La falta de un acuerdo para financiar a los países en vías de desarrollo bloquea la cumbre de Doha
El borrador de la cumbre reclama a las potencias mundiales 100.000 millones de dólares al año para los países más pobres, una cifra que parece imposible de alcanzarse. Europa aportará 6.800 millones de euros hasta 201
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Este viernes se cierra la cumbre de Doha sobre el clima y mientras que la firma de un protocolo de Kioto II para reducir las emisiones de CO2 parece muy lejana, un nuevo problema ha encallado las discusiones. Nadie quiere hacerse cargo de poner el dinero para hacer frente a los efectos ya palpables del cambio climático, por lo que ésta, como las anteriores cumbres, está destinada a fracasar.
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Tal y como está la situación, algunos de los asistentes a Doha creen que es inevitable que la temperatura del planeta aumente 4 grados centígrados para 2060 y ven imposible que la subida se pare en los 2 grados que los expertos ven como el máximo posible si se quieren evitar la catástrofe. El ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius, se mostró preocupado por el avance de las negociaciones y en declaraciones a los periodistas anoche dijo que "la gestión del clima es una cuestión extremadamente seria".
Según él, "ya hemos superado el límite de los 2 grados. Si esto es cierto, habrá consecuencias catastróficas. Debemos reaccionar". Al constante fracaso de las negociaciones en las cumbres del clima, Fabius insistió en que "el cambio climático es el nuevo reto de la diplomacia mundial".
Qatar, que es a la vez organizador de la cumbre y el país más contaminante del mundo, se negó a hacer algún tipo de concesión en este sentido y también se cerró en banda ante la posibilidad de dar financiación a los países pobres para que puedan adaptar su industria a los nuevos retos del clima. Su actitud no sorprende en absoluto teniendo en cuenta que las autoridades decidieron deportar ayer a dos activistas que desplegaron una pancarta en una de las sesiones reclamando mayor implicación al país árabe.
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El borrador de la cumbre establece que los países desarrollados deben ofrecer 100.000 millones de dólares anuales hasta 2020 a los países en vías de desarrollo para que puedan atajar las emisiones. La cifra en plena crisis económica y ante la falta de voluntad política es imposible de alcanzar. Alemania, Reino Unido, Francia, Holanda, Suecia Dinamarca y la Comisión Europea han donado en total 6.800 millones de euros para los dos próximos años.
El texto, que será examinado hoy, hace hincapié en la necesidad de un equilibrio en la asignación de recursos entre adaptación y mitigación y explica que los fondos facilitados a los países en vías de desarrollo pueden venir de una amplia variedad de fuentes, públicas y privadas, bilaterales y multilaterales, así como alternativas. También propone que las medidas de adaptación sean financiadas en gran parte a través de fuentes públicas y reitera que una parte significativa de la nueva financiación multilateral para la adaptación debe fluir a través del Fondo Verde para el Clima.
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Se calcula que las emisiones de CO2 aumentarán un 2,6% este año y sólo cuatro países se han comprometido a rebajar sus límites: Líbano, República Dominicana, Bielorrusia y Ucrania.
Desde el principio de la cumbre se daba por hecho que Doha fracasaría, algo que se ha convertido en norma desde que la cumbre de 2009 en Copenhague se cerrara sin un compromiso global de los países más importantes del mundo para luchar contra el cambio climático.