Senderismo sobre el tren del aceite
La Vía Verde de la Subbética, al sur de la provincia de Córdoba, nos acerca a pueblos pintorescos y atractivos espacios naturales.
Publicidad
Al ferrocarril que pasaba por el recorrido de lo que hoy es la Vía Verde de la Subbética acabaron por llamarlo popularmente "el tren del aceite". Tal fue el protagonismo que adquirió ese oro líquido, transportado a granel en vagones cisterna, que el nombre se ha mantenido en el recorrido senderista que hoy sigue su trazado. Más de cincuenta kilómetros por el sur de la provincia de Córdoba entre el río Guadajoz, cerca de la localidad de Luque, y el pueblo de las Navas del Selpillar.
Publicidad
Conviene tomarse la caminata con tranquilidad para admirar los atractivos naturales y los pueblos que aparecen a lo largo del recorrido. El Parque Natural de la Sierra Subbética y la avifauna de la Reserva Natural de la Laguna del Salobral son paradas medioambientales imprescindibles. Pero también deberían serlo, en función del tiempo disponible y las preferencias de cada cual, los pintorescos pueblos de Luque, Zuheros, Doña Mencía, Cabra y Lucena. A quienes la ruta les sepa a poco, siempre pueden ampliarla por las vecinas tierras de Jaén hasta sumar 112 kilómetros de Vía Verde.
La Vía Verde de la Subbética se inicia en el viaducto del río Guadajoz, un impresionante puente en el límite natural entre las tierras de Jaén y Córdoba. No muy lejos del punto de partida se encuentra la Laguna del Salobral. La mejor época para visitarla es la primavera, momento en el que el humedal se colma de aves y las aguas ya lo se hacen presentes. Regresando a la Vía Verde encontramos el puente de Zuheros, que además de salvar el arroyo Bailón tiene un reconocido valor monumental. De estructura metálica y planta en curva, supone un interesante contrapunto a la naturaleza circundante.
El transeúnte encontrará también en esta Vía Verde casillas de ferroviarios esparcidas por todo el trazado (entre las que destaca la situada en el kilómetro 22, que ofrece bonitas vistas sobre el entorno), y puede (debería) asimismo detenerse en el Viaducto de la Sima, que con sus 132 metros es uno de los más espectaculares. Entre caminos se llega a la última estación de la ruta, la de Moriles-Horcajo. Su estación, un elegante edificio muy bien conservado, marca el fin de la Vía Verde. Cerrado en 1985 el ferrocarril que transitaba por ella, ahora el silencio ha sustituido al traqueteo del tren, aunque la huella del aceite sigue presente en los caminos por los que era transportado.