Mientras el presidente del Gobierno vacila sobre el cierre de la planta atómica burgalesa de Santa María de Garoña, la UE presentó ayer los reactores nucleares del futuro que están siendo desarrollados en los laboratorios europeos, incluidos los españoles. A partir de 2035, el continente se abastecerá de electricidad procedente de las centrales de cuarta generación: un conjunto de reactores que prometen ser más seguros, económicos y que no alimentan la proliferación de armas atómicas.
En una conferencia organizada en Praga por la Dirección General de Investigación de la Comisión Europea, el director del centro nuclear checo NRI-Rez, Jozef Misak, aseguró que el máximo aprovechamiento del uranio en las futuras centrales convertirá la energía del átomo en una 'fuente renovable'. Las reservas conocidas de uranio podrían cubrir la actual demanda durante un siglo pero, según Misak, estas existencias 'durarán miles de años' cuando entren en funcionamiento los reactores de neutrones rápidos, diseñados para producir más combustible del que consumen. A juicio de este científico, ya es posible construir las plantas de cuarta generación, 'pero todavía no son competitivas económicamente'.
El Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) y la Universidad Politécnica de Madrid son algunos de los organismos públicos españoles que participan en el desarrollo de estos nuevos proyectos, pese al rechazo socialista a la energía nuclear. En la actualidad, la mayoría de los 436 reactores activos en el mundo son de segunda generación, mientras que la tercera es la que está disponible en el mercado.
Los expertos europeos defendieron la operación a largo plazo del parque nuclear del continente, incluida la central de Garoña. 'Técnicamente, no tiene sentido que el Gobierno español cierre la planta, aunque es lícito que opte por un modelo de energías renovables. Es lo mismo que ocurre en Alemania', explica Helmut Schulz, asesor en materia de seguridad nuclear de la Comisión Europea. La existencia de las centrales, sin embargo, ahorra la emisión de 900 millones de toneladas de CO2 cada año en la UE, la misma cantidad generada por el sector del transporte, recuerda Schulz.
A pesar de que el congreso de Praga fue un panegírico de la energía nuclear, el portavoz de energía de la Comisión, Ferrán Tarradellas, matiza que no están 'ni a favor ni en contra' de las centrales, pero sí promocionan activamente los parques eólicos.
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