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Y después del 9-N… ¿un partido del president Mas?

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"President, convoque elecciones, queremos votar en los próximos tres meses". La arenga lanzada por Carme Forcadell, presidenta de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), el pasado 19 de octubre, puso sobre la mesa el escenario en el que Artur Mas deberá empezar a moverse a partir de este lunes, un día después del 9-N, en el que él mismo aseguró a la prensa internacional que seguirá "avanzando" hacia el "objetivo final de celebrar un referéndum vinculante sobre la independencia de Catalunya".

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La exigencia de la ANC no sorprendió al president de la Generalitat, en tanto que él mismo ya había asumido este compromiso electoral unos días antes, cuando compareció ante los medios para convocar la consulta alternativa y evidenciar así la ruptura de la unidad entre los partidos favorables al derecho a decidir. Pero sí hubo dos factores de la intervención de la ANC y Òmnium Cultural que incomodaron a la cúpula del Govern.

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El primero, la vehemencia con la que las madres espirituales de la sociedad civil independentista marcaron el plazo de la decisión, recordado este sábado: "Queremos elecciones antes de marzo". El segundo, y más importante, el nulo interés mostrado en que las plebiscitarias tuvieran como requisito una lista conjunta de partidos soberanistas, tal y como había sugerido Artur Mas.

En elecciones anticipadas, ERC capitalizaría la mayor parte del voto independentista y el proceso quedaría en manos de Junqueras

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"Unidad, urnas e independencia", se limitó a subrayar Muriel Casals, presidenta de Òmnium. Un mensaje demasiado ambiguo, observaron desde Convergència. Sabe el president -desde que su partido perdió 12 diputados en las elecciones de 2012, pero sobre todo desde que arrastra el descrédito del caso Pujol- que la candidatura unitaria es la única salida que podría evitar el derrumbe de CiU. Y no sólo eso. En unos comicios sin formaciones comprometidas a integrar un mismo frente, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) capitalizaría la mayor parte del voto independentista y eso significaría que el liderazgo del proceso quedaría en manos de Oriol Junqueras. De ahí que los republicanos tampoco tengan demasiado interés en abrazarse a los convergentes, encontrándose como se encuentran con unos sondeos tan favorables.

Pero asumiendo que CiU, ERC, el resto de formaciones pro-consulta y parte de la sociedad civil comparten una misma voluntad, la de convocar elecciones plebiscitarias, sólo quedan dos variables por despejar a partir del 10-N: el cuándo y el cómo. Cada una con sus matices, a nadie se le escapa que la velocidad y el rumbo del proceso dependen de ellas, como también que el último responsable de encajarlas en el tiempo y las formas es Artur Mas.

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"El Govern no debería tardar en pronunciarse sobre el calendario electoral. Primero, la fecha de las plebiscitarias. Luego, las fórmulas para concurrir, sean listas unitarias o no", sostiene a Público Salvador Cardús, sociólogo, periodista y, desde 2013, miembro del Consell Assessor de la Transició Nacional del Govern de la Generalitat de Catalunya. Cardús entiende que son dos procesos autónomos, pero da el primero por descontado, incluso apunta a que la convocatoria podría darse durante la semana que empieza. "Me extrañaría que Mas reculara a estas alturas. Suya es la voluntad de unas elecciones plebiscitarias y por lo tanto quedaría muy debilitado si no las convoca con la excusa de esperar acuerdos con otras formaciones", apunta.

De momento, Mas ha anunciado esta noche que el martes, día 11, comparecerá públicamente "para explicar cuáles tienen que ser los siguientes pasos" a seguir a partir de ahora, aunque antes quiere escuchar "muchas opiniones". 

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El tiempo juega en contra de Mas, que sabe que ni la ANC ni Òmnium dejarán de presionarlo. Pero el politólogo Joan Subirats no ve tan claro que CiU dé el siguiente paso con la rapidez que auguran algunos. "Ganas de elecciones no tienen. El escenario no les es propicio y, además, me huelo que entre el Govern catalán y el Gobierno español hay algún tipo de acuerdo para que la consulta se realice de forma más o menos tranquila a cambio de retomar negociaciones. Con este escenario, CiU ganaría tiempo y Rajoy evitaría un parlamento catalán con mayoría republicana y por lo tanto más radicalizado".

"A CiU le gustaría concurrir tras las generales, por si el PP pierde la mayoría y a ERC le interesarían unas plebiscitarias tras las municipales"El calendario electoral de 2015 tampoco cuenta con demasiados márgenes. Con las municipales en mayo y las generales a finales de 2015, Cardús entiende que los partidos deberán ser más generosos que nunca: "A CiU le gustaría concurrir tras las generales, por si el PP pierde la mayoría. Y a Esquerra podría interesarle afrontar unas plebiscitarias después de las municipales, para que así un hipotético frente común no le pasara factura. El asunto es que la ANC y Òmnium van a estar apretando para que se convoquen cuanto antes", opina.

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Subirats no pone la mano en el fuego por el presidente catalán e incluso proyecta un escenario donde el Gobierno español contrajera aún más el calendario: "El único que tiene la capacidad para convocar plebiscitarias es Artur Mas. Y desde que rompió la unidad evitando seguir el camino de la desobediencia tiene la potestad para acelerar o alargar el proceso a su antojo. Encontrar huecos para mantener equilibrios, contentar a la sociedad civil y, al mismo tiempo, evitar las elecciones es un ejercicio de una complejidad brutal. Pero aún así podría encontrarse con otra variable: que Rajoy decidiera avanzar las elecciones generales". En este hipotético caso, que el propio Mariano Rajoy se ha esforzado en descartar desde Cáceres en la víspera del 9-N, los comicios autonómicos deberían esperar.

"En las circunstancias actuales, ganar tiempo significa perderlo", sostiene JunquerasJunqueras tampoco dejará de presionar a Mas y ya ha avisado que "a partir del 10-N nos dirán que hay que ganar tiempo, pero en las circunstancias actuales, ganar tiempo significa perderlo". El líder de ERC tampoco es partidario de recuperar las conversaciones con Rajoy, tal y como afirmó el propio Mas que haría: "Es imposible que de una negociación con el Estado español salga la independencia", apuntaba el sábado en el acto final antes del 9-N.

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Pero el cuándo no es el único motivo de preocupación para Mas. Antes o después, si finalmente acaba convocando plebiscitarias, deberá decidir cómo afrontarlas si ERC no le da el apoyo que le gustaría para liderar un frente soberanista -lo cual es, a día de hoy, una quimera-. "Tanto si integra una lista conjunta como si concurre sola, CiU deberá diluirse como coalición. En este segundo escenario, a Convergència sólo le quedaría enfatizar la figura de Mas, el único capital que le queda ahora mismo dentro del partido", apunta Subirats.

El divorcio de Convergència con Unió sería el primer paso de un proceso electoral 'plebiscitario'

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Este proceso de renovación o lavado de cara de CDC que apunta el politólogo no es algo nuevo. Poco después de la confesión de Jordi Pujol, el número dos del partido, Josep Rull, ya habló de "refundar" el partido y "abrir una nueva etapa". En el caso de que esta renovación se llevase a cabo con el objetivo de concurrir a las elecciones plebiscitarias, el divorcio con Unió Democrática sería el primer paso. "Duran i Lleida hace tiempo que quiere abarcar un nuevo espacio político. Vivimos en un tiempo en el que se toman decisiones muy rápidas y, dada la erosión general del espacio político actual, no me extrañaría que también se acelerase la ruptura de la coalición", intuye Subirats.

En este escenario, Artur Mas podría optar por liderar una lista de país (de Catalunya, como nación) rodeándose de sus políticos afines, atrayendo personalidades del independentismo y buscando alianzas que le permitieran aguantar el cuerpo a cuerpo con Esquerra. A Cardús, sin embargo, esta posibilidad se le antoja inviable. "En términos razonables es difícil que esto se pueda dar. ¿Salir del partido y montar otro con distintas siglas? Demasiado complicado. Otra cosa es que se intente disminuir el papel del partido y se centre todo en el liderazgo de Mas", sostiene.

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Además, de producirse esta nueva deriva ni la ANC ni Òmnium estarían dispuestos a tenderle la mano, pues siempre se han definido como plataformas apolíticas. Cardús entiende que ERC "tiene más prisa" que CiU en la convocatoria de elecciones, pero aboga por intentar recuperar el consenso cuanto antes y "resituar" al Govern dentro del proceso. "CiU se encontrará un curso difícil a nivel presupuestario y alargaría la inestabilidad dentro del Parlament si dejara de cuidar a sus aliados", concluye.

Nadie sabe qué camino escogerá Artur Mas a partir del 10-N. Fuentes de la ANC aseguran que en la Assemblea están tranquilos y valoran el hecho de que el Govern se responsabilizara de la consulta como un gesto definitivo para que el proceso no dé ni un solo paso atrás. Pero la historia y la tradición pactista de CiU revelan episodios mucho menos eufóricos para el independentismo, así que tocará esperar a ver si finalmente Mas se lanza a por las plebiscitarias o apuesta por una cocción a fuego lento con el teléfono pendiente de Moncloa.

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En cualquiera de los dos escenarios, el futuro de la coalición seguirá en el aire.

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