Hace 10.000 años, cuando el ser humano todavía convivía con el mamut y el rinoceronte lanudo, el océano dio marcha atrás. El planeta estaba saliendo de la última glaciación y el cambio climático provocó que las aguas profundas en el Atlántico circularan de norte a sur, como ahora, en lugar de a la inversa, como ocurría hasta entonces. Este hallazgo, publicado hoy en la revista Nature, tiene implicaciones trascendentales para el clima del futuro inmediato, según explica uno de los autores del descubrimiento, Rainer Zahn, de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).
'Hemos comprobado que el océano responde de una manera muy sensible a cambios muy pequeños en la sal, provocados por modificaciones del clima. Y, en los próximos cien años, con el calentamiento global, la salinidad va a cambiar', señala. Hace 20.000 años, cuando la glaciación alcanzó su pico, el sur del planeta se congeló, el hielo retiró agua del océano y el líquido marino que quedó era mucho más salado. Y a más sal, más peso. El balance de densidad hizo que el agua fluyera desde el sur hacia el norte por el fondo del océano. Hace 10.000 años, con el calentamiento que ahuyentó a los mamuts hacia el norte y permitió que el ser humano adoptara la agricultura, la circulación del Atlántico se situó como actualmente, fluyendo desde la costa de Noruega y Groenlandia hasta Suráfrica y Argentina. Algunos modelos matemáticos habían intuÍdo este cambio de sentido en el océano, pero 'hasta ahora no se había demostrado', según destaca el físico Pere Masqué, codirector del trabajo y también investigador de la UAB.
Zahn y Masqué sostienen que el actual calentamiento global podría tener 'efectos similares en su intensidad'. La corriente del Golfo, que transporta volúmenes enormes de agua templada desde el golfo de México hasta la costa occidental de Europa, es parte de esta circulación del océano Atlántico. 'Cuando las aguas calientes llegan a la atmósfera de Europa, más fría, hay más evaporación y más lluvias. Si la Corriente del Golfo pierde fuerza, Europa recibirá menos lluvias y España se convertirá en un desierto como las sabanas africanas', advierte Zahn. Los modelos matemáticos actuales predicen que la Corriente del Golfo se debilitará un 30% en el próximo siglo, según este físico. Ahora habrá que revisarlos.
Para Masqué, el descubrimiento, conseguido gracias a los estudios del sedimento del fondo marino, no es 'ni una buena noticia ni una mala' para el clima del futuro. 'Lo importante es que ahora, al conocer mejor el pasado, la comunidad científica va a poder calibrar mejor sus modelos y predecir de forma más fiable los cambios del futuro', apunta.
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