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Sarkozy llega a Washington para escenificar un nuevo 'idilio" entre EE.UU. y Francia

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Nicolas Sarkozy, el presidente más proamericano que ha tenido Francia en décadas, llegó hoy a EE.UU. con la intención de abrir un nuevo momento "dulce" en las relaciones entre ambos países, que se deterioraron con la invasión de Irak.

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De hecho, Sarkozy "el americano", como se le llama en su país por su cercanía con la cultura estadounidense, quiere dar un valor simbólico a esta visita, que sólo durará 26 horas, pero que servirá para resaltar los puntos de vista comunes que tienen los dos países.

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Esta es la primera visita oficial que realiza Sarkozy desde que accedió a la presidencia de Francia el pasado mes de mayo, y tendrá como evento principal su intervención, mañana, ante una sesión conjunta del Senado y la Cámara de Representantes.

Además, se reunirá con la comunidad francesa en Washington, participará en una ceremonia de condecoración de veteranos de la II Guerra Mundial, y asistirá esta noche a una cena de gala ofrecida por el presidente George W. Bush en la Casa Blanca.

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Pero el gran interés que despierta la visita del jefe de Estado francés, no sólo proviene de las implicaciones políticas que tiene el encuentro, sino de sus propias circunstancias personales, y especialmente por el reciente divorcio de su esposa Cecilia.

De hecho, en la habitual rueda de prensa diaria que ofrece la Casa Blanca, los periodistas estaban más interesados hoy en saber si el presidente francés acudiría a la cena de gala con una acompañante, que en conocer el contenido de las conversaciones que mantendrá con Bush.

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"Realmente no lo sé -contestó sorprendida la portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino- He estado muy ocupada controlando otro tipo de cosas".

La llegada del presidente francés ha sido interpretada por los medios, en términos generales, como la apertura de una nueva etapa en las relaciones entre los dos países, lejos de las tiranteces que existieron entre su predecesor, Jacques Chirac, y Bush.

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Atrás quedan las tensiones que se crearon en los meses previos a la invasión de Irak, en el 2003, y que llevaron a algunos restaurantes a hacer un boicot a los productos galos e incluso a derramar el vino francés en las calles.

El presidente estadounidense también está ansioso por iniciar esta nueva etapa, a tenor del trato amigable que dio a Sarkozy desde que puso un pie en Washington.

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Además de ofrecer una cena en su honor, Bush tiene previsto llevar mañana al presidente francés a visitar Mount Vernon, la casa del primer presidente que tuvo el país, George Washington, situada al sur de la capital.

El contenido simbólico no puede ser mayor, dado que el lugar evoca la intensa alianza que mantuvieron los dos países en el siglo XVIII, y que permitió a los revolucionarios contar con el apoyo de Francia para lograr la independencia de la corona británica.

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En la misma línea, la cena de gala estará amenizada por dos actores que aparecerán ataviados como Washington y como el marqués de Lafayette, el militar y aristócrata francés que lucho de lado de los americanos.

La visita servirá para reforzar las posturas comunes que mantienen los dos países en temas claves de la política internacional, como es su oposición al programa nuclear iraní y su postura a favor de sanciones para el país asiático.

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Además, hablarán de la guerra de Afganistán, donde Francia posee tropas desplazadas, de la necesidad de independencia de Kosovo y del conflicto de Oriente Medio, en el que Sarkozy, como Estados Unidos, se ha declarado "amigo" de Israel.

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