Tuba, la meca de Senegal
La ciudad santa de Tuba, en Senegal, es una especie de Vaticano, un emporio espiritual y económico musulmán, el centro de la orden sufí del Muradismo.
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A quién representa ese dibujo omnipresente en Senegal? En los autobuses y las tapias de las casas, al cuello de muchos hombres, adornando grandes escapularios, en miles de tiendas y tenderetes, la imagen de un hombre santo persigue al visitante sin remedio.
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Es el retrato del jeque Ahmad ibn Muhammad ibn Habiballah (1854-1927), más conocido como Ahmadú Bamba, según la interpretación fruto del arte popular que hacen los que creen en sus enseñanzas a partir de la única fotografía que existe de él.
Bamba, teólogo y asceta, fue el fundador del muridismo en 1883, la orden sufí más influyente de las cuatro existentes en el Islam senegalés y gambiano.
Sus herederos, hasta ahora, sus cinco hijos, se han ido sucediendo en la cabeza de la cofradía hasta el jeque general actual, Serigne Saliou Mbacke, un anciano de 91 años, líder de los murides desde que murió su hermano mayor en 1990. Todos han reinado, por denominar de algún modo su poder absoluto, sobre la ciudad de Tuba (Touba, en su denominación francesa), un polvoriento villorrio fundado por Bamba en 1887, que hoy es un emporio espiritual y económico, una especie de Vaticano en el interior acalorado de Senegal donde no se puede fumar ni beber alcohol. Se calcula que cuatro de los 12 millones de senegaleses son murides.
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Yabai, uno de los guías de la magna mezquita de Tuba, señala a un solar donde vive el jeque actual: “¿Ve?, es un hombre muy humilde que sólo se dedica a estudiar el sagrado Corán”. La parcela parece enorme desde fuera (y el hombre es sin duda riquísimo), pero eso no impide que los piadosos murides del país hablen de sus jeques y morabitos con una veneración rayana en la heterodoxia islámica.
Los privilegios de Tuba
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Los senegaleses, murides o no, acuden a vivir a Tuba atraídos por el bajo precio del suelo que oferta la cofradía y por los privilegios que disfrutan sus ciudadanos. Por ejemplo, no pagan el agua que consumen y hasta hace pocos años gozaban de un fuero jurisdiccional distinto que escapaba de la autoridad de jueces y policías.
Pero, ¿de dónde surgen estas peculiaridades? ¿por qué el desfile de embajadores y personalidades extranjeras a Tuba es obligatorio tras la visita al presidente del país, Abdoulaye Wade?
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El fundador del Muridismo, el equivalente a un santón ermitaño que dejó una gran producción escrita, incluída poesía, fue una figura clave de la formación del Senegal independiente. Apóstol de la no violencia, Bamba, obtuvo el favor de los colonizadores franceses tras el largo exilio de 12 años que le impusieron.
Temían que el poder de atracción de su doctrina (y las conversiones al Islam que consiguió de varios reyes wolof) galvanizara en una guerra contra los europeos. Finalmente, cuando se convencieron de que el jeque no buscaba una rebelión, le permitieron volver y promover su movimiento.
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Tan es así, que recibió la Legión de Honor por animar a sus seguidores a pelear por Francia en la Gran Guerra. Así, le dejaron establecerse en Tuba, donde quiso alzar una mezquita en 1925.
La cofradía tiene un enorme poder por varios factores. Primero, porque santifica el trabajo como camino de perfección en el Islam. Se dice que el primero de sus jeques dijo: “Reza como si fuera éste tu último día y trabaja como si fueras a vivir siempre”. Sus seguidores, los talibé, tienen fama de duros trabajadores y buenos comerciantes.
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Esta característica indica otra marca del poder del califa murid, más allá de una mera influencia moral. La contribución a la comunidad, por medio de pagos a los morabitos que la representan y visitan a los murides de todo el mundo, es otra de las claves de su creencia. Los talibé dominaron el cultivo y comercio de cacahuetes, principal cultivo del país desde antes de la independencia obtenida por Senghor en 1960.
Pero además, cuando Francia necesitó mano de obra en masa para reconstruir su industria tras la derrota del nazismo, los murides ya representaron una mayoría de los que emigraron. El envío de divisas para la asistencia a los pobres en las mezquitas y el engrandecimiento de las obras de Tuba ha sido una constante en la cofradía.
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De hecho, la mayor parte de los senegaleses que recorren las playas españolas vendiendo artesanía y objetos falsificados son murides afanosos que abonan sus contribuciones al morabito que les visita y asiste con consejos prácticos sobre práctica religiosa y de vida en general.
Esto ha enriquecido al muradismo enormemente y convierte a la hermandad en un vector de influencia política clave en su país. Tan es así que el presidente Wade (también murid) procura no ausentarse de la peregrinación anual al mausoleo de Bamba en Tuba, el gran magal, de fecha variable y en el que participan cientos de miles de personas. También tras las elecciones, al día siguiente de su victoria, su primera visita oficial la rinde al “jeque general” de su hermandad.