Sísifo debe abandonar la roca
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La condena de Sísifo, según el relato de Homero, consistía en subir una roca hasta la cima de la montaña. La piedra volvía a caer y el hombre prudente regresaba a por ella. Los dioses, pues, le habían sentenciado con el castigo más terrible: un trabajo inútil y sin esperanza.
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Dice Albert Camus: "Sísifo me interesa durante ese regreso, esa pausa. Un rostro que sufre tan cerca de las piedras es ya él mismo piedra. Veo a ese hombre volver a bajar con paso lento pero igual hacia el tormento cuyo fin no conocerá jamás. Esa hora que es como una respiración y que vuelve tan seguramente como su desdicha, es la hora de la conciencia. En cada uno de los instantes en que abandona las cimas y se hunde poco a poco en las guaridas de los dioses, es superior a su destino. Es más fuerte que su roca".
Estamos, por así decir, en ese instante. Van a ser dos años que Grecia, como Sísifo, sube la roca de su deuda hasta la cima de la montaña. Y que, como han sentenciado los dioses europeos encabezados por la señora Merkel, tiene que bajar a recogerla una vez más. Y cargar con esa roca supone de forma cada vez más creciente hundirse en la miseria y la desintegración.
Según Camus, en esos instantes, "la clarividencia, que debía constituir su tormento, consuma al mismo tiempo su victoria". El Nobel de Literatura remata: "No hay destino que no se venza con el desprecio".
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El nuevo plan de ajuste aprobado por el Parlamento griego volverá a fracasar
El nuevo plan de ajuste aprobado por el Parlamento griego volverá a fracasar. Por tanto, no puede ser considerado una alternativa real. ¿Por qué va a triunfar después que en los últimos dos años las mismas recetas, ahora reforzadas, ha convertido una recesión en una Gran Depresión? La deflación de la deuda, que el economista Irving Fischer teorizó en 1933, después del Crash de 1929, se ha probado, por si hacía falta, a rajatabla en el caso de la economia griega.
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Yannis Varoufakis, profesor de economía de la Universidad de Atenas, estima que Sísifo debe dejar de empujar la roca hacia la montaña y declarar la moratoria unilateral de la deuda (default). Pero, advierte el profesor, debe hacerlo dentro de la eurozona. Su argumento es que Grecia no puede tomar más créditos porque, lisa y llanamente, no podrá devolverlos.
Todo el mundo, empezando por Alemania, lo sabe. Ni Merkel ni su ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble lo ignoran. Lo único que quieren, a ser posible, es que la ficción de que se está "ayudando" se cumpla mediante medidas de ajuste más draconianas de modo que permita a Grecia mantener el flujo de fondos hacia los acreedores, entre ellos los bancos alemanes. Es una mera operación contable para ganar tiempo.
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El 18 de noviembre de 2010, en un seminario sobre la crisis, en el teatro Megaron de Atenas, unos días después que Merkel y Sarkozy habían acordado en la playa de Deauville, en Normandía, hacer que los tenedores privados de bonos griegos perdiesen una parte de su inversión, apunté que estaban tentando al Diablo, al sacar a pasear por la Eurozona el fantasma de la moratoria unilateral de la Argentina de 2001, que más tarde el presidente Néstor Kirchner convirtió en realidad al imponer la quita del 70% de la deuda argentina.
Lo que sería, pues, deseable, frente a la desintegración en curso es que Sísifo, otra vez al pie de la montaña y frente a la misma carga, deje de levantar la roca.