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Rezar en Zoom: las religiones se reinventan durante el confinamiento

Las comunidades islámicas, católicas y evangélicas en Catalunya trasladan a las redes los festejos del Ramadán y la Semana Santa mientras se preparan para la reapertura de los centros de culto.

Un fidel llegeix l'Alcorà. EFE/ Shahzaib Akber
Un fidel llegeix l'Alcorà. EFE/ Shahzaib Akber

El confinamiento ha afectado a todas las esferas de la vida, incluyendo la religiosa para los creyentes. Estas semanas de aislamiento social en las que los centros de culto han permanecido cerrados, las distintas comunidades islámicas, católicas y evangélicas en Catalunya han tenido que buscar nuevas fórmulas para comunicarse con los fieles y mantener algunos de sus ritos, principalmente a través de las redes sociales y tecnologías como Zoom o Youtube. El confinamiento ha coincidido con festividades muy importantes en el calendario religioso, como son la Semana Santa para los cristianos y el Ramadán para los musulmanes.

"El Ramadán es un mes donde aumentamos la actividad social y la solidaridad hacia la gente que más lo necesita, y acudimos a la mezquita a hacer la oración nocturna. Esto no lo podemos hacer, ni tampoco pasarlo con la familia", explica a El Quinze Uassima Boutaliss, portavoz del Centre Cultural Islàmic de Sants. "Lo que echamos más de menos es la espiritualidad durante las noches, la práctica religiosa nocturna en congregación".

El Ramadán en casa fomenta el debate familiar sobre las prácticas religiosas

El Ramadán es el mes sagrado para los musulmanes, durante el cual ayunan desde que sale el sol hasta que se pone. Este año se celebra del 23 de abril hasta el 23 de mayo. El presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de Cataluña, Mohamed El Ghaidouni, cuenta que este mes tiene dos dimensiones: el ayuno en sí, que es "una responsabilidad personal, individual e íntima" y que por lo tanto no se ve afectada por el confinamiento, y las conductas que lo acompañan, como el rezo comunitario y la comida con la que se rompe el ayuno, el llamado iftar. Esto sí se ha visto truncado por la obligación de permanecer en casa. Aún así, El Ghaidouni cuenta que "todas las comunidades han respondido con normalidad" ante los requerimientos sanitarios. "Estamos intentando buscar alternativas", como la emisión en directo a través de las redes de rezos y charlas religiosas por parte de los imames y las colectas a domicilio.

"Se reza igual, esto no cambia. Cambia el lugar, el ambiente, y que en vez de dirigir el rezo el imam, en casa lo hace el padre de familia", señala el presidente. Esto no da los mismos resultados pero hay un lado bueno: "Ha generado una oportunidad de debate familiar sobre las prácticas religiosas". Las familias pasan más tiempo juntas, centran este tipo de prácticas en casa y los hijos pueden plantear dudas a sus padres sobre el contenido del Corán o los propios ritos, explica.

Boutaliss cree que "el Ramadán en confinamiento permite establecer una mayor conexión con Dios". En el Centre Cultural Islàmic de Sants, cada año organizan un iftar popular durante las noches del Ramadán, que reúne a casi un centenar de personas. Este año no es posible, pero han seguido ofreciendo comida a domicilio a las personas que iban habitualmente, la mayoría sin recursos o sin familia. Además, han impulsado un banco de alimentos para ayudar a la gente vulnerable del barrio, sean musulmanes o no. "Forma parte de nuestra forma de ser", apunta la joven.

Según el plan de desescalada del Gobierno español, los lugares de culto podrán abrir en la fase 1 a ⅓ de su capacidad. Pero la Comisión Islámica de España ha rechazado que las mezquitas abran, al menos, hasta la fase 3. El Ghaidouni, que es su delegado en Catalunya, explica que han tomado esta decisión porque "el riesgo de contagio es muy elevado igualmente".

La Semana Santa, televisada

La Iglesia católica también se ha reinventado para dar respuesta al aislamiento social. "La cuestión litúrgica no se ha parado de golpe, sino que se ha adaptado a las circunstancias", apuntan fuentes del Arzobispado de Barcelona contactadas por El Quinze. "La participación de fieles en las misas se ha parado, pero esto no quiere decidir que haya afectado a la fe", añaden.

La Comisión Islámica de España ha rechazado que las mezquitas abran, al menos, hasta la fase 3

Estas semanas de confinamiento la actividad litúrgica ha seguido su curso, con una misa diaria retransmitida en directo por el canal de Youtube de la Catedral de Barcelona, igual que han hecho otras parroquias de la diócesis. Las fuentes apuntan que la "situación dura" y la alteración de la actividad eclesiástica no tiene por qué haber "afectado negativamente a la espiritualidad de la gente", al contrario: "Quizás nos habrá aproximado más a la fe".

Esta percepción la comparte Mercedes B.C., católica practicante. "El nivel de fe no se ha enfriado, la situación nos ha hecho centrarnos más en la oración", explica. Lo que más echa en falta es la parte comunitaria de las misas. Con su familia celebró la Semana Santa en casa, siguiendo las misas retransmitidas en directo del papa Francisco, que también siguen cada domingo. Su parroquia, en el barrio de Sant Gervasi-Galvany de Barcelona, ha abierto un canal de Youtube donde retransmiten las misas y homilías. Mercedes cuenta que aunque las misas no están abiertas a los fieles, sí pueden ir a confesarse, previa llamada al párroco, con mascarilla y manteniendo la distancia de seguridad. Después de la confesión también comulgan, algo que con las misas en casa no pueden hacer y echan en falta.

"La misa por televisión no es lo mismo. En casa encendemos velas, porque sino se banaliza un poco. Lo hemos intentado seguir como hemos podido", afirma. Mercedes conocía a dos personas que han fallecido de coronavirus, y lamenta no haberse podido despedir: "Esto hace pensar mucho en nuestra fragilidad. Vivíamos de espaldas a todo esto". Aunque no han podido ir a misa, señala que sí han rezado más, "por los enfermos, los sanitarios y todos los que lo están pasando mal, también a nivel económico".

Las parroquias de la diócesis de Barcelona abrirán en la fase 1 pero con mascarillas y sin coros

El Arzobispado ha aprobado un decreto diocesano que regula la reanudación de la actividad en las distintas fases de desconfinamiento, a partir de las recomendaciones hechas por la Conferencia Episcopal Española. Además de limitar el aforo, del 30 % en la fase 1 y el 50 % en la fase 2, los fieles deberán llevar mascarillas, lavarse las manos con gel hidroalcohólico al entrar y salir de la iglesia y no estarán permitidos los coros.

La comunidad evangélica también ha visto truncadas sus prácticas religiosas debido al confinamiento. Seguidores del cristianismo protestante, son la segunda comunidad religiosa en el Estado por número de templos. En Barcelona hay alrededor de 200 centros evangélicos y 242 iglesias católicas. Guillem Correa, secretario general del Consejo Evangélico de Catalunya, explica que han mantenido el contacto con los fieles usando las plataformas digitales, especialmente Zoom porque permite una mayor interacción. También usan Youtube y Whatsapp. "Básicamente hemos mantenido los cultos regulares y las actividades de estudio bíblico y pregaria", cuenta.

La celebración de la Semana Santa no se vivió "con el mismo gusto", por motivos evidentes. En medio de una pandemia, los fieles la festejaron encerrados en casa, aunque la comunidad intentó paliar las diferencias: "El Domingo de Resurrección procuramos que todas las comunidades lo celebraran al máximo posible".

Católicos y evangélicos apuntan que la situación de crisis puede potenciar la conexión con la fe

En relación a la reapertura de templos, Correa se muestra prudente y afirma que no podrán informar hasta que no haya "una instrucción detallada" por parte de la Dirección General de Asuntos Religiosos de la Generalitat. "En base a esto, haremos nuestra propia reflexión y miraremos si es posible su aplicación inmediata".

El secretario general señala las dificultades económicas que atraviesa la comunidad, y recuerda que las minorías religiosas viven exclusivamente de sus propios recursos, obtenidos a través de las donaciones que los fieles hacen en los templos. Sin ellas, no pueden hacer frente a los gastos de los pastores, la seguridad social o los alquileres. "Se puede pensar que como la religión católica lo tiene relativamente bien resuelto, nosotros también. Pero no es así. Los pastores y las comunidades pueden verse afectados igual que cualquier autónomo o tendero".

Esta crisis sanitaria puede revertir en un incremento de la fe o espiritualidad, señala Correa. "Tenemos la percepción de que hay un incremento de la espiritualidad cristiana, porque mucha gente se ha dado cuenta de que la vida no es lo que estaban encontrando, si no que le buscan un sentido y un propósito. Y mucha gente se está replanteando si puede encontrarlo en la fe".


Pasar el luto sin el acompañamiento religioso

Despedir a los muertos según los ritos religiosos se ha complicado con el coronavirus. Las estrictas medidas de seguridad han limitado la asistencia a los entierros y, además, no se han podido celebrar funerales.

"Nos hemos preocupado mucho por todas las personas que han fallecido sin que sus familiares hayan podido tener acompañamiento espiritual", lamenta el secretario general del Consejo Evangélico de Catalunya, Guillem Correa. Esta entidad, juntamente con otras confesiones, está intentando impulsar con las autoridades un acto plurirreligioso para poder despedir a las víctimas de la pandemia. "Nos parece importante compartir el duelo".

Los católicos también ven con preocupación la falta de despedida. "Es un tema que nos inquieta mucho. El calor en un momento tan duro es relevante para nosotros", apuntan fuentes del Arzobispado de Barcelona.

El presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de Cataluña, Mohamed El Ghaidouni, denuncia el sufrimiento de muchas familias musulmanas, que no pueden "cumplir con las últimas voluntades" de los fallecidos. Habitualmente, los cuerpos son repatriados a sus lugares de origen, pero el cierre de fronteras lo impide y la falta de espacio en los cementerios catalanes dificulta el entierro tradicional, en el suelo y mirando a la Meca.

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