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Steinman, primer galardonado que recibe el premio después de morir

Ni la universidad donde trabajaba ni el jurado sabían que había muerto el 30 de septiembre

A. I.

Por primera vez en la historia de los Nobel, un investigador fallecido ha sido galardonado. Ralph Steinman murió el 30 de septiembre, pero ni la Universidad Rockefeller, donde trabajaba, ni el jurado conocían este dato en el momento del anuncio.

Eran las 11.30 de la mañana cuando se conocían los nombres de los tres ganadores. Tres horas después, el Instituto Karolinska recibía una llamada inesperada. El presidente de la Universidad Rockefeller les anunciaba que Steinman había fallecido por un cáncer de páncreas. Pronto, la fundación anunciaba en su cuenta en Twitter que se disponía a publicar una actualización sobre los premiados. Dos horas después, mantenía la incógnita con un comunicado de prensa donde sólo expresaba sus condolencias por la muerte de Steinman.

Alrededor de las siete de la tarde, hora española, llegaba el comunicado oficial, que aclaraba que el premio se mantenía a pesar de la muerte del galardonado. Según los estatutos, no debe premiarse el trabajo de un fallecido. Sin embargo, esas mismas normas también dicen que si una persona ha sido galardonada y muere antes de recibirlo, el premio sigue adelante. Tras una reunión urgente, la fundación interpretó que el galardón no se podía entregar 'deliberadamente' de forma póstuma lo que, claramente, no había ocurrido.

No ha sido esta la única noticia que ha acompañado al premio de Steinman. Según su universidad, el investigador habría sobrevivido cuatro años al cáncer de páncreas por haberse aplicado una 'inmunoterapia basada en células dendríticas diseñada por él mismo'.

El inmunólogo del CIB Ángel Corbí explica que, aunque es cierto que Steinman 'se aplicó a sí mismo una tecnología que se desarrolló gracias a sus descubrimientos', no se sabe si fue esta la que le mantuvo con vida. De la misma opinión es el científico del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas Manuel Hidalgo, quien explica que, aunque las vacunas contra el cáncer con células dendríticas son un campo 'muy prometedor', no se ha probado aún su eficacia.

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