No han sudado en la pista, pero sus medallas olímpicas han sido obtenidas con el mismo esfuerzo que las disputadas en el ámbito deportivo. Se llaman Víctor López Ferrando (Castellón, 1990), Alberto García del Bosque, (Zaragoza, 1989), Alberto Sánchez Molero (Valencia, 1989) y Andrés Suárez Velázquez (Asturias, 1991), y son los plusmarquistas españoles de este año en química; han logrado sus galardones haciendo trabajar no los músculos, sino las neuronas, sustituyendo el  gimnasio y las pesas por el pupitre y el ordenador.

Estos cuatro alumnos de Bachillerato son los vencedores en la Olimpiada Nacional de Química, un certamen organizado por el Ministerio de Educación y Ciencia, en colaboración con la Asociación Nacional de Químicos (ANQUE) y la Real Sociedad Española de Química.

Animar las vocaciones

El objetivo de este concurso no sólo es impulsar las vocaciones científicas, sino también descubrir nuevos talentos en este campo, antes incluso de que alcancen la mayoría de edad. Según una de las coordinadoras de la Olimpiada Nacional, Carmen Cartagena, aspiran a 'fomentar a la gente inteligente, a la gente capaz de hacer un esfuerzo'.

Los medallistas se ajustan a esta descripción: con unas notas de selectividad de entre 8,5 y 9,8 puntos, son definidos por Cartagena como 'esponjas'. 'Es gente que va por delante de ti. En una semana, fagocitan una serie de conceptos que a la gente normal le llevaría meses asimilar. Son muy rápidos e incansables', cuenta.

Tanta disciplina les ha permitido brillar fuera de España: todos han conseguido la medalla de bronce en las Olimpiadas Iberoamericanas, y López Ferrando ha logrado ganar otro bronce en las Olimpiadas Internacionales.

Y todo ello a pesar de haber seguido un entrenamiento muy distinto de los de las naciones punteras. Los rusos, chinos y coreanos suelen acaparar los oros, debido a una preparación intensiva que convierte a sus participantes en Olímpicos profesionales.'Para la Olimpiada Internacional, algunos llevaban cuatro años estudiando y entrenándose, mientras que en Europa no se le dedica más de una semana', declara Alberto García del Bosque. 'En España, es raro el instituto que hace prácticas de laboratorio', opina, por su parte, Sánchez Morelo. 'Y eso se nota', apostilla.

'En otros países, la obsesión es ganar las Olimpiadas, con lo que a veces impiden que los alumnos entren en cursos avanzados de universidad para que puedan competir', declara Carmen Cartagena. 'Y hay gente que compite dos o tres años, pero esa no es la idea que tenemos en el programa español.El Ministerio de Educación y Ciencia tiene la idea de que el número de participantes sea el mayor posible, así que cada año van cambiando', añade la experta.

 Además de la medalla, los cuatro primeros puestos en las Olimpiadas Nacionales traen consigo el compromiso de un puesto de trabajo en grandes empresas, como Repsol, Dow Chemicals, UBE Corporation Europa y Técnicas Reunidas.Aun así, pocos de los galardonados han elegido una carrera relacionada con la química: García del Bosque estudia para ingeniero aeronáutico; López Ferrando y Sánchez Molero, Informática y Matemáticas; y Suárez Velázquez, Medicina.

La química ha sido para ellos una afición que no dudan en calificar de 'divertida'. Eso sí, un concepto de diversión que parece bastante similar al que debió de sentir Fernando Alonso cuando se subió a un kart por primera vez.

Cuatro estudiantes entre 2.000

Nacidas en 1959 como una prueba para estudiantes de bachillerato de la Europa del Este, las Olimpiadas de la Química convocan a 65 naciones, entre ellas España, que participa desde 1996. La competición consta de pruebas teóricas y prácticas, que incluyen experimentos en laboratorio, y pueden participar en ellas todos los centros educativos que lo deseen. En esta edición, se ha pasado de 2.000 alumnos iniciales a 150 finalistas, de los cuales los 12 mejores consiguieron la medalla de oro. De esta docena, los cuatro primeros son los seleccionados para representar a España en la Olimpiada Iberoamericana y en la Internacional.