El psicólogo estadounidense Richard Haier visitó ayer Madrid, invitado por Fundación La Caixa, para mostrar los últimos avances en el estudio de la inteligencia humana a través de la imagen neuronal. Investigador asociado en el Mind Research Network de Alburquerque (EEUU) y profesor emérito de la Universidad de California, el experto expuso las diferencias entre los cerebros masculino y femenino.
¿Son iguales los cerebros de hombres y mujeres?
Después de años de estudio, podemos afirmar que hay algunas diferencias entre ellos: por ejemplo, es mayor el de los hombres, pero en el de la mujer existen más conexiones entre los hemisferios izquierdo y derecho. Estamos tratando de delimitar las diferencias físicas, aunque cabe aclarar que no tienen un reflejo sobre el cociente intelectual.
¿Estas diferencias provocan distintas actitudes emocionales?
No buscamos saber si el cerebro femenino funciona de un modo más emocional, sino encontrar, para un mismo cociente intelectual, qué es lo que los diferencia. Nuestra investigación busca entender cuáles son las características que determinan la inteligencia humana, y hemos hallado que los cerebros de hombres y mujeres funcionan de formas diferentes.
¿Y cuáles son las diferencias que ya se conocen?
Estudiamos la estructura del cerebro a través de resonancias magnéticas, lo que nos permitió relacionar el cociente intelectual con las cantidades de masa gris y blanca. Siempre se ha dicho que un cerebro mayor tiene mayor cantidad de masa gris y, por tanto, un coeficiente intelectual más elevado, pero estudiar el tamaño específico de cada área gris de un cerebro nos ayuda a entenderlo mejor. La inteligencia no está concentrada solo en nuestra parte frontal, como se creía, sino que se distribuye por varias zonas; y estas zonas son distintas en hombre y mujeres.
¿Qué implica este hallazgo?
La observación de estas diferencias nos ha mostrado que ambos cerebros usan caminos diferentes para llegar a un mismo punto, a un cociente intelectual idéntico. En las mujeres el lóbulo frontal es el más importante en la inteligencia, mientras que en los hombres el lóbulo parietal es más relevante que el frontal.
¿Estas diferencias influyen en la toma de decisiones?
Cualquier conexión cerebral tiene importancia en la vida del individuo, pero nuestros estudios están centrados en la inteligencia. Partíamos de una afirmación científica que aseguraba que todos los cerebros funcionaban igual, y ahora ya sabemos que no es cierto: hay distintas maneras de llegar al mismo punto, seguramente porque la evolución ha hecho el cerebro más flexible. Conocer estos diferentes caminos será importante para la rehabilitación de pacientes con lesiones cerebrales o daños por impactos frontales y de ancianos cuyo deterioro podamos frenar con una reestructuración del cerebro.
Queda claro, por tanto, que la diferencia fisiológica no tiene un reflejo intelectual y que hombres y mujeres cuentan con un mismo cociente intelectual.
Es muy importante que no dejemos que la certeza de la diferencia pueda ser malinterpretada, los cerebros del hombre y la mujer trabajan de formas diferentes para conseguir un mismo resultado. Las características morfológicas son diferentes, pero las habilidades son las mismas. No hay controversia posible: en la mayoría de las habilidades intelectuales, hombres y mujeres son iguales; y hay otras en las que uno de los sexos es superior al otro, y viceversa. No hay base científica para soportar afirmaciones extremas como que los hombres en general son buenos en matemáticas o que hay mayor número de varones con retraso mental.
Usted se manifestó públicamente a propósito del libro ‘The Bell Curve’. ¿Qué ocurrió?
Mi aportación no fue un apoyo al libro, sino un intento de explicar qué habíamos descubierto sobre la inteligencia hasta 1994. The Bell Curve es un libro muy interesante, que solo fue polémico en el capítulo que hablaba de las diferencias físicas entre las razas. Las características fisiológicas cambian mucho de unos a otros, pero yo no tengo datos científicos para dar una explicación de por qué es así o cuáles son sus consecuencias. Quizás la neuroimagen nos permita obtener conclusiones.
¿Qué avance supone la incorporación de esta técnica?
Gracias a ella podemos medir la actividad cerebral en cada milésima de segundo, y en el futuro podrá servirnos, por ejemplo, para mejorar el proceso educativo.
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