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2015: Año del cambio político

Profesor honorario de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid En España, 2015 va a ser el año del cambio político e institucional. La incógnita es su profundidad, las características del nuevo ciclo sociopolítico y sus consecuencias sociales y económicas. Existen datos que vienen anunciando esta tendencia transformadora: fuerte desgaste del PP, falta de suficiente credibilidad del PSOE y amplitud de un electorado indignado con el ascenso del voto estimado a Podemos. Ha entrado en declive el bipartidismo y la simple alternancia de la gestión gubernamental entre los dos partidos representativos del establishment, y se consolida una dinámica alternativa. Distintos estudios demoscópicos evidencian que hoy se daría un triple empate entre las tres fuerzas principales. De momento, señalan un límite de cada una de ellas, situado, en el mejor de los casos, en torno a un tercio del electorado (y sin llegar ninguna a ciento cincuenta diputados). Ello supone la imposibilidad de una mayoría

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Actualizado:

Profesor honorario de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid

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Se abre la oportunidad histórica de iniciar un ciclo progresista que acometa   una gestión equitativa de la crisis socioeconómica y la profunda democratización del sistema político.

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Demuestra la existencia de una brecha sociopolítica y cultural de una ciudadanía activa, con gran conciencia cívica, democrática y de justicia social, respecto de la gestión regresiva y antisocial de la crisis sistémica, primero del Gobierno socialista y luego del gobierno conservador. Ese impulso sociopolítico de profunda regeneración democrática, de crítica a la corrupción y las ventajas de las élites y de exigencia de un giro social y económico, finalmente, ha cristalizado en el campo electoral e institucional. El desarrollo de ese proceso cívico, con diversos altibajos y una heterogénea representación social, ha culminado en una nueva articulación política.

No hay cambio de tendencia, las capas populares seguimos en el pozo y la incertidumbre y con su prolongación se incrementa el sufrimiento.

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Sus referencias europeas no le vienen bien. Son el italiano M. Renzi, que enseguida ha demostrado su cara antisocial (eliminación de derechos laborales) y antidemocrática (ley electoral discriminatoria y pactada con la derecha), y el francés M. Valls, volcado en unas medidas regresivas para la población. Por no seguir con el Pasok griego, en plena descomposición por su cogestión de la austeridad, o el SPD alemán, colaborador con la derecha de Merkel en la austeridad para el sur europeo para salvar los intereses de los acreedores del norte.

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