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El sector financiero de la UE intenta evitar un nuevo Lehman Brothers

El nivel de exposición de las entidades a determinados activos tóxicos sigue siendo una incógnita

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El martes pasado, mientras el planeta entero vigilaba con un ojo la evolución de las primas de riesgo europeas y con el otro las cotizaciones bursátiles, el recién nombrado presidente del Consejo de Estabilidad Financiera (FSB o Financial Stability Board), Mark Carney, decidió avisar desde Londres de lo que se nos avecina: "Estamos al borde de una nueva contracción global de liquidez", similar a la que recorrió el mundo al inicio de la crisis financiera en 2007 y que tuvo su cúspide a final de 2008 a raíz de la caída de Lehman Brothers.

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Las consecuencias, como entonces, no serán otras que una gran volatilidad en los mercados y una caída generalizada en la actividad financiera que, vaticinó, "se empezarán a notar muy pronto en la economía real".

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El FSB ve a la banca «al borde de una nueva contracción global de liquidez»

Eso sí, para no echar leña de más al fuego, añadió que unas reservas acumuladas de cuatro billones de euros en los bancos europeos, y la acción decidida del Banco Central Europeo (BCE), "deberían asegurar que no se produzca un Lehman Brothers europeo". En su discurso ante la Cámara de Comercio Reino Unido-Canadá de Londres llegó, incluso, a explicar de qué dependerá la profundidad de la recesión económica que prevé: "De la vía de desapalancamiento que escojan los bancos europeos", obligados a elevar hasta el 9% su solvencia de máxima calidad (core capital) antesdel próximo mes de junio.

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Para hacerlo, los bancos tienen tres caminos a su disposición, que pueden ser utilizados simultáneamente. Uno es ampliar capital; otro, intercambiar beneficios por reservas; y, el último, vender activos. Según dijo, si sólo se utilizase esta última vía, el mercado debería absorber en los próximos meses la friolera de 2,5 billones de euros.

Parece que son estas dos últimas opciones, que suponen reducir sus balances en lugar de ampliarlos, las que están utilizando los bancos. "O porque no quieren o no pueden captar capital para cumplir con sus nuevos objetivos, la gran mayoría de los bancos europeos están reteniendo ingresos o congelando dividendos", con los que pueden elevar su solvencia, asegura a sus clientes Michael Derks, jefe de estrategia de Forex, uno de los principales brokers financieros europeos. Es más, en coincidencia con Carney, asegura que el último episodio de huida del mercado de deuda soberana europea se explica porque "los bancos europeos están vendiendo su deuda pública en masa o no reinvirtiendo en ella cuando vence".

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Las principales vías para ganar solvencia son vender activos y retener dividendos

En otras palabras, para el broker Derks y para el supervisor Carney, la peligrosa inestabilidad que vive el mercado de deuda europea no es sino la víctima colateral del propio aumento del nivel de exigencia impuesto a las entidades financieras por las autoridades (ver información en páginas 32 y 33).

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Lo asombroso, sin embargo, es que ninguno de ellos se refiera al otro riesgo latente en las finanzas internacionales, el de las actividades que realizan los actores como Forex y otros intermediarios financieros, conocidos como banca en la sombra. Desde luego, no se podrá decir que no lo conocen. Si uno es broker, Carney, gobernador del Banco de Canadá, fue nombrado durante la cumbre del G-20 en Cannes para sustituir en el FSB a su amigo Mario Draghi, ahora al frente del Banco Central Europeo y, como él, antiguo ejecutivo de Goldman Sachs.

En su discurso londinense, Carney no dijo una palabra sobre el último informe emitido por el FSB bajo el mandato de Draghi, publicado justo siete días antes de su nombramiento y titulado Banca en la sombra: reforzar su supervisión y regulación. Y eso que el FSB fue creado en la cumbre del G-20 en Seúl en 2008 precisamente para poner coto a esas prácticas financieras que dieron lugar a los activos tóxicos, de los que las hipotecas subprimeson su expresión más conocida. Claro que en las recientes pruebas de resistencia (stress tests) realizadas a la banca internacional para comprobar si cumplían unas exigencias superiores a las que hasta ahora se les habían pedido, también se decidió mirar para otro lado y no tener en cuenta su nivel de exposición a estas pe-ligrosas prácticas financieras.

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Los test de estrés han obviado la exposición a la banca en la sombra

Hoy por hoy, seguimos sin conocer el nivel de exposición a este tipo de activos de cada entidad financiera de Europa o de fuera de ella. Y los expertos aseguran que hay mucho riesgo en hipotecas subprime sin valorar al precio que se debería (en muchos casos nulo). Sólo así se explica que las entidades europeas tengan periódicamente tensiones de liquidez en dólares cuyo origen nadie termina de explicarse.

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Sin embargo, las cifras que presenta el informe demuestran que, cuatro años después de la caída de Lehman Brothers y tras el pánico inicial, los niveles de actividad de la banca en la sombra vuelven a ser los mismos.

Así, según el FSB, el volumen de activos financieros en manos de la banca en la sombra "creció de 23 billones de dólares en 2002 a 50 en 2007. Cayó un poco hasta los 47 billones en 2008, pero se recuperó hasta los 51 billones en 2010". Eso teniendo en cuenta la intermediación de créditos no bancarios de 11 áreas geográficas: Australia, Canadá, Japón, Corea, Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia, Holanda y España.

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En otras palabras, tras años de discusiones, promesas de intervención y advertencias sobre el carácter sistémico de cualquier crisis dentro de la banca en la sombra, la realidad es que, cuatro años después, volvemos a estar exactamente donde estábamos. Con un mercado financiero extra bancario haciendo su agosto en la crisis y con la banca privada vendiendo sus activos dudosos al BCE, de financiación pública, para poder tener liquidez suficiente para seguir operando.

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