'Veinte euros, son veinte euros', proclama Julián, un pensionista con residencia en La Línea de la Concepción, que ayer hacía cola ante la Verja de Gibraltar, para intentar llenar el depósito de su Renault Megane, saltándose la subida del IVA vigente en España desde el pasado sábado pero que no afecta a la colonia británica.
Ese es el promedio de ahorro entre los automovilistas que residen en los alrededores del Peñón y que ya venían, desde hace mucho, utilizando las gasolineras de la Roca para reabastecerse. Un negocio que, por cierto, controla en gran medida la petrolera española Cepsa, que suele suministrar el grueso de los combustibles a Gibraltar y que desde allí se despachan a través de las gasolineras o del proceso de bunkering a través de los buques que fondean en las cercanías del puerto.
El consumo particular de combustible, que suele intensificar en verano las colas ante el paso fronterizo, provocó ayer que el intervalo de espera alcanzara entre tres y cuatro horas, dificultando de nuevo en gran medida el acceso a Gibraltar de no menos de cinco mil españoles que encuentran empleo allí: 'En condiciones normales -opina Ismael Peralta--, yo no tendría tiempo para perderlo aquí haciendo cola en la frontera primero y en la gasolinera después. Pero estoy en paro y la falta de tiempo no es mi principal preocupación'.
Buena parte de la prosperidad del comercio de Gibraltar se basa en el hecho de que la Roca se encuentra exenta de IVA por lo que el margen de beneficio puede ser mayor, sobre todo en sectores como el de las perfumerías, aunque también dichas circunstancias explican el éxito del centro financiero a pesar de que diversas reformas legislativas han intentado rebatir su imagen de paraíso fiscal.
Desde hace varios meses, la Verja gibraltareña ha vuelto a convertirse en un embudo. En parte por el endurecimiento de los filtros fronterizos ante los roces habidos de nuevo entre Gibraltar, Londres y Madrid, tras el veto pesquero a embarcaciones de Algeciras y de La Línea. Luego, por el incremento de las visitas turísticas que resulta habitual cada verano. Y, en las últimas horas, por un incidente añadido: el pasado viernes, la frontera permaneció cerrada más de tres horas al aparecer junto al aeropuerto de Gibraltar, justo en la estación que regenta Cepsa, una mochila abandonada, que despertó las sospechas de la Royal Gibraltar Police. Hasta que los artificieros explosionaron la misma y pudieron comprobar que se trataba de una falsa alarma, el tránsito permaneció interrumpido, provocando un formidable caos circulatorio a un lado y a otro de dicho paso.
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