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Es necesario contar con los mejores

Debate sobre el futuro de la investigación en España. Hablan cinco de los más destacados científicos de país. 

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La comunidad investigadora española mantiene una expectación respecto a la política científica nacional que apenas se conocía hace 20 años. La impresión general es que los mimbres para que España enganche con la primera línea mundial están ahí, que sólo falta voluntad –y acierto– político para tramarlos. 17 de los más importantes biólogos españoles se reunieron hace unos días en Girona, invitados por el CSIC, para explicar su trabajo en un seminario con los príncipes de Asturias, Felipe y Letizia. Público reunió en ese marco a cinco de ellos para discutir sobre los grandes retos que encara la ciencia española en este comienzo de legislatura.

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María Blasco (MB): España no está mal en términos de producción científica, se hace mucha investigación de calidad, pero me preocupa mucho la traslación de toda esa ciencia básica a la sociedad, a través de la creación de empresas tipo spin-off. Carecemos de esa cultura de hacer patentes de los experimentos, España está muy por debajo del nivel europeo en patentes y esto es un grave problema, que espero que con el nuevo Ministerio de Ciencia e Innovación y el talante de la nueva ministra [Cristina Garmendia] se solucione.

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Melchor Álvarez de Mon (MADM): Sin querer ser pesimista, veo que hay una distancia muy grande entre la cantidad y la calidad de la producción científica respecto a países de nuestro entorno.

Ginés Morata (GM): La ausencia de mecenazgo refleja la falta de percepción del valor de la ciencia por parte de la sociedad española. Las clases dirigentes no colaboran… Nature lo comentaba hace poco, España necesita invertir más, todo el mundo está conforme, pero además tiene que tener unas estructuras para aprovechar el talento y la rigidez del sistema es muy grande. En ese sentido, lo que hablábamos del nuevo Ministerio puede ser muy bueno, pero no sólo se trata de invertir más, se trata también de generar un sistema, un mecanismo para aprovechar las capacidades de los científicos españoles.

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PA: ¿Tú te imaginas preguntarle al presidente del Barça o del Real Madrid si prefieren traer a los españoles que están fuera o simplemente fichar a los mejores del mundo? ¿Por qué aplicamos en el fútbol lo que no aplicamos a la ciencia?

GM: También es cierto que no necesitamos investigadores con nombre, sino gente buena, de entre 35 y 40 años, que tenga potencial. Otros países, como Inglaterra, Alemania o EEUU lo hacen. España quiere competir con esos países, pero el problema es que ellos tienen más fondos y una estructura más flexible. Hay que ser conscientes de que la ciencia no es algo local, es algo global. La política tiene que ayudar en ese sentido.

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MADM: El sistema es rígido en las formas y en la práctica, los profesionales somos inmóviles, uno que entra a trabajar en un hospital o en un centro se muere allí, estamos haciendo un sistema anquilosado.

PA: Tenemos una dinámica como país que nos hace pensar, primero, cómo conseguir trabajo a todos los de nuestro equipo, y luego, cómo les haces funcionarios...

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GM: Está en la condición humana buscar la estabilidad, sobre todo a partir de una determinada edad, pero no es incompatible con la flexibilidad de movimiento. El problema no es sólo que el sistema sea rígido, sino que, además, exige poco. No sólo consigues un puesto fijo, sino que además el sistema te permite ser muy ineficiente. En EEUU mucha gente tiene puestos fijos, pero el sistema es muy exigente, continuamente les están pidiendo cosas. Aquí, es al contrario, nadie te exige nada, y ese es uno de los grandes problemas, exigimos muy poco a nuestros científicos.

MB: Tampoco hay recompensa.

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MADM: Sí, muchos compañeros no lo aceptaban, no entendían que se les evaluase, porque habían llegado al máximo nivel del funcionariado… No creían que nadie debiese opinar sobre si habían publicado o no suficientes papers [artículos científicos]. Personalmente, lo pondría más difícil para todos, que hubiese un nivel de producción, que se aceptase la calidad, pero después vienen los sindicatos… Esas evaluaciones permitirían premiar económicamente a los que lo hacen bien.

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