El día que Stonehenge fue vendido en subasta
Un abogado británico compró hace un siglo el monumento megalítico por 9.000 euros
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Su esposa lo mandó por unas sillas y a Cecil Chubb, un abogado que había nacido en Shrewton en 1876, no se le ocurrió otra cosa que comprar un terrenito a escasos kilómetros de su pueblo, en el condado de Wiltshire. Claro que la finca en cuestión albergaba unas ruinas, que con el paso del tiempo terminaron convirtiéndose en Patrimonio de la Humanidad.
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El lote fue para el abogado que había acudido a la subasta por unas sillas para el comedor, tal y como le había encargado su mujer a Chubb, que tres años después cedió el hallazgo al Estado, lo que permitió su conservación hasta nuestros días. “¿Quién sabe qué hubiese pasado si lo hubiese comprado otra persona?”, se pregunta hoy la conservadora británica Heather Sébire, quien reconoce a The Guardian que resulta “extraño” que alguien pudiese pujar por el monumento megalítico hace un siglo.