Los miembros más pequeños de la familia de los primates –a la que pertenecen los humanos– necesitan la misma energía para trepar que para desplazarse por el suelo. Este sorprendente descubrimiento explicaría por qué los primeros miembros de este grupo subieron a los árboles pese a que, en principio, trepar parece más costoso que caminar.
Un equipo de científicos de la Universidad de Duke comparó la energía consumida por cinco especies diferentes de primates (loris, mono tití, lori perezoso pigmeo, lemur enano de cola gorda y lemur mangosta) mientras caminaban en una cinta horizontal o trepaban por una vertical creada a propósito para el experimento. “Asumíamos que sería energéticamente más costoso para ellos trepar que caminar, así que el descubrimiento fue algo inesperado”, afirmó Jandy Hanna, autora principal del estudio que ha publicado esta semana Science.
Los ejercicios se realizaron en el interior de una cámara metabólica donde se medía la cantidad de oxígeno que consumía cada animal. Los primates de mayor tamaño consumían la misma cantidad de oxígeno por kilo de masa corporal para trepar un metro que los más pequeños. Sin embargo, caminando, cuanto más grande era el animal, menos oxígeno necesitaba. Así, el lemur utilizó 60 unidades de energía para caminar un metro, mientras el loris necesitó 140. Para esa misma distancia los humanos gastan 5 unidades de energía.
El estudio proporciona información sobre cómo eran los primeros primates hace 65 millones de años y ayuda a reconstruir el árbol familiar de nuestros ancestros. Hasta ahora se creía que comenzar a vivir en los árboles les supuso un coste energético. Sin embargo, para los que pesaban menos de medio kilo no habría sido así. Esto indica que los primeros primates fueron animales pequeños que vivían en los árboles.
Ventaja para los grandes
Los resultados del estudio da sentido a las diferencias de comportamiento de los primates de distinto tamaño en la actualidad. Las especies grandes son más terrestres, pero algunas como los gorilas pueden trepar a los árboles. Sin embargo, los primates más pequeños caminan con muy poca frecuencia, porque necesitan la misma energía para desplazarse y no tienen ventajas que ofrecen los árboles como una mayor seguridad frente a los depredadores.
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