La televisión cubana ha programado para este verano una nueva temporada de su serie policiaca estelar, "Tras la Huella", una versión del famoso "CSI" norteamericano con guiones basados en crímenes reales, que atrapa a la audiencia por ser el único espacio de crónica de sucesos en la isla.
Cada temporada la serie divide las opiniones de la crítica y el público, entre quienes admiran su pretensión de mezclar la intriga con la tecnología de las investigaciones y los que afirman que es esnobismo imitar esa fórmula internacional.
Pero la serie policiaca cubana, con el horario estelar de la noche del domingo, es un espacio "sagrado" para espectadores que a lo largo de varios años han aceptado toda clase de innovaciones con tal de que la historia criminal valga la pena.
Producida por los estudios fílmicos del Ministerio del Interior, "Tras la huella" no es en realidad tan parecida al "CSI" del canal CBS, en el que el cómo se descubre al culpable se convierte en un delirio de tecnología más importante que el propio desenlace.
Mario Jorge, taxista de 31 años, se quejó de que en el programa cubano se repiten historias mientras "en la vida real pasan cosas que no ponen en esa serie".
En su opinión, hay historias que nunca se producirán para la televisión, como los crímenes de dos sacerdotes españoles asesinados con saña en Cuba este año.
"La gente está esperando a que filmen lo de los curas en ese programa para poder saber bien qué fue lo que pasó, pero no lo harán. Si lo hacen, tendrán que pasar muchos años y ya no le importará a nadie", dijo.
"Tras la huella" es más "moderna" que otros programas policiacos producidos antes en Cuba, pero sus creadores saben que la audiencia valora más los entresijos del crimen que conocer los equipos y procedimientos con los que trabajan los forenses y policías.
La serie alterna en la pantalla con otras preferidas del público como la misma "CSI" o "La ley y el orden", y compensa la reputación de sus competidoras con el gran atractivo de reflejar la vida criminal de un país donde la prensa, oficial sin excepciones, no cubre la crónica de sucesos.
Como mucho, el semanario Tribuna de La Habana publica escuetas notas con fotos de estafadores, ladrones, carteristas o jugadores profesionales, una vez que han sido atrapados.
El "CSI" cubano tiebne precedentes de más de 20 años en el mismo horario, que comienzan con un exitoso programa "Día y Noche", en el que los guiones se presentaban como casos de ficción.
Ahora, con una inmediatez no tradicional en Cuba, "Tras la Huella" puede trasmitir la recreación de crímenes pocos años o meses después de ser cometidos.
Antes de los créditos iniciales de cada capítulo, se aclara que la historia estará basada en "un caso real" y solo se han cambiado los nombres de las personas involucradas.
Entre sus capítulos más exitosos están "Visa", sobre el tráfico de cubanos para viajar ilegalmente a Estados Unidos en lanchas, y "La Rosa", con la historia del asesinato en 2002 de una familia en las afueras de La Habana, caso que conmovió al país.
También hay crónicas sobre robos de autos, asaltos en empresas estatales y centros comerciales, falsificación de documentos o turistas ligados a delitos.
En un capítulo aparece el caso de tres estafadores que fingían ser religiosos con capacidad legal para hacer contratos de trabajo fuera de la isla.
En otro se explica cómo los ejecutivos y empleados de una empresa estatal se confabularon para robar lo que producían.
Muchos esperan cada entrega con el morbo de conocer sobre crímenes que antes solo escucharon en historias confusas contadas de boca a boca, mediante rumores populares.
"Su peor pecado es que quiere parecerse a CSI", dijo a Efe Danay, una estudiante de 21 años que se confiesa "fanática" de las series policiales.
"La gente ve representadas muchas cosas que la prensa no refleja y supongo que por eso gusta tanto", añadió.
La nueva temporada abrió con una historia sobre aparición de alijos de droga en las costas de la isla, tema que ya ha sido tratado antes en el mismo programa.
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