Cómo vivir más de 100 años
Expertos han estudiado durante 30 años el caso de Okinawa, el lugar del mundo con más centenarios . La "cultura dietética", el ejercicio físico y el apoyo de otros ancianos, claves de una vida larga y saludable
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Está claro que muchos occidentales cederán a la tentación de aspirar, como Silvio Berlusconi y su médico, a "vivir 120 años" con gran refuerzo de implantes capilares, liftings, medicinas, prótesis biónicas, tecnología, poder y platós de televisión. Pero ya existe una alternativa para envejecer bien y con modestia. Un programa internacional está estudiando la sorprendente y abultada población de centenarios de las islas japonesas de Okinawa, en las que no hay ni un solo Berlusconi. Objetivo: comprender su secreto.
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Un grupo de expertos y médicos presentaron ayer en París las últimas conclusiones del estudio que ha efectuado el profesor Makoto Suzuki a lo largo de más de 30 años y con unos 2.000 centenarios, en su Centro de Investigaciones de Okinawa en Ciencias de la Longevidad. El médico y profesor de la universidades japonesas de Ryukyus y de Tokio llega a unas conclusiones sorprendentes que rebajan la importancia atribuida a los factores genéticos y descartan también la necesidad de tratamientos gerontológicos duros y costosos.
El llamado modelo Okinawa de envejecimiento es objeto de atención desde hace décadas, cuando se descubrió que, más allá de lo logrado por el llamado modelo cretense y su dieta mediterránea, garantizaba una longevidad considerable, probablemente desde tiempos inmemoriales.
Datos demográficos del Journal of Health and Welfare Statistics demuestran que ese archipiélago japonés registra, con mucho, la proporción más elevada de centenarios del mundo: 61,03 por cada 100.000 habitantes, frente a los 21,59 de un país como Francia, o incluso los 28,42 de media en el propio Japón. Así, la esperanza de vida media de las mujeres okinawesas, por ejemplo, alcanza los 86,88 años, frente a los 83,8 de una mujer de Francia o los 83,4 de las españolas.
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Lo interesante de las conclusiones del profesor Suzuki se encuentra en los detalles. El médico ha descubierto, analizando los historiales médicos de los centenarios fallecidos durante más de tres décadas, y revisando autopsias, que una importante proporción de ellos pasó 100 años sin poner el pie en un hospital, para, una vez franqueada poco o mucho la barrera del siglo, enfermar rápidamente y morir tras pocos días.
Esos centenarios "fallecen no de una enfermedad fatal en particular, sino de un rápido declive causado por el encadenamiento de una enfermedad benigna con la desnutrición, la discapacidad cognitiva y la inmovilidad", explica el doctor Suzuki.
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Para el profesor del Instituto de la Salud y la Investigación Médica (INSERM) francés y presidente del comité sobre longevidad de la Unión Internacional de estudios científicos sobre población, Jean-Marie Robine, esos ejemplos ofrecen una lección: "Estos ancianos viven en perfecto estado de salud toda una larga vida y, de golpe, una acumulación de enfermedades benignas les mata muy rápido".
Lo contrario de Silvio Berlusconi, pues, obligado a ocultar sus desfallecimientos con bravatas sobre su supuesto poderío en la cama. Los ancianos de Okinawa, un grupo de 160 pequeñas islas (de las cuales sólo 44 están habitadas) donde viven 1,3 millones de personas, son el antiberlusconi también en otro terreno. Según Suzuki, su modelo de vida -y no la tecnología o los tratamientos de cirugía estética es la clave de su larga y saludable vida.
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Cuatro medidas
El experto dio cuatro claves de ese modelo: una auténtica cultura dietética, una actividad física integral a lo largo de toda la vida, una potenciación de la autoestima social y mental y un cuidado y asistencia mutua entre los ancianos, que les garantiza la autonomía en el marco de los llamados Moai (palabra japonesa que, explicó el doctor, significa a la vez "mutua" y "cofradía").
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De la "cultura dietética" de los habitantes de Okinawa, el médico japonés explicó que "no se trata tanto de una cuestión de ingredientes como de una manera de cocinar", y citó el ejemplo de la carne de cerdo. En Okinawa, se hierve durante ocho horas con al menos ocho operaciones para retirar la grasa que se va acumulando en la superficie del caldo con los elementos nocivos de ese alimento.
En cuanto a la actividad física, el doctor destacó que no se trata de ejercitar tal o cual músculo en un gimnasio, sino de trabajar todo el cuerpo. Algunos de los ancianos cultivan sus huertos hasta los 100 años. La autoestima nace, en Okinawa, porque las personas se conciben progresivamente a sí mismas como un enlace entre los antepasados, con quienes hablan, y la descendencia. esto les garantiza un lugar en la familia.
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La guinda son los Moai, ya que estas cofradías tradicionales de ancianos se suministran ayuda mutua e incluso disponen de su propio minibanco cooperativo. "Además, la fiesta de la Kajimayah celebra a los más longevos, y es un auténtico incentivo para vivir lo más posible y evitar la angustia de la muerte", explicó Suzuki.
Un elemento negativo ha ensombrecido, en los últimos años, el panorama de la vejez en la isla subtropical japonesa. El profesor ha observado que, si bien la tasa de centenarios se mantiene, está disminuyendo rápidamente la proporción de ellos que consiguen mantener una vida "independiente, robusta y positiva".
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El coeficiente AVD (de Actividades de la Vida Diaria) que mide la capacidad de autonomía ha bajado en los centenarios okinaweses, entre 1970 a 2000 ,de 45 a 32 puntos. Un descenso de la proporción de ancianos autónomos que Suzuki atribuyó a la "penetración progresiva de los tratamientos" de origen occidental.