La Tate muestra en "Pop Life" que "un buen negocio es el mejor arte"
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Andy Warhol dijo una vez, con una mezcla de aplastante sinceridad y cinismo, que "un buen negocio es el mejor arte", y ése es el punto de partida de la exposición que la galería Tate Modern de Londres dedica al legado del Pop Art.
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"Pop Life. Arte en un Mundo Material", que podrá verse del 1 de octubre hasta el 17 de enero del próximo año, es sin duda una exposición que atraerá -no hay que adivinarlo- a un gran público, sobre todo joven.
En la tienda del cuarto piso de la Tate venden reproducciones de las serigrafías de Marilyn Monroe, de Andy Warhol, un póster con el conejo de acero inoxidable de Jeff Koons, y camisetas con las palabras "Pop Life" o con una de las imágenes icónicas de Keith Haring que representa a un niño a gatas que parece despedir radiaciones.
También están a la venta camisetas y bolsas de la británica Tracey Emin con la figura de un gato, reproducciones de la calavera incrustada de diamantes de Damien Hirst y cojines en forma de girasoles de colores o pelotas con el mismo motivo del japonés Takashi Murakami.
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La venta de camisetas continúa dentro de la exposición, donde se ha reproducido casi fielmente la famosa tienda que con el apoyo de su amigo Warhol abrió Haring en Nueva York en 1986 y cuyas paredes, techo y suelo estaban -y están también en la Tate- totalmente cubiertas de sus famosos graffiti mientras suena un disco de música rap.
En las paredes cuelgan otras camisetas diseñadas por él, piezas únicas que, sin embargo, no se venden, según explican a EFE fuentes de la galería, y obras con imágenes contra la plaga del sida, a la que él mismo sucumbiría en 1990.
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Entre los productos que se vendían en la tienda neoyorquina original había desde gorras de béisbol o puzzles hasta transistores, relojes Swatch o patines,
El éxito fue tal que en 1988 se abrió una sucursal en Tokio, en la que se vendían quimonos y abanicos decorados con sus diseños de marca, estrategia comercial de fusión del Este y el Oeste que puede haber influido a su vez en Murakami, quien decidió abrir su propia tienda.
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Murakami, alumno aventajado de Warhol en lo que se refiere a la explotación comercial de su imagen, ha fundado todo un imperio creativo, ha comisionado exposiciones, protegidos, colaborado en vídeos musicales y en los álbumes de estrellas del hip hop y organizado su propia bienal artística en Tokio.
El artista japonés, conocido por sus muñecas de grandes ojos, inspiradas en la estética del manga y la moderna cultura nipona, no ha tenido nunca escrúpulos a la hora de colaborar con el mundo de la moda y ha diseñado lo mismo para Louis Vuitton que para Marc Jacobs.
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La exposición de la Tate comienza, como no podía ser de otro modo, con Warhol, el precursor, y examina sus facetas confluyentes de artista, "celebrity" por derecho propio, entrevistador de televisión, editor y retratista de guapos y famosos.
El mercado y la máquina publicitaria eran su hábitat natural, y eso puede decirse de la mayoría de los artistas de la exposición, expertos todos ellos en la autopromoción en la era de la imagen y los medios de comunicación de masas.
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Un experto en la autopromoción es Jeff Koons, a cuya serie "Made in Heaven" se dedica una de las salas, en las que se nos muestra al artista norteamericano en plena y variopinta actividad sexual con su esposa de entonces, la modelo porno Ilona Staller, más conocida como Cicciolina, y todo ello en distintos medios como la escultura o la fotografía.
También son explícitamente sexuales - porno duro- las provocadoras imágenes de la artista británica conocida con el divertido nombre de Cosey Fanni Tutti, que entre 1973 y 1980 apareció como modelo en más de cuarenta "performances" con la declarada intención de "infiltrarse" en la industria editorial del sexo para "crear propia imagen" bajo el título de "Prostitución".
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No faltan, por supuesto, los YBAs -los (ya no tan) Jóvenes Artistas Británicos- como Tracey Emin y Sarah Lucas, quienes también abrieron su propia tienda en un barrio de Londres para vender sus ceniceros y llaveros, o Damien Hirst, artistas todos ellos que parecen vivir sobre todo en función de los medios de comunicación de masas y de la publicidad que siempre los acompaña.
"Pop Life" ha reconstruido la primera exposición de Emin en la galería londinense de vanguardia White Cube (1994), petulantemente titulada "My Major Retrospective 1963-93", así como la del alemán Martin Kippenberger en el centro Pompidou de París (1993), exposición de la que fue comisario el propio artista.
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En una de las últimas salas se exhiben obras que Hirst vendió en una histórica subasta de Sotheby's, entre ellas sus mariposas de oro y diamantes o su "Falso ídolo", un ternero blanco conservado en formol y con las pezuñas recubiertas de ese noble metal, hoy en la colección -¿cómo no? - de la casa de moda milanesa Prada.