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Un cíclope español para la exploración

'Tartalo' es un robot que se mueve por los edificios de la Universidad del País Vasco 

BLANCA SALVATIERRA

Tartalo es como un hijo adoptado para la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). El grupo de Robótica y Sistemas Autónomos del Departamento de Ciencias de la Computación , que dirige el profesor Basilio Sierra, trabaja para conseguir que este robot se mueva con soltura en distintos lugares tras realizar una exploración inicial. Este equipo, que busca cómo aumentar la autonomía de su robot, ya ha logrado que identifique las puertas que se encuentra en el edificio y que, si éstas se encuentran cerradas y necesita atravesarlas, llame a la misma golpeándola.

Con metro y medio de altura, la programación básica de Tartalo, cuyo nombre proviene de un cíclope de la mitología vasca, le permite esquivar los obstáculos con los que se encuentra gracias a su cámara y a los sensores que incorpora. A medida que el robot se mueve, estos detectan la distancia a la que se encuentran los objetos situados en un ángulo de 180º.

El equipo de Sierra, no obstante, pretende avanzar en las capacidades de Tartalo para que sea capaz de explorar el terreno y localizar puntos de referencia que le sirvan para orientarse. Sierra especifica que, en la arquitectura de control de robots, existen tres áreas básicas: navegación evitando obstáculos; localización -que el robot pueda desplazarse por el área-; y exploración, -que sea capaz de autolocalizarse y hacer un mapa de su situación. Tartalo ya ha llevado a cabo los dos primeros objetivos, mientras que los investigadores trabajan ahora para conseguir la autolocalización. Los expertos calculan que lo lograrán en tres años.

La introducción de un sistema de navegación GPS sería la solución más sencilla, aunque impediría la utilización de Tartalo dentro de los edificios, que es precisamente lo que se pretende. Por otro lado, la incorporación de un mapa que recogiese los planos del edificio por el que va a moverse le proporcionaría una autonomía limitada. Para avanzar en las posibilidades de Tartalo, los investigadores de la UPV están trabajando en la incorporación de capacidades biomiméticas, es decir, que el robot ejecute tareas que los seres vivos realizan de forma natural, como el aprendizaje de movimientos.

El proyecto de Sierra forma parte de la red europea Euron (Red Europea de Investigación Robótica). Preguntado sobre qué le parecen los robots japoneses que realizan multitud de tareas, Sierra mantiene que realizan unas máquinas espectaculares, pero que en Europa se prima el uso social de las mismas por encima de su apariencia.

Tartalo está siendo programado para reconocer cuatro entornos: habitación, pasillo, entrada y cruce. Cuando se introduzca al robot en un edificio que no conoce, su primera tarea es moverse por las distintas zonas realizando un mapa topológico. Los investigadores trabajan ahora para perfeccionar un sistema de reconocimiento de voz, de forma que sea capaz de obedecer a las órdenes.

Es difícil no haber visto en los medios a ‘Wakamaru', el robot recepcionista de Mitsubishi capaz de reconocer rostros y mantener conversaciones. Pero no es el único sistema que los japoneses utilizan en las oficinas. ‘Yuriko' es un robot de la empresa Ubix contratado de por vida por 160.000 euros. Recibe y conduce a los visitantes a las salas, y también lleva objetos a sus ‘compañeros'.

El futuro de estas máquinas parece halagüeño, ya que cuatro fabricantes nipones han anunciado una asociación que pretende ampliar el actual mercado de robots.  

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