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El sueño americano de los Bradley

El padre, Bob, dirige EEUU; el hijo, Michael, es uno de sus jugadores

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En el Mundial sub-20 de Canada 2007, el seleccionador de EEUU, Thomas Rongen, felicitó a Bob Bradley: "Tu hijo Michael se ha hecho una estrella en cuestión de semanas, es impresionante como asimila los aspectos tácticos". Bob ya era el máximo responsable de la absoluta. Sustituyó a Bruce Arena con el deber de limpiar a la vieja generación, los Reyna, McBride o Eddie Pope, que fracasaron en Alemania 2006.

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Al principio, Bob fue una solución provisional, a la espera de que entrenadores más propagandísticos como Hiddink o Klinsmann dijeran que sí. Pero sus seis primeros triunfos convencieron al país de que no hacía falta.

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Bob tenía una buena hoja de trabajo en Chicago Fire, MetroStars y Chivas de USA. Una notable experiencia didáctica en las universidades de Virginia o Princeton. Y conocía de sobra a los jóvenes que debían defenderlo en el césped. Gente como Dempsey, Feilhaber o su hijo Michael Bradley, convencida de que el futuro no es el pasado. Por eso ellos triunfan en el viejo continente.

En poco tiempo, Michael pasó del Heerenveen holandés al Borussia Moenchenglabach, donde el éxito cambiaba su valor. "En la Bundesliga, los estadios se llenan y los partidos son más intensos".

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En un país sin vocación por el fútbol, Michael resultó una excepción. Podía haberse dedicado al béisbol, como su tío Scott. O a la escritura, como el otro hermano de su padre, Jeff.Pero continuó la rara afición de su padre. "Cuando entrenaba en la Universidad de Princeton, le acompañé por todo el país". Los viajes fortalecieron el sueño del muchacho. Aún más el Mundial de Estados Unidos 94: tenía siete años y un leve recuerdo. "Cuando me llamaron para jugar en Holanda, no lo dudé. Aún no había cumplido 18 años y sólo había jugado una temporada en la MSL, pero Europa era el sueño que no podía rechazar".

El padre le aconsejó emigrar. Sabía de la madurez de Michael (1987). Como había sucedido con Romario o Ronaldo en el pasado, Bob le hizo saber que "Holanda era un lugar ideal para vivir la primera experiencia".

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El resultado ha sido formidable. Cuatro años después, al joven Bradley se le compara con Ballack. Se habla de un centrocampista heroico, que en la selección ejecuta lo que dice su padre en la caseta. Y las buenas noticias se repiten. Antes de tumbar a Egipto, archiva un día inolvidable con dos goles a México en la clasificación para Suráfrica 2010. Aun así, no se conforma. "Aún no estamos donde queremos", promete.

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