Cómo aterrizar sobre un cometa... y que todo salga bien
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"El módulo Philae debe separarse de Rosetta en el momento, posición en el espacio, orientación y velocidad precisos. Es un gran desafío en el campo de la navegación espacial". Así explica Andrea Accomazzo, el director de vuelo de esta misión espacial europea, el principio de la arriesgada operación que se intentará este miércoles día 12 para situar el pequeño módulo sobre la superficie del núcleo del cometa Churyumov-Gerasimenko. Será la culminación de una aventura considerada ya histórica por que hasta ahora todo ha salido bien desde que esta nave no tripulada partió de la Tierra hace 10 años a cazar un cometa.
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Sólo el hecho de que los ingenieros y científicos que controlan Rosetta desde Europa hayan conseguido que lleve tres meses acompañando al cometa en su órbita alrededor del Sol, a pocos kilómetros de distancia, tomando datos y sin que haya sufrido daños al atravesar su coma es un éxito. Las imágenes que está mandando de este cuerpo celeste irregular y en permanente rotación, en el que no se observa por ningún sitio el hielo esperado, son espectaculares. Falta el descenso de Philae sobre la superficie y meses de toma de datos desde allí si todo sale bien, pero Rosetta seguirá observando el cometa hasta dentro de un año mientras se acerca al Sol y luego se aleja.
El descenso tarda siete horas y es pasivo, explica Accomazzo. Solo al tocar la superficie, cuyas características mecánicas se desconocen, se activan varios mecanismos. Cada una de las tres patas tiene una broca que penetrará en el suelo activada por el impacto. Al mismo tiempo se soltarán dos arpones que pueden penetrar hasta dos metros, mientras se enciende un pequeño cohete para presionar el módulo sobre la superficie hasta que esté anclado. Se espera que esta combinación de actuaciones impida que el módulo rebote, ya que la atracción gravitatoria del cometa, que mide unos cuatro kilómetros de longitud, es muy baja.
El aterrizaje es la fase más arriesgada de toda la operación, por lo irregular del terreno, ya que llevará a Philae a sus límites de diseño. "Estamos cansados pero preparados", decía Accomazzo el viernes.
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"Los centenares de personas que trabajamos ahora en Rosetta estamos sometidos a un gran estrés", reconocía también Fred Jansen, director del proyecto en la Agencia Europea del Espacio (ESA), quien quiere resaltar que desde que se empezó a pensar en la misión son miles los científicos e ingenieros que han participado, desarrollando, entre otras cosas, los 11 instrumentos que lleva Rosetta y los 10 que porta Philae, a través de consorcios paneuropeos en los que ha participado España.
"Volamos a 55.000 kilómetros por hora, normalmente entre 7 y 20 kilómetros de altura, sobre un cometa, una máquina del tiempo que contiene datos sobre la composición del Sistema Solar en su origen, hace unos 4.000 millones de años", recuerda Jansen. "El lugar de aterrizaje tuvimos que decidirlo en solo seis semanas tras llegar al cometa y sobre las observaciones de la propia nave. Esto es una primicia también". Para los aterrizajes en Marte, por ejemplo, se puede tardar años en decidir el lugar y se hace sobre datos anteriores a la misión de que se trate.
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Desde una órbita de 30 kilómetros la nave descenderá bruscamente el miércoles para soltar Philae y luego iniciará una serie de maniobras para conseguir, dos horas después, ver el módulo continuamente y retransmitir sus datos a la Tierra mientras desciende. En una época de comunicación instantánea, se corre el peligro de pensar que la maniobra se va a transmitir en directo. No es así, entre otras cosas por el decalaje temporal, el tiempo que tarda en llegar una señal de Rosetta a la Tierra, que será de 28 minutos y 20 segundos, dado que la distancia es de unos 511 millones de kilómetros. Sin embargo, la ESA ha hecho un gran esfuerzo de comunicación y se podrán seguir las principales etapas de este primer aterrizaje sobre un cometa.
"Llevamos 10 años de misión y hemos tenido pocos problemas con la tecnología", explica Jansen. "Sin embargo, hace 20 años que se empezó a diseñar y construir, y se utilizaron componentes resistentes y bien probados, así que podemos decir que la computación es de los años ochenta". Son 30 años en un campo que ha avanzado rapidísimamente y se notará en la llegada de los datos. En cuanto a la producción científica, los responsables de la misión estiman que el 80% corresponderá a la propia nave Rosetta y solo un 20% a Philae, aunque esta parte pueda resultar muy importante para saber cómo es un cometa. "Si fallamos en el aterrizaje no se podría considerar un fracaso", concluye Jansen.
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Europa ha sido pionera en explorar cometas. En 1986, la sonda Giotto de la ESA se acercó a 600 kilómetros del núcleo del cometa Halley y mandó imágenes y datos, aunque su cámara principal resultó dañada por el polvo. Luego prosiguió su misión para acercarse a solo 200 kilómetros del cometa Grigg-Skjellerup y confirmar que los cometas no son las bolas de nieve sucia que se suponía hasta entonces.
Por su parte, de la NASA fueron tres las misiones a cometas. Deep Space 1 se acercó a Borelly en 2001. Stardust mandó de vuelta muestras del coma de Wild 2 en 2006 y luego se acercó a Tempel 1, y Deep Impact disparó un bloque de cobre en el núcleo de Tempel 1 para estudiar el material eyectado, antes de acercarse a Hartley e ISON.
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Sobre asteroides ya ha habido aterrizajes con éxito. El de la nave japonesa Hayabusa en 2005 sobre el Itokawa y la misión de la NASA Dawn en Vesta.
Una señal tarda 28 minutos y 20 segundos en llegar desde Rosetta a la Tierra
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Separación 10.03 horas /Aterrizaje 17.00 horas
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Seguimiento del descenso
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