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La sonda 'Dawn' parte hacia los orígenes del sistema solar

La nave de la NASA tiene previsto partir mañana con destino al asteroide Vesta y el recién ascendido a planeta enano Ceres

DANIEL MEDIAVILLA

Entre los dos tipos de planetas que orbitan en torno al Sol –los pequeños cuerpos de superficie sólida, como la Tierra o Marte, y los gigantes gaseosos, como Júpiter– se encuentra la región en la que permanecen flotando los retales de la formación del sistema solar, las grandes rocas que nunca lograron unirse para formar un planeta y gravitan desde entonces en el llamado cinturón de asteroides.

Los científicos creen que allí están las claves sobre los orígenes de este sistema planetario. Y hacia allí precisamente tiene previsto partir mañana la sonda Dawn de la NASA.

Esta misión es la primera que explorará esa zona del Universo. Dawn visitará primero el asteroide Vesta y, después, el recién ascendido a planeta enano Ceres. Los destinos no se han fijado al azar. Ambos se han mantenido prácticamente inmutables desde su aparición y su exploración ayudará a comprender cómo era el sistema solar en sus orígenes.

Además, cada uno de estos cuerpos representa a una de las dos zonas planetarias. Vesta es un mundo seco y diferenciado, que muestra en su superficie las marcas de algunos encontronazos con otros bólidos celestes. Se podría decir que es pariente de planetas como la Tierra. Ceres, en cambio, posee una superficie primitiva, en la que hay minerales que contienen agua y es posible que hasta tenga una atmósfera tenue. Es más parecido a las grandes lunas heladas de la región exterior del sistema.

El especialista del Instituto Astrofísico de Canarias Javier Licandro explica: “Vesta se encuentra en una zona interior del cinturón y en esa región es más difícil que el agua haya permanecido, porque el calor del Sol hace que se vaporice. Ceres está más lejos y eso le permite mantener agua helada”.

El estudio de estos dos cuerpos proporcionará una valiosa información para comparar los distintos caminos que siguieron los planetas gaseosos y los terrestres en su etapa de formación.

Fuente de meteoritos
En el imaginario popular, los asteroides se asocian con rocas que caen del cielo y, en parte, la idea no es errónea. Algunos de estos objetos, los que se encuentran en la zona de resonancia 3:1 (los que dan tres vueltas al Sol por una de Júpiter), pueden acabar en la Tierra. Las colisiones con el campo gravitatorio del planeta gigante sacan a los pequeños asteroides de sus órbitas y los lanzan, en ocasiones, hacia el interior del sistema solar.

Pero ni Ceres ni Vesta se encuentran en una órbita que los convierta en un peligro para la Tierra. Sin embargo, como explica Licandro, “cuando se estudian los asteroides y se analiza su composición y su estructura, se puede conocer cómo son en general estos objetos. Si en algún momento quisiéramos desviar uno de ellos, necesitaríamos conocer su composición y como en esa situación tendríamos muy poco tiempo, cuanto más sepamos sobre ellos ahora, mucho mejor”, concluye.

Para comenzar a recibir los datos que envíe la Dawn, habrá que esperar. El innovador sistema de propulsión de iones de la sonda permitirá, por primera vez en la historia, que una vez observado un objeto (en este caso Vesta), la nave pueda abandonar su órbita para dirigirse hacia otro (Ceres). Para realizar esta proeza con otro sistema de propulsión, sería necesaria una cantidad ingente de combustible que haría imposible la misión. No obstante, el bajo consumo y la operatividad tiene un inconveniente: el primer informe de Dawn sobre el origen del sistema solar no llegará hasta 2011, cuando alcance Vesta.

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