Regreso al pasado por las Rutas de los Íberos del Bajo Aragón
Habitaron España hace siglos, pero su huella sigue presente en rincones diversos de nuestra geografía. La Ruta de los Íberos, en el Bajo Aragón, nos acerca a la historia de estos pueblos a través de una serie de itinerar
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En un tiempo remoto, antes de la romanización de la Península Ibérica, los pueblos íberos estuvieron instalados en diversas partes del territorio que hoy es España. Entre los lugares que los acogieron se encuentra el Bajo Aragón. Allí se ha puesto en marcha una Ruta de los Íberos que, mediante actividades diversas, busca dar a conocer a los visitantes de hoy en día los vestigios de tan remoto pasado.
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Hasta ocho rutas se han configurado en base a este proyecto de turismo cultural. Recorridos que pueden realizarse en uno o más días e incluso de manera personalizada. Cuatro de ellas siguen un criterio eminentemente geográfico, al discurrir por lugares por los que los pueblos íberos transitaron, y otras cuatro analizan la muerte y religión, la cerámica, la romanización y la vida cotidiana de la época. La zona es especialmente rica en yacimientos arqueológicos, que proporcionan una visión de primera mano acerca de la vida de estos pueblos.
Completan las rutas un conjunto de actividades que van desde un programa de investigación arqueológica hasta un curso de arqueología experimental. Todo ello en una zona que abarca doce localidades principales de las comarcas del Bajo Aragón, Bajo Aragón-Caspe, Bajo Martín, Andorra-Sierra de Arcos y Matarraña.
Para retomar fuerzas, nada mejor que acercarse a uno de los locales donde nos servirán platos de inspiración íbera que conviertan el comer en toda una experiencia de vuelta al pasado. El Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón promueve en diversos establecimientos del área bajoaragonesa la elaboración de alimentos de antigua tradición íbera en los que se emplean ingredientes documentados en excavaciones y yacimientos de la época. En los menús degustación se incluyen platos tan sugerentes como codorniz escabechada con laurel o conejo guisado con setas. De postre, el requesón con miel y frutos secos pone la nota dulce a un itinerario que nos reencuentra con un pasado que, aunque lejano, sigue presente en el Bajo Aragón.