Tony Blair se define como un "empresario social"
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El ex primer ministro británico Tony Blair se considera a sí mismo un "empresario social", capaz de cambiar las cosas sin depender de una burocracia, y asegura que es más querido fuera del Reino Unido que en su propio país.
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En una entrevista con el periódico "Sunday Times", Blair, convertido en millonario gracias a sus libros, sus conferencias y su trabajo como enviado especial para Oriente Medio, afirma que desde que dejó el Gobierno en 2007 tras una década en el poder divide su tiempo entre su trabajo de consultoría y labores humanitarias.
"Ahora soy un empresario social. Puedo conseguir cambio social a mi manera, fuera de la gran burocracia de un Gobierno", dice el que fuera líder laborista durante más de una década y que en la actualidad goza de escasa popularidad en el Reino Unido.
Blair es asesor de varios bancos y Gobiernos de Oriente Medio y de África, con unos honorarios no difundidos pero sin duda multimillonarios, pronuncia conferencias y dirige la Faith Foundation, una ONG con orientación religiosa.
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Su objetivo final es conseguir que las cosas cambien a mejor, y el "truco" para hacerlo, dice, es que los temas relacionados con los Gobiernos, las empresas, el medio ambiente y la religión se traten de manera conjunta, para avanzar unidos.
En el terreno político, Blair (56 años) destaca sus esfuerzos para lograr la paz en Oriente Medio como representante del Cuarteto (EEUU, la UE, Rusia y la ONU), y asegura que está fuera de casa tres de cada cuatro semanas, ya que tiene su "base de operaciones" en Jerusalén.
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Lo que peor lleva es ver poco a su hijo Leo, de 9 años, y admite que no recuerda la última vez que salió a cenar con su mujer, Cherie.
No obstante, señala que no podría haber hecho otra cosa después de dejar el Gobierno y que se hubiera vuelto "loco" sin una intensa actividad profesional.
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"Mi lema es: no te retires, no caduques. Dejé la política lo suficientemente pronto para tener un segundo capítulo en la vida. ¿Por qué no puede hacer eso un político?", se pregunta.
El ex primer ministro subraya que en otros ámbitos profesionales sí se hace sin que a nadie le extrañe: "nadie dice que Bill Gates es malo por dejar los negocios y dedicarse a la filantropía".
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Sobre su supuesta codicia, dice que podría obtener "cinco veces más" de lo que gana ahora si se dedicara sólo a pronunciar conferencias y niega que tenga una mala imagen entre sus compatriotas, una idea de la que culpa a los medios de comunicación.
"No es verdad que no le guste a nadie. Leyendo periódicos en el Reino Unido, terminas pensando que perdí tres elecciones en vez de ganarlas", argumenta Blair, que admite, sin embargo, que es visto con mejores ojos fuera del territorio británico.
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"Hay un ambiente completamente distinto en torno a mi fuera del país. La gente acepta el trabajo que estás haciendo, tal como es. No ven nada malo en tener éxito financieramente y en hacer también un buen trabajo", afirma Blair, que no da importancia a las críticas.
"Si hiciera lo que quisieran los que me critican, terminaría sentado en un rincón, pero eso no es algo que yo vaya a hacer nunca", concluye.
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Blair volverá a ser protagonista en la escena política británica a principios de 2010, con su comparecencia ante la comisión independiente que investiga la guerra de Irak, que él apoyó sin reservas cuando era primer ministro alegando que la invasión era necesaria porque Bagdad tenía armas de destrucción masiva.
En las cuatro primeras semanas de audiencias públicas de esta comisión, se han escuchado informaciones relevantes, como que el Gobierno de Londres supo antes de la invasión que Sadam Husein no tenía la capacidad de lanzar un ataque con armas químicas y biológicas.