'Hay que beber agua de grifo', subraya el investigador del CSIC Damià Barceló tras conocer las conclusiones de un estudio alemán que ha encontrado, por primera vez, una 'contaminación generalizada' por xenoestrógenos en el agua mineral embotellada. Estos compuestos, creados en procesos industriales, mimetizan los efectos de los estrógenos las hormonas sexuales femeninas y pueden provocar problemas en el desarrollo del feto y otros trastornos reproductivos.
Según los autores del trabajo, de la Universidad Goethe de Fráncfort, estas sustancias químicas contaminan el agua mineral al migrar desde los envases, compuestos en su mayoría por tereftalato de polietileno o PET. En España, en 2007 (el último año del que se tienen datos), se produjeron más de 6.000 millones de litros de agua envasada. Y alrededor del 90% de los envases estaba fabricado con este polímero plástico.
En el estudio, publicado en la revista Environmental Science and Pollution Research, los científicos han analizado 20 marcas de agua mineral a la venta en Alemania, detectando niveles muy bajos, pero significativos, de contaminación estrogénica en el 78% de las muestras embotelladas en plástico, el mismo con el que se fabrican los envases en España.
Los expertos también han descubierto que un molusco utilizado en la investigación, el caracol neozelandés del lodo, se reproduce más en el agua enfrascada en PET. Para los científicos, dirigidos por Martin Wagner, este estudio podría mostrar 'sólo la punta del iceberg'. A su juicio, los envoltorios plásticos, omnipresentes en la industria alimentaria, podrían ser 'una fuente muy importante de xenohormonas en muchos otros comestibles'.
Damià Barceló, que trabaja en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua, en Barcelona, cree que el estudio alemán es 'serio y creíble', pero no una sorpresa. 'Vivimos en una sociedad de plástico y estamos expuestos a estos compuestos continuamente. El agua embotellada es, simplemente, una fuente más', advierte.
La Federación Europea de Aguas Envasadas ha reaccionado inmediatamente al estudio de la Universidad Goethe. En un comunicado difundido ayer, los fabricantes aseguran que “la actividad estrogénica observada no puede ser atribuida a los envases PET”, dado que los investigadores no han identificado los compuestos detectados en las muestras de agua analizadas. Según la Federación, la contaminación “estaría en un rango de nanogramos, la millonésima parte del límite permitido en la UE”, por lo que las aguas comercializadas por sus miembros son “seguras para su consumo”.
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