La sorprendente victoria de Giuliano Pisapia, candidato del centroizquierda en las elecciones de Milán el pasado lunes, ha abierto una brecha en el Gobierno italiano muy difícil de sellar.
Pisapia no sólo dejó en evidencia a la candidata conjunta del Pueblo de la Libertad (PdL) y la Liga Norte (LN), Letizia Moratti, a la que ganó por ocho puntos de diferencia, sino que además consiguió forzar la segunda vuelta en la capital lombarda por primera vez en 18 años. Se trata de una afrenta estrepitosa para los dos partidos que forman la coalición del Gobierno italiano, pero sobre todo para el primer ministro, Silvio Berlusconi, que ha visto cómo su ciudad fetiche le daba la espalda, después de convertir la campaña electoral en una tapadera personal con el objetivo de masacrar públicamente a la magistratura. La segunda vuelta se celebrará el 29 y el 30 de mayo, pero independientemente del resultado, Il Cavaliere no tendrá más remedio que rendir cuentas a Umberto Bossi, el líder leguista.
Umberto Bossi está 'estupefacto' por el batacazo en las urnas en Milán
Bossi había aceptado a regañadientes la candidatura de Moratti, no se abstuvo de criticarla durante la campaña y en dos ocasiones avisó a Berlusconi de que si caía Milán, caería él.
El líder de la Liga Norte pasó el día de ayer reunido con los pesos pesados del partido y se abstuvo de comentar los resultados electorales, aunque sus colaboradores dijeron a los medios que estaba 'molesto y estupefacto'.
El ambiente en el partido está muy caldeado desde hace meses, con una gran masa de militantes que reclama el fin de la alianza con Il Cavaliere. Y Bossi, que no es precisamente tonto, esperará a ver qué pasa dentro de 15 días, pero siempre con una idea en la mente: apoyar a Berlusconi hasta el final puede ser su propio suicidio en su partido.
El PdL trata de hacer creer que ha habido un empate electoral con la izquierda
Berlusconi, por su parte, se encerró en su mansión de Arcore, donde analizó los resultados con Moratti y por la tarde se trasladó a Roma para verse con la cúpula del PdL. El partido de Il Cavaliere, a través de su coordinador general, Denis Verdini, trató de vender la idea de que 'en el cómputo global, los comicios daban un empate con la izquierda'.
Esa frase fue contestada por Pierluigi Bersani, líder del Partido Democrático, con un irónico: 'Ayer no sonreía por respeto a su dolor, pero si hoy dicen que fue un empate entonces me río y con ganas'. Bersani vaticinó que el Gobierno 'no llegará al final de la legislatura' y ese es el sentir de toda la izquierda, que con los resultados milaneses parece revivir.
Ahora tendrán que trabajar con el Terzo Polo y el Movimiento 5 Estrellas los posibles pactos para la segunda vuelta, pero la caída libre de Berlusconi, que sólo reunió la mitad de papeletas con su nombre de las conseguidas en 2006, ya es una señalinequívoca del cambio.
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