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Señales de alarma

Mediada ya la legislatura, las agujas del reloj de la política corren ahora en contra del Gobierno

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Mediada ya la legislatura, las agujas del reloj de la política han cambiado de sentido y el tiempo que hasta ahora operaba a favor del Gobierno de Zapatero ha empezado a correr en su contra.

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Los estudios demoscópicos reflejan algunas novedades alarmantes para el PSOE: el PP aventaja a los socialistas en intención directa de voto, el PSOE sólo logra mantenerse como la opción preferida entre el electorado de 45 a 65 años y el líder de la oposición logra aventajar aunque sea por la mínima al presidente del Gobierno en la valoración de los ciudadanos.

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Hasta hace escasas fechas, la dirección socialista se aferraba a la equívoca ventaja personal de Zapatero sobre Rajoy. Equívoca porque el PP nunca ha ganado las elecciones generales gracias al carisma de su candidato, mientras que los triunfos socialistas siempre se han apoyado en el liderazgo del suyo. Por tanto, el PP podría ganar en 2012 aun cuando Rajoy no logre transmitir una imagen sólida de liderazgo, pero el PSOE precisa recuperar la de Zapatero, que se ha deteriorado fuertemente.

El recuerdo de voto lo que los encuestados dicen haber votado en las últimas elecciones ha sido históricamente infravalorado en el caso del PP, salvo en los periodos en los que ha gobernado, que es cuando sus partidarios sacan pecho; y el del PSOE, por el contrario, ha estado sobredimensionado, especialmente cuando, como ahora, gobierna. Pero este indicador dice ahora que el recuerdo de voto hacia el PSOE es inferior al que obtuvo en 2008. Es decir, que los avergonzados son los socialistas.

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Salgado no ha logrado convertirse en el parapeto económico del presidente

Las encuestas reflejan también una alarmante pérdida de apoyo entre el electorado más joven, que ha sido determinante en las victorias de Zapatero. El presidente no ha logrado conectar nunca con la población de mayor edad, a diferencia de lo que ocurría con Felipe González, y eso ha sido así a pesar de iniciativas de tanto calado como la ley de ayuda a la dependencia. Puede ser que haya un trasfondo generacional la identificación con González de los viejos republicanos, un efecto contante y sonante las pensiones no contributivas que aprobó González se empezaron a cobrar de inmediato y las ayudas a la dependencia no llegan o llegan tarde y mal, pero también es muy probable que exista un sustrato de incertidumbre. La primera legislatura de Zapatero estuvo marcada por la audacia en decisiones como la retirada de Irak o la legalización de los matrimonios homosexuales, motivos de zozobra para los sectores más conservadores, en los que se encuadran las personas de más edad, aunque también las amas de casa, y en los que es mayor el porcentaje de votantes "sin ideología" sin fidelidad de partido. A la impronta radical que dejó su primer mandato ha venido a añadirse en esta la etiqueta de la improvisación, idea con la que la derecha inocula sistemáticamente la dosis de recuerdo necesaria para mantener viva la crítica de que Zapatero no supo ni prever ni reconocer a su debido tiempo la llegada de la crisis.

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Además, buena parte de la hegemonía socio-política lograda por el PP en Madrid, Comunidad Valenciana, Murcia o Castilla y León tiene que ver con su éxito en la apropiación de la idea de España. La gloria electoral de Esperanza Aguirre como la de Francisco Camps en Valencia ha tenido mucho que ver con su habilidad para capitalizar el sentimiento que de que los catalanes "se lo llevan todo", que caló entre los madrileños como una creencia durante el proceso de reforma del Estatut.

Zapatero ha logrado neutralizar en parte la idea de que está genuflexo ante los nacionalistas con medidas de imagen como la cartelería de "Gobierno de España", pero este efecto se diluirá como un azucarillo si el Tribunal Constitucional tira abajo el Estatut. A pesar de la corrupción y de la división interna, de momento no se detecta un deterioro significativo del PP en sus feudos. Por el contrario, el PSOE ha entrado en Andalucía en zona de riesgo.

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La agregación de paro más corrupción y lucha por el poder suma un desencanto ciudadano que castiga básicamente a los dos grandes partidos, para los que se pronostica una significativa pérdida de votos respecto de 2008, que se repartirán entre la abstención y Rosa Díez. Por ahora pesa más la crisis y este dato, por paradójico que pueda parecer, es la ventaja que conserva Zapatero. Diversos estudios demuestran que si hay otro problema que se juzga más grave (el paro, por ejemplo), la corrupción se castiga menos o se castiga más tarde, y hoy por hoy la crisis es lo que más afecta al ánimo ciudadano. Pero la tendencia puede cambiar.

Las tripas del barómetro del CIS de octubre indican que, sobre un panel de 16 políticas concretas, los encuestados creen que en 14 lo haría mejor el PSOE, pero las dos en las que prefieren al PP son precisamente la economía y el paro. Y la sustitución de Pedro Solbes por Elena Salgado ha contribuido a acentuar la carga de la culpa sobre Zapatero. Salgado desperdició durante el verano la oportunidad de afianzarse públicamente como vicepresidenta económica con un golpe de autoridad en el baile de la reforma fiscal y más tarde en el debate presupuestario frente a Rajoy, con lo que ha vuelto a poner en el presidente el foco de la responsabilidad directa de la política económica.

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Consciente del lastre de credibilidad que arrastra, Zapatero centrará toda el esfuerzo de su Presidencia de la Unión Europea en la recuperación económica. A su término comenzará la campaña para las elecciones municipales y autonómicas de 2011, antesala de las generales.

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