y escribir en wolof y francés. A pesar de que casi nadie en el pueblo habla este último idioma, la mujer escribe en él sus anotaciones en el cuaderno donde registra cada actividad de su papel como voluntaria antimalaria.
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Mirando orgullosa la carpeta amarilla con sus notas, Fatú comenta que hace un mes realizó el último test de diagnóstico rápido de la malaria, la herramienta que permite detectar la enfermedad en sólo 15 minutos, pero el resultado fue negativo. La mujer que acudió en esa ocasión fue enviada al centro de salud más cercano para buscar otras causas a la fiebre y el dolor de cabeza que la hicieron consultar a Fatú.
Apenas 10 días antes, otra persona dio positivo al test, que consiste en la inserción de una pequeña aguja con una tira que reacciona a la presencia del parásito Plasmodium falciparum en sangre. Cuando esto sucede , la enfermera administra al paciente artesonato y amodiaquina, dos viejos fármacos que aún son eficaces en esta área del país.
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Las personas que dan negativo son enviadas al centro de salud
Junto a los test que se reparten en las aldeas más remotas se da también una caja donde tirar los residuos de forma segura y es ahí donde Fatú desecha el test utilizado en la falsa prueba. Fatú se toma muy en serio su papel y está muy contenta de haber sido elegida aunque en breve compartirá su labor con otra persona que será entrenada para hacer lo mismo que hace ella y poder repartirse la tarea.
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Entre los beneficios de su labor el agradecimiento que muestran los pacientes a los que ha diagnosticado como Ndeye Diop, que se muestra "encantada" porque "en sólo dos días" se encontró bien gracias a los fármacos administrado por Fatú.
Aunque los responsables del PNLP son conscientes de la importancia de estos test de diagnóstico rápido, señalan que el arma más importante contra la malaria sigue siendo la prevención. De ahí que la siguiente parada de la visita sea al pueblo de Thienaba, mucho más grande y muy cercano a la capital de la provincia, Thies.
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Thienaba es el orgullo de las autoridades sanitarias de la provincia ya que han conseguido disminuir la presencia de malaria en las 65 aldeas bajo su influencia. Tras menos de 10 años de puesta en marcha del programa, sólo 15 aldeas siguen reportando casos de la enfermedad, lo que lleva al responsable del programa en el pueblo, El Hadj Diop, a reclamar un coche para acudir a las aldeas más lejanas.
Las mosquiteras y la limpieza son las claves del éxito del programa en Thienaba, donde en 2009 sólo se han detectado cuatro casos. Y ambas medidas son tomadas muy en serio, como lo demuestra el hecho de que media hora después de ofrecer a la delegación de responsables del PNLP y del Fondo Mundial unos refrescos, pasen una bolsa de basura para que se tiren las botellas. Las papeleras y contenedores de basura son en este pueblo, como en el resto del país, un bien escaso, por lo que llama la atención que alguien se haya preocupado de ello. "A los mosquitos les gustan los sitios sucios con agua estancada, por eso nos preocupamos por la limpieza", explica Diop. Este padre de una víctima de la malaria —su hija de 12 años murió en sólo dos días tras contraer la enfermedad— explica las cuatro estrategias de su ejemplar programa.
En primer lugar, se organizan tres reuniones del Consejo del Pueblo al año; en segundo, se organizan equipos de limpieza del vecindario; en tercero, se establecen redes de solidaridad, que facilitan la asistencia a domicilio de los enfermos y el pago de mosquiteras a quienes no pueden afrontarlas y, por último, los clubs escolares, donde se enseña a los niños la prevención del paludismo.
En Thienaba se organizan equipos de limpieza de los vecindarios
En Thienaba, destaca la inflexibilidad en torno a las mosquiteras. En la época de lluvias, todos deben de estar en sus casas a partir de las siete de la tarde, cuando salen los mosquitos. Y en cada hogar no sólo hay una mosquitera, sino tantas como camas. La multa por la carencia de este requisito asciende a 250 francos CFA (0,40 euros). Además, en caso de que haya menos mosquiteras que camas la prioridad deben de ser los lechos de los niños.
La otra gran estrategia de prevención, la administración intermitente de tratamientos preventivos, se deja sólo para las embarazadas. Aquí, de nuevo, la educación sirve más que las batas blancas.