Los ecologistas exigen revisar las presas de las nucleares
Las ONG piden incluir embalses cercanos a las centrales en el examen de seguridad frente a seísmos e inundaciones
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A las organizaciones antinucleares no les bastan las pruebas de resistencia que se anuncian para las centrales atómicas españolas. El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) informó ayer, con trazo grueso, en qué podrían consistir esos exámenes. Básicamente, los reactores tendrán que soportar un accidente como el sufrido por la central japonesa de Fukushima. Si no lo aguantan, se cerrarán, según ha asegurado el Ministerio de Industria.
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Las pruebas, propuestas tras una reunión de autoridades de seguridad nuclear europeas en Helsinki (Finlandia), contemplarían terremotos e inundaciones superiores a los previstos en la base de diseño de las centrales, un apagón eléctrico total durante días, un accidente con fusión del núcleo del reactor, explosiones de hidrógeno y degradación del combustible de uranio gastado almacenado en las piscinas. Además, los propietarios de las centrales con dos reactores (Almaraz, en Cáceres, y Ascó, en Tarragona) tendrán que considerar un accidente múltiple. Toda esta cadena de sucesos ha ocurrido en Japón. Las plantas atómicas españolas tendrán que estar preparadas para un fukushima o cerrar.
Garoña no estaba preparada en 2009 para la rotura de la presa de Reinosa
Sin embargo, a Ecologistas en Acción y Greenpeace no les parece suficiente. Quieren que el examen se amplíe a "las infraestructuras sensibles" cercanas a los reactores. "No tiene sentido hacer una prueba para ver si una central resiste un terremoto máximo si la presa que hay aguas arriba no lo aguanta", critica Francisco Castejón, portavoz de Ecologistas en Acción.
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El discurso ecologista, tildado de catastrofista durante años desde la industria nuclear, se ve ahora con otros ojos tras el desastre de Fukushima, donde un terremoto de magnitud 9 y un tsunami parecían imposibles. Es el caso de la central de Santa María de Garoña, en Burgos. Una inspección realizada por el CSN el 5 de mayo de 2009 desveló que su procedimiento titulado Rotura de la presa en el pantano de Reinosa o en el pantano de Sobrón, paradójicamente, "no desarrolla actuaciones del titular ante la rotura de la presa de Reinosa". El embalse del Ebro, formado por la presa, ayer tenía 457 hectómetros cúbicos. 457.000 millones de litros aguas arriba del reactor de Garoña.
Cofrentes aguantó en 1982 una descomunal crecida del río Júcar
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El acta de inspección del CSN, un documento público y accesible en su web, detalla que el Análisis Probabilístico de Seguridad de la central, un documento elaborado por la empresa contemplando escenarios catastróficos, "analiza la rotura de la presa de Reinosa y muestra que el riesgo es apreciable pero que el suceso tiene una probabilidad de ocurrencia muy baja y puede considerarse despreciable".
En el acta, dos inspectores del CSN critican que la empresa propietaria de la central, Nuclenor, repartida entre Endesa e Iberdrola, no contemple actuaciones ante la rotura de las presas de Reinosa, Cereceda y Cillaperlata, estas últimas más cercanas. Sin embargo, califican el hallazgo de "muy baja importancia para la seguridad", ya que la probabilidad de una rotura, incluso parcial, de la presa de Reinosa o un desastre múltiple en las otras presas, más pequeñas, es "muy baja". El portavoz de Nuclenor, Antonio Cornadó, resta importancia al suceso. "Se corrigió y nada más. La prueba es que el CSN aprobó la prórroga de Garoña hasta 2019", asevera.
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La revisión que pide el Gobierno la llevarán a cabo las propias centrales
Para Ecologistas en Acción, este riesgo no es despreciable y debe tenerse en cuenta a la hora de revisar las centrales. Castejón pone otro ejemplo: Cofrentes, propiedad de Iberdrola, en Valencia. "Aguas arriba de la central, a 90 kilómetros, se encuentra el embalse de Alarcón y su presa no aguantaría el terremoto máximo que sí resistiría la central", afirma el ecologista. El pantano, en el río Júcar, tenía ayer 680 hectómetros cúbicos.
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La eléctrica niega las acusaciones. Jesús Cruz, portavoz de Cofrentes, asegura que a comienzos de la década de 1970, cuando se estudió el emplazamiento, ya se tuvo en cuenta una posible rotura de la presa de Alarcón. "La cota de la central se subió 35 metros por si se rompía la presa", explica. Cofrentes, de hecho, es la única de las centrales españolas que ya ha pasado una gran prueba de resistencia. Y no la hizo el CSN, sino la naturaleza. Fue el 20 de octubre de 1982, cuando una gota fría de una contundencia desconocida provocó una descomunal crecida del río Júcar que tumbó la presa de Tous. "Cayeron 580 litros por metro cuadrados durante 30 horas. Fue una riada que ocurre una vez cada 1.000 años y la central aguantó perfectamente", recuerda.
Cofrentes es la prioridad del Gobierno. El Ministerio de Industria asegura que concedió a la central una prórroga para funcionar diez años más el 10 de marzo, justo la víspera del terremoto de Japón. Sin embargo, no comunicó su decisión hasta el 16 de marzo. "El Ministerio de Industria considera prioritario que el CSN analice a la mayor brevedad posible el impacto de la nueva situación sobre las condiciones incluidas en la autorización de Cofrentes", comunicó entonces el departamento de Miguel Sebastián en plena histeria mundial por el accidente de Fukushima. Sin embargo, en Cofrentes todavía no tienen noticias de cuándo se harán las pruebas ni en qué consistirán.
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El CSN, con las recomendaciones de los reguladores europeos anunciadas en Helsinki, tendrá que preparar el examen. Los técnicos del organismo están estudiando los detalles. Ayer trascendió que serán los propios trabajadores de las centrales nucleares los que harán estas revisiones durante seis meses. Hay un inspector del CSN permanentemente en cada reactor y podría supervisar estas operaciones. Después, el CSN tendrá tres meses para evaluar los resultados. Si no convencen, Industria decretaría el cerrojazo o pediría mejoras. El Ministerio mantiene que las centrales españolas "son seguras" y que el objetivo del examen es "incrementar las condiciones de seguridad".
Carlos Bravo, portavoz de la campaña antinuclear de Greenpeace, también exige estas "revisiones extraordinarias" para evitar que una central atómica "se quede sin suministro eléctrico, como Fukushima, porque se rompa la presa de un embalse cercano". Greenpeace pide que las pruebas sean el anticipo de un apagón nuclear total.