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Masacre prehistórica: ¿Es la guerra un acto inherente al ser humano?

Hipótesis sobre el ataque

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Los esqueletos hallados en Nataruk (Kenia) muestran signos de un posible ataque intergrupal en el pasado. En la imagen, uno de los cráneos encontrados, en el que se aprecian las lesiones en las partes frontal y lateral. / Marta Mirazon Lahr

Los orígenes de la guerra son controvertidos: ¿está en las raíces evolutivas de nuestra especie, o es una consecuencia de la noción de propiedad que surgió con el abanono de la vida nómada y el nacimiento de la agricultura? El hallazgo de un equipo internacional con participación española parece indicar que la violencia organizada viene de antiguo.

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Diez de los doce esqueletos presentaban signos de haber sufrido traumatismos en la cabeza y otras partes del cuerpo

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“Ninguno de los 27 individuos encontrados fue enterrado, sino que presumiblemente fueron abandonados en el lugar donde cayeron muertos”, explica José Manuel Maíllo, profesor en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y uno de los coautores de este estudio, que ha sido liderado por la bióloga argentina Marta Mirazón Lahr, del Centro Leverhulme para el Estudio de la Evolución Humana de la Universidad de Cambridge.

Algunos esqueletos presentaban roturas en cráneo, manos, rodillas o costillas. / Marta Mirazon Lahr

Los esqueletos encontrados presentaban fuertes golpes en el cráneo o puntas de flecha o lanza clavadas, que también se localizaron en la caja torácica de dos individuos. Además, eran visibles la rotura de manos, rodillas y costillas en algunos de los restos.

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Las armas eran de obsidiana, roca nada común en la zona, lo que significa que uno de los grupos en lucha venía de fuera

“Estas muertes en Nataruk dan testimonio de la antigüedad de la violencia entre grupos y los conflictos bélicos”, afirma Mirazón Lahr. Por su parte, Maíllo opina que “más allá de las interpretaciones teóricas sobre la violencia en el ser humano, Nataruk aporta una efímera, pero dramática evidencia de la violencia en nuestra especie”.

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Hipótesis sobre el ataque

En la época en que se produjo este suceso, los alrededores del lago Turkana tenían campos fértiles y varias poblaciones de cazadores recolectores. La presencia de cerámica en la zona puede indicar que se almacenaban los recursos disponibles y no había demasiados movimientos demográficos.

Esta ilustración de la líder del estudio, Marta Mirazón Lahr, muestra cómo se encontró el esqueleto de la mujer embarazada. Estaba sentada y por la posición de sus extremidades se deduce que fue atada de pies y manos.

“Las teorías que tenemos sobre el origen de los conflictos intergrupales o las guerras están ligadas a sociedades sedentarias y, en muchas ocasiones, asociadas a etapas de carestía o necesidad alimenticia. No obstante, los restos que hemos encontrado pertenecen a grupos de cazadores recolectores [nómadas, no sedentarios], y la zona era rica en recursos. Por tanto, debemos poner en duda el escenario que se ha concebido sobre el origen de los conflictos intergrupales”, reflexiona Maíllo.

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