La sonda 'Messenger' logra acoplarse a la órbita de Mercurio
La nave de la NASA es la primera en lograrlo
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Tras un viaje de seis años y medio, la sonda Messenger de la NASA ha llegado este viernes a su destino, una órbita a 200 kilómetros sobre la superficie de Mercurio.
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Allí permanecerá por lo menos un año para investigar las paradojas del planeta más cercano al Sol de todo el Sistema Solar. En él, las temperaturas pueden superar los 400 grados y aún así los astrónomos creen que puede haber hielo en sus polos.
El artefacto buscará hielo en los polos del planeta más cercano al Sol
Unos diez minutos después de las dos de la madrugada, hora peninsular española, la sonda de media tonelada ha encendido su propulsor para pegar un frenazo y acompasarse con Mercurio. Tras realizar la maniobra con éxito, el Messenger se ha convertido en la primera nave humana en orbitar este planeta.
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La sonda es el relevo del Mariner 10 , otro artefacto lanzado por la NASA en 1974 y que tomó las primeras imágenes de una de las caras del planeta. El Mariner 10 sólo pudo cubrir el 45% de la superficie. En las tres pasadas a Mercurio que el Messenger ha tenido que dar para ir aproximándose a su órbita, el aparato ha podido fotografiar al completo el hemisferio que no pudo captar Mariner 10 antes de quemar todo su combustible y apagarse en 1975.
Fotografiará todo el cuerpo a una altura de unos 200 kilómetros
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"Pese a su proximidad a la Tierra, Mercurio ha sido menos explorado que otros planetas en las últimas décadas", ha explicado Sean Solomon, físico de la Institución Carnegie de Washington y jefe científico de la misión, durante una rueda de prensa. Una de las razones de esa desatención es lo complicado que es llegar a Mercurio, que orbita a 48 kilómetros por segundo, casi diez más que la Tierra. Para viajar hasta allí y alcanzar la velocidad justa, el Messenger ha tenido que sobrevolar una vez la Tierra, dos Venus y tres el propio Mercurio. "Lograr alcanzar la órbita ha sido el mayor reto de la misión desde su lanzamiento", ha dicho Peter Bedini, otro de los responsables de la misión.
El Messenger va protegido por una coraza de cerámica para que sus espaldas no se achicharren cuando pase entre el Sol y el planeta, que orbita tres veces más cerca del astro rey que la Tierra. Una de las preguntas que pretenden contestar sus instrumentos es por qué este cuerpo rocoso con una composición similar a la Tierra tiene proporcionalmente un núcleo tan enorme como dicen las estimaciones. Otro de los objetivos es fotografiar el supuesto hielo que hay en los cráteres tenebrosos de los polos, donde el Sol no llega nunca y la temperatura desciende hasta los 183 grados bajo cero.
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En 2019, el BepiColombo, un nuevo artefacto diseñado por las agencias espaciales de Europa y Japón, tiene planeado llegar al infierno de Mercurio con otras dos sondas de investigación.