Qué difícil sigue siendo esto de conseguir escapar de la gravedad
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Cuando volaba el transbordador espacial, una de las cosas que más llamaban la atención a los que asistían a un lanzamiento desde Cabo Cañaveral, era el sonido que producía. Se parecía mucho más al de una tradicional traca valenciana que al de un caza de aviación. Otra era, como en todos los grandes cohetes, la sensación de que tardaba demasiado en despegarse del suelo, mientras luchaba contra la fuerza de la gravedad.
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Los dos accidentes de vehículos espaciales que se han producido en Estados Unidos con apenas cuatro días de diferencia (1 y 2) se pueden ver como una casualidad (por el corto plazo) pero también como un recordatorio de lo difícil y arriesgado que sigue siendo escapar de la gravedad, por mucho dinero y mucha tecnología de que se eche mano. Y recuerdan, sobre todo, que los vuelos comerciales, que en Estados Unidos encuentran ahora un ambiente muy favorable, no representan todavía una industria madura, por mucha publicidad que les haga el puñado de empresas que intentan avanzar en este recorrido. Estos accidentes sí que les hacen poner los pies en el suelo.
Un problema son las tecnologías de propulsión, que apenas han cambiado en lo básico a lo largo de la historia de la astronáutica. Escapar de la gravedad con combustibles peligrosos de utilizar y altamente contaminantes no parece la mejor solución, pero es la única que existe por ahora.
El viernes 31 de octubre se estrelló el avión espacial SpaceShipTwo, cuyo desarrollo ha financiado el magnate Richard Branson con la intención de trasladar con su empresa Virgin Galactic turistas hasta la frontera del espacio (100 kilómetros de altura) para que prueben durante cinco minutos lo que es la ingravidez y disfruten de vistas inéditas. Un piloto murió y otro resultó herido. El avión nodriza que elevó a 15 kilómetros y luego soltó la nave para que encendiera el motor e iniciara el ascenso volvió sin problemas al aeródromo del desierto de Mojave en EEUU.
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Branson, que no es ingeniero, lleva años anunciando que pronto empezarán los vuelos turísticos, para los que ya dice que tiene unas 700 reservas (el precio actual son 250.000 dólares), y nunca se han cumplido los plazos que ha dado. En España, igualmente, la agencia de viajes que lleva las reservas ha reflejado desde hace años y con mucha publicidad estas promesas irreales. Ahora, algunos clientes ya han pedido que les reembolsen el dinero. Mientras tanto, la comunidad astronáutica observa con atención lo verdaderamente importante de esta aventura: la elección de motor, muy discutida; y el diseño del avión espacial.
El último anuncio de Branson fue que los vuelos empezarían el año que viene; el accidente se produjo durante el tercer vuelo de prueba con motor. Antes había habido problemas con el motor (al parecer se había utilizado un nuevo combustible para intentar alcanzar al menos los 80 kilómetros de altura) y también con el fuselaje del avión nodriza, en el que aparecieron grietas tras uno de los últimos vuelos. Los primeros datos de la comisión oficial que investiga el accidente apuntan, sin embargo, a que el avión se desintegró en vuelo muy poco después de encender el motor por una errónea configuración aerodinámica, al desplegarse indebidamente antes de tiempo los alerones de cola pensados para el descenso. Habrá que esperar todavía a que se aclare lo ocurrido aunque, al ser un vuelo de prueba, se dispone de mucha más información que en uno normal.
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Cuatro días antes, el 28 de octubre, un cohete Antares con una nave de carga Cygnus con destino a la Estación Espacial estalló en la plataforma de lanzamiento en la base de Wallops, en Virginia en EEUU. El cohete fue desarrollado por la empresa Orbital Sciences especialmente para suministrar material a la estación, que orbita a unos 400 kilómetros de altura. Este era su tercer vuelo comercial y los dos primeros transcurrieron sin problemas. Aunque el modelo de lanzador es nuevo, se basa en la ya larga historia de la empresa en el mundo de la astronáutica y utiliza tecnologías en su mayor parte suficientemente probadas. Pero siempre puede haber algo que falle en un lanzamiento, como saben de sobra los ingenieros y técnicos aeroespaciales.
"El lanzamiento de cohetes es una empresa enormemente difícil y aprendemos de cada éxito y de cada contratiempo"
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"El lanzamiento de cohetes es una empresa enormemente difícil y aprendemos de cada éxito y de cada contratiempo", ha dicho William Gerstenmaier, alto cargo en la NASA, con motivo de este accidente, que se saldó sin víctimas (el vuelo no era tripulado, pero muchos trabajadores estaban relativamente cerca) aunque con grandes daños a la plataforma. La causa del fallo no se conoce todavía o al menos no se ha hecho pública.
Los dos accidentes podría comentarlos con mucha solvencia el ruso Boris Chertok, un histórico de la astronáutica rusa fallecido en 2011 cuyas memorias han sido recientemente editadas por la NASA por su enorme interés. Como refleja en ellas Chertok la historia de la astronáutica es una de prueba y error, desde las V1 y V2 que estallaban continuamente en las plataformas de lanzamiento en la Alemania nazi y que él estudió in situ terminada la guerra, hasta los enormes riesgos que corrían los que probaban décadas más tarde los misiles, germen de los actuales cohetes de uso pacífico y que causaron numerosas víctimas mortales.
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Como dice un aficionado en un foro de astronáutica: "Siempre me sorprende que funcionen los grandes cohetes, si se tiene en cuenta que los motores queman en un pequeño volumen y poco tiempo el combustible equivalente a la potencia de muchas grandes plantas eléctricas, de gigavatios. Y sitúan esos motores-cohete de alta temperatura, alta presión y alto empuje a apenas metros de los depósitos de combustible, y todo ello diseñado para pesar lo menos posible".
La industria de los lanzamientos necesita enormes cantidades de dinero y utiliza algunas tecnologías muy avanzadas y otras muy antiguas, y todo ello sobre una base prácticamente artesanal, más parecida a la de los vehículos de Fórmula 1 y los avanzados yates de la Copa del América que a las cadenas de producción de chips o automóviles. Dar el salto del primero al segundo enfoque sigue sin ser fácil.
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Virgin Galactic: http://www.bru-bru.com/es/virgin-galactic
Orbital Sciences: https://www.orbital.com/
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Memorias de Boris Chertok: http://go.nasa.gov/A7Pct3