Dicen en Portugal Telecom (PT) que la guerra con Telefónica por el control de la compañía brasileña de móvil Vivo se ha convertido en un asunto nacional y que hasta los taxistas portugueses conocen ahora el nombre de César Alierta, presidente del grupo español. Amenazas de bloqueo de dividendos, intentos de forzar votaciones envenenadas entre los accionistas de PT (como la entrega de un dividendo extraordinario para ganarse su favor)... El enfrentamiento ya es largo y ha tenido muchas caras.
Ayer, Telefónica demostró de nuevo hasta dónde está dispuesta a llegar para ganar la guerra por Vivo, operadora que comparte con PT desde 2002 y que, con 54 millones de clientes, es la primera compañíacelular de la mayor economía latinoamericana. Después de 13 años como accionista de Portugal Telecom, Telefónica ha vendido la mayor parte de sus acciones. En concreto, un 8% del capital de PT, valorado en bolsa a cierre de ayer en 640 millones de euros.
Lo hace para asegurarse de que los portugueses, que tampoco están jugando precisamente con las cartas boca arriba, no impidan que las acciones de Telefónica tengan derecho de voto en la junta de accionistas de PT del próximo 30 de junio, en la que se decide si se acepta la oferta de 6.500 millones de euros que la española ha lanzado por la parte de Vivo en manos de los portugueses.
El consejo de administración de PT está en contra de la operación y ha vuelto a tirar de vena patria. España y sus compañías son fácilmente identificables con el imperio que intenta borrar su frontera y comerse a sus firmas. Brasil siempre será la gran conquista portuguesa, como demuestra el idioma, y renunciar a una filial en el país tiene fáciles similitudes colonialistas.
Pero además están los números. Portugal Telecom debe la mitad de sus ingresos a Vivo, por lo que vender sin contar con un recambio cambiaría drásticamente su tamaño.
Las posibilidades de cara a la junta parecen bastante igualadas, con algunos de los principales accionistas portugueses como el Banco Espirito Santo y Ongoing habiendo declarado ya su intención de votar en contra de la oferta de Telefónica. La amenaza de impedir que la española votase, argumentando un conflicto de intereses, podía ser el factor que desequilibrase la balanza.
Por eso Telefónica, si no puede votar, se va. O casi. Se queda con un 2%. Espera que voten a favor otros, que estarán especialmente interesados en que la operación salga para que PT se revalorice por los ingresos frescos previstos. En concreto, el banco UBS y el fondo TPG-Axon Capital, que se han quedado con el 5,84% y el 2% de PT respectivamente que ha vendido Telefónica.
Es difícil calcular cuánto ha invertido Telefónica en PT. En base a las memorias, asciende a 857 millones, pero habría que descontar las ventas que la española ha tenido que hacer cada vez que ha superado el 10% de la portuguesa.
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