¿A qué huele el cine cuando ponen una peli de terror?
Los químicos volátiles que emitimos con la respiración y el sudor tienen una composición y un olor diferente según la emoción que experimentamos.
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madrid, Actualizado:
Para descubrir cuáles son los momentos de más tensión en una película no hace falta estar sentado delante de la pantalla. Puede adivinarse solo con observar los niveles de CO2 e isopreno en la sala de proyecciones. Es lo que han comprobado científicos del Instituto Max Planck de Química, en Mainz, Alemania, al medir los compuestos orgánicos volátiles en el aire del cine Kino Cinestar (Alemania), en dos estudios consecutivos. Un total de 22.500 espectadores –que llenaron la sala a lo largo de 243 sesiones, para ver 16 películas distintas de acción, comedia, romance y terror– dejaron claro que existe un patrón inequívoco. Los químicos que las personas emiten a través de la respiración y el sudor están relacionados con las emociones que sienten.
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El dióxido de carbono y el isopreno en la atmósfera del cine eran medidos cada 30 segundos, mediante un espectómetro de masas conectado al sistema de ventilación. Por ejemplo, ambos valores experimentaban un subidón en dos momentos clave de Los juegos del hambre 2: cuando a la protagonista se le prende fuego el vestido y cuando comienza la batalla final. "En muchas ocasiones, era posible identificar las distintas películas por los gráficos de dióxido de carbono", escriben en Scientific Reports los autores de la investigación.
La ansiedad está en el aire
Este aumento se debe a que, cuando a alguien se le aceleran la respiración y el pulso (respuestas típicas del cuerpo ante una situación de tensión, miedo o estrés), produce más dióxido de carbono. El isopreno, por su parte, "es un compuesto químico producido por procesos metabólicos que se almacena en el tejido muscular. Lo liberamos a través del sistema circulatorio, al espirar y a través de la piel cuando nos movemos. Y es evidente que nos contraemos en el asiento involuntariamente o tensamos los músculos cuando estamos nerviosos o excitados", explica Jonathan Williams, director del estudio. Además, el isopreno está relacionado con la producción de cortisol, la famosa "hormona del estrés".
E isopreno está relacionado con la producción de cortisol, la "hormona del estrés"
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Tanto es así que el equipo de Williams propone este método como herramienta para clasificar las edades recomendadas para cada película, en un artículo publicado en Plos One. "Los niveles de isopreno son un buen indicador para deducir lo estresante que puede ser un filme para niños y adolescentes", apuntan.
Pero sus implicaciones pueden ir mucho más allá. Si, como concluye un informe dado a conocer en la revista Brain and Behaviour en 2020, hay evidencia científica de sobra de que las emociones que sentimos los humanos pueden ser comunicadas mediante quimioseñales fisiológicas... y percibidas mediante el olfato. Aunque, por el momento, las más estudiadas son el miedo y la ansiedad, también parece ser que funciona para la alegría y para la tristeza. Los experimentos demuestran que somos capaces de percibir emociones ajenas a través del olor que dejan, aunque suele ser siempre de forma inconsciente.
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Camisetas sudadas muy comunicativas
Por ejemplo, en un estudio recogido en Science, se les daba a oler a un grupo de hombres heterosexuales un paño con lágrimas de tristeza de mujeres y un paño con lágrimas también femeninas, pero provocadas de forma mecánica. Sin saber cuál era cuál, los participantes experimentaban una disminución en sus niveles de testosterona solo cuando esnifaban el paño del desconsuelo.
Experimentos similares se han hecho dando a oler camisetas sudadas a las participantes (en femenino, porque las mujeres tienen una capacidad olfativa más fina que los hombres). En unas prendas, el sudor había sido producido en una situación de miedo (viendo películas de terror) y en otras, en un gimnasio. Aunque de forma consciente las participantes no encontraban diferencias entre unas camisetas y otras, el análisis del electromiógrafo facial (fEMG, una técnica para medir la actividad muscular), delataba que solo a las que olían el tejido impregnado de sudor "por miedo" se les activaban en la cara los mismos músculos que tensamos ante una situación de tensión.