Los datos son tozudos y nos hablan de un peligro mortal. Un peligro que se ceba particularmente con las mujeres. Un peligro que el servicio británico de violencia doméstica ha estipulado. Un peligro que varía en función de si Inglaterra gana o pierde un partido. En concreto la violencia de género se incrementa en el país un 26% cuando su selección juega, alcanzando el 38% en el caso de derrota.

Los datos, que se desprenden de un estudio realizado en 2018, evidencian hasta qué punto las mujeres corrían peligro este domingo por las calles de Inglaterra. Un peligro por el simple hecho de ser mujeres. Un peligro que sirvió, también, para fomentar la sororidad con el fin de salvaguardar la integridad física de víctimas potenciales.

Los llamamientos corrieron como la pólvora en redes. Los ofrecimientos de camas y refugios se sucedieron en un interminable hilo de Twitter que no tardó en hacerse viral. Mujeres ofreciendo a mujeres un espacio, una casa, una cama, un lugar en el que estar a salvo de su depredador. 

El extremo del hilo, la usuaria que tuvo a bien poner en marcha un llamamiento que no tardó en hacerse masivo, fue Kate Flood. Tras ella, una legión de mujeres preocupadas por sus amigas y hermanas, conscientes del terror que se puede llegar a vivir en eso que algunos llaman dulce hogar. Londres, Manchester, Nottingham... Las red se extendió por todo el país. 

"Cualquier mujer en el este de Londres que esté preocupada por la violencia machista esta noche, que me mande un mensaje directo (obviamente tenemos un espacio limitado, pero si alguna otra mujer puede ofrecer el mismo espacio seguro, por favor que lo haga)", tuiteó Kate mientras todavía se disputaba la final entre Inglaterra e Italia.

Un llamado que salva vidas y que evidencia el grave peligro en el que se encuentran las mujeres. Una organización espontánea, de abajo a arriba, que nace del temor fundado a los desmanes machistas. Un terror doméstico que no necesita alicientes, pero que encuentra en el alcohol y la ira un peligroso incentivo.